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La UE y Reino Unido sopesan alargar el periodo transitorio para desbloquear el Brexit

Las dos partes contemplan ampliar un año, hasta finales de 2021, el periodo transitorio tras el divorcio definitivo

La primera ministra británica, Theresa May, atiende a los medios a su llegada este miércoles a la cumbre de Bruselas. FRANCISCO SECO (AP). En vídeo, declaraciones de Theresa May y los líderes europeos a la salida de su reunión.

La Unión Europea y el Reino Unido se han asomado al abismo de un Brexit sin acuerdo y han dado un paso atrás. Al menos, de momento. La cumbre europea de este miércoles en Bruselas ha pactado una prolongación de las negociaciones, bloqueadas desde el pasado domingo.

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Las dos partes se muestran dispuestas a agotar el margen de maniobra, tanto político como temporal, lo que podría retrasar hasta noviembre e, incluso, diciembre el posible acuerdo sobre la salida de Reino Unido de la UE. Londres y Bruselas contemplan también ampliar un año, hasta finales de 2021, el periodo transitorio tras el Brexit, previsto inicialmente para 21 meses (de marzo de 2019 a diciembre de 2020). Es una clara señal de que Reino Unido asume la tremenda dificultad de gestionar el Brexit incluso con acuerdo.

Los líderes europeos han concluido que "no ha habido suficientes avances a pesar de la intensidad de las negociaciones", según señala una fuente comunitaria tras el final de la cumbre. La reunión de los 27 países europeos (sin Reino Unido) duró poco más de dos horas y media y se centró en sopesar los pasos a seguir tras el estancamiento de la negociación.

Los 27 ofrecen más tiempo al gobierno de May para que realice una contraoferta que resuelva el punto más conflictivo, relacionado con la frontera de Irlanda. Pero se niegan, por ahora, a fijar una fecha precisa para rematar el acuerdo del Brexit, lo que mantiene la incógnita sobre el final de la negociación. "Si los británicos se mueven, mañana mismo convocaríamos la cumbre final", apunta una fuente diplomática.

"Necesitamos tiempo, mucho más tiempo y seguiremos trabajando en las próximas semanas con calma y paciencia", ha señalado el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, momentos antes de reunirse en Bruselas con los 27 jefes de Gobierno de la Unión para explicarles el reciente estancamiento de la negociación.

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La primera ministra británica, Theresa May, invitada a participar al principio de la reunión a 27, también ha mostrado un cauto optimismo y ha asegurado que se han registrado "progresos" y que "un buen acuerdo es posible".

Los líderes europeos escucharon a May a puerta cerrada durante 15 minutos. En la intervención de la primera ministra "no ha habido ninguna novedad", según resumió después el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani.

Fuentes comunitarias corrobaron ese balance pero señalaron que May se mostró abierta a considerar la posibilidad de prolongar el período transitorio, una oferta que resultará humillante para los euroescépticos de su país (porque mantiene a Reino Unido sometido a la legislación y jurisprudencia comunitaria) pero que puede enviar una señal muy tranquilizadora para todas las empresas europeas o mundiales con presencia en el mercado británico.

La cita de Bruselas se había convocado bajo la etiqueta de "el momento de la verdad", en el que los 27 deberían decidir si merecía la pena seguir la negociación con un Gobierno tan débil y titubeante como el de May o se optaba por centrarse en la gestión de un escenario tan imprevisible y peligroso como la salida sin acuerdo. Los 27 parecen decididos a conceder a la inquilina de Downing Street una nueva oportunidad, aunque plagada de reservas y cautelas.

El presidente francés, Emmanuel Macron, representante del ala más dura con Londres, mantuvo un breve encuentro con May antes de la reunión. Y Macron también secundó la necesidad de mantener viva la negociación. "No estamos tan lejos del acuerdo aunque hacen falta más avances", resumió el francés.

Tras la intervención de May, comenzaron los conciliábulos de los socios europeos durante una cena sin presencia británica. Y aunque la atmósfera que se respiraba era de cierta comprensión hacia la primera ministra ausente, la desconfianza también era evidente, según una fuente comunitaria.

Y como prueba del evidente resquemor, nada más escuchar el balance de Barnier, se produjo la intervención del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, quien adelantó a los presidentes de Gobierno los planes de emergencia que prepara Bruselas para garantizar la estabilidad de la economía del continente en caso de que se precipite un Brexit brutal.

Nadie desea acercarse a ese escenario, insisten todas las fuentes. Y como señal de buena voluntad hacia Londres, los líderes europeos parecen dispuestos a retomar la cumbre de noviembre prometida a May para cerrar el Brexit y que quedó en el aire después de que en Salzburgo la primera ministra diese por concluido su margen de negociación.

Londres parece ahora dispuesto a mover ficha. Pero a falta de saber el alcance real de ese movimiento y la capacidad de May para llevarlo a cabo, varios socios europeos prefieren seguir supeditando la convocatoria de la cumbre de noviembre a que se produzcan verdaderos avances en la negociación.

"Theresa May debe concretarnos qué se puede aceptar teniendo en cuenta sus equilibrios políticos", reclamó Macron a la vista de el Gobierno británico se tambalea cada vez que se produce algún avance hacia un Brexit blando y favorable económicamente a las dos partes. La presidenta de Lituania, Dalya Grybauskaité, especializada en aprovechar el escaso peso relativo de su país para cantar las verdades a los supuestos gigantes, fue mucho más dura y directa. "por ahora no sabemos qué quieren los británicos y lo que es peor, ni siquiera ellos saben lo que quieren",

Bruselas y Londres se culpan mutuamente de intransigencia en relación con el tema más espinoso, la frontera entre las dos partes de Irlanda. Y las diferencias provocaron el pasado domingo un choque frontal entre Barnier y el negociador británico, Dominic Raab, que puso en riesgo de descarrilamiento toda la negociación. Al día sigueinte, la Comisión europa anunció que aceleraba los preparativos ante el peligro de llegar a un catastrófico Brexit sin acuerdo.

Pero en las horas previas a la cumbre se suavizaron asperezas y se buscó un mínimo consenso para seguir adelante. May, al menos, puede volver a casa sin la sensación de derrota que se llevó de Salzburgo y que la llevó a dirigirse a la población por británica en un mensaje lleno de dramatismo en el que acusó a los socios europeos de haberle faltado al respeto. Esta vez al menos se han mantenido las formas. Pero el mensaje de Bruselas ha sido más educado pero igual de exigente: keep calm but not too long.

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