La UE ofrece a Londres un Brexit más cómodo a cambio de una aplicación estricta de los estándares europeos
Las negociaciones sobre el Brexit entre Bruselas y Londres se han acelerado en las últimas 72 horas
Non stop. Las negociaciones sobre el Brexit entre Bruselas y Londres se han acelerado desde el pasado viernes y se han mantenido de manera casi continua durante las últimas 72 horas. El objetivo es cerrar un principio de acuerdo que pueda ser aceptado por el Gobierno de Theresa May (tal vez, este martes) y ratificado por los 27 socios de la UE durante una cumbre extraordinaria este mismo mes de noviembre.
El jefe del equipo negociador de la UE, Michel Barnier, informó este lunes al Consejo de ministros de Asuntos Generales de la UE sobre los términos de un pacto que ofrecería al Reino Unido la posibilidad de un Brexit menos traumático para sus intereses económicos (con una salida más gradual si fuera necesaria) pero a cambio de un compromiso firme con los estándares europeos.
El marco ofrecido por la UE, que empieza a adquirir el carácter de última oferta, contempla la posibilidad de prorrogar el período transitorio, una demanda que el Gobierno de May nunca se ha atrevido a reclamar con fuerza (por miedo a la reacción de su ala euroescéptica) pero que fuentes europeas atribuyen claramente al lado británico.
La concesión de la UE, sin embargo, llegará acompañada de condiciones. Por un lado, Bruselas quiere que la posible prórroga sea limitada en el tiempo de antemano y que no pueda repetirse. Países como España o Francia quieren así limitar la posible incertidumbre política y económica que puede generar el mantenimiento de un limbo legal con un antiguo socio del calibre del Reino Unido.
El proyecto de acuerdo también contempla un segundo escenario en el que se llegue al final del período transitorio (en 2021 o más adelante) sin una solución para evitar la reaparición de una frontera física entre Irlanda del Norte (provincia del Reino Unido) y la República de Irlanda (socio de la UE). En ese caso, se podría establecer una salvaguarda o 'backstop', como ha pasado a denominarse en la jerga negociadora, para preservar la libre circulación de bienes y servicios dentro de Irlanda.
La propuesta de esa salvaguarda lleva meses sobre la mesa, sin lograr avanzar. Por un lado, Bruselas sugería que solo el Ulster permaneciese en la unión aduanera europea. Los británicos, en cambio, deseaban que continuase todo el Reino Unido (para evitar una fractura de su mercado interior) pero sin someterse a las normas aduaneras del continente.
Las dos propuestas se han fusionado en las últimas horas y apuntan a un posible acuerdo. "En base a nuestros esfuerzos comunes, los parámetros de un posible acuerdo están en gran parte definidos", ha subrayado Barnier ante los ministros europeos, según palabras de un testigo de la reunión recogidas por el diario Financial Times.
La gran novedad que parece a punto de desbloquear las negociaciones es que el acuerdo de salida de la UE perfilará ya en parte la futura relación del club europeo con su antiguo socio, en materias como competencia, fiscalidad o medioambiente.
El equipo de Barnier se había resistido desde el principio a mezclar el acuerdo para abandonar el club con la relación tras el Brexit, por temor a perder terreno de cara a la negociación sobre un futuro acuerdo comercial y de inversión con Londres que también se augura muy complicado. El gobierno de May, en cambio, reclamaba compromisos más allá del 29 de marzo de 2019 (fecha en que se consumará el Brexit) para poder justificar ante su Parlamento un acuerdo de retirada que parece claramente a favor de la UE.
Las dos partes extreman en esta recta final el cuidado en la presentación pública de la posible solución. Bruselas insiste en que los términos económicos que se podrían incorporar al acuerdo de salida solo buscan garantizar que Londres aplicará de manera estricta los estándares europeos para evitar que Reino Unido se convierta en un agujero de dumping fiscal o laboral o empresarial durante el período transitorio de salida (que concluirá, en principio, el 31 de diciembre de 2020) y, sobre todo, durante la aplicación del backstop.
En la orilla británica, en cambio, se valora que Europa empiece a concretar por escrito que el antiguo socio no será un país tercero cualquiera. Este mismo martes la Comisión Europea debate si incluir a Reino Unido desde el primer momento en la lista de países a cuyos nacionales no se les exige visado. Un gesto que, de aprobarse formalmente, podría iniciar la senda hacia un Brexit más cómodo de lo temido en las últimas semanas.
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