Los mercados castigan el plan presupuestario del Gobierno italiano pero Bruselas concede una tregua
La Bolsa de Milán se desploma y la prima de riesgo se dispara por el incremento del objetivo de déficit al 2,4%
No habrá momento Varoufakis. Los amantes de las emociones fuertes esperan un choque frontal entre el Gobierno italiano y el resto de la zona euro, comparable al registrado en 2015 entre el contestatario ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, y el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. Pero de momento deberán esperar.
Bruselas ha acogido con pies de plomo y sangre fría el proyecto de Presupuestos para 2019 anunciado en la noche del jueves por el Gobierno italiano, que eleva hasta el 2,4% el objetivo del déficit público, casi un punto por encima con respecto a la propuesta del 1,6%, elaborada por el titular de Economía, el independiente Giovanni Tria, y que contaba con el visto bueno tácito de la Comisión Europea.
La reacción de los mercados fue inmediata. Y la Bolsa y los bonos del Gobierno italiano han sido fuertemente golpeados este viernes. Pero a diferencia del vendaval bursátil, las autoridades comunitarias han reaccionado con evidente calma y prefieren eludir, al menos de momento, una batalla campal con Roma. Bruselas está a solo ocho meses de las elecciones al Parlamento Europeo y la consigna es evitar cualquier medida que recuerde al votante los excesos de la política de austeridad impuesta entre 2010 y 2015. La Comisión prefiere centrar el debate en la defensa de las libertades, los valores fundamentales y el Estado de derecho, un terreno en el que los movimientos populistas se defienden con muchas más dificultades.
Las fuentes consultadas apuntan a una voluntad de entendimiento siempre y cuando el Gobierno de Giuseppe Conte y, sobre todo, los líderes de facto Luigi Di Maio (Movimiento 5 Estrellas) y Matteo Salvini (la Liga), no traspase la línea de violar de manera flagrante el marco presupuestario europeo.
"No tenemos intención de ir al conflicto", ha asegurado Di Maio tras celebrar un acuerdo presupuestario que incluye muchas de las demandas de 5 Estrellas, como 10.000 millones de euros para combatir la pobreza, una pensión mensual mínima de 780 euros y una partida de 1.500 millones de euros para indemnizar "a las víctimas del sector bancario".
La primera prueba de fuego para el Gobierno italiano llegará el próximo lunes, en la reunión mensual del Eurogrupo (ministros de Economía de la zona euro). Los ministros habitualmente más duros (Alemania, Holanda...) podrían aprovechar la cita para llamar al orden a su colega italiano, que les había anunciado un presupuesto mucho más restrictivo. El primer ministro holandés, Mark Rutte, ya se ha mostrado este viernes "muy preocupado" por el proyecto italiano y ha señalado que "más allá de lo que le parezca a la Comisión, este tipo de políticas altera a los mercados". Aun así, nadie parece todavía dispuesto a romper puentes y el choque, de llegar a producirse, llegaría en la reunión del Eurogrupo en noviembre.
"Ya no estamos en el período de la crisis", señalan fuentes comunitarias. "En 2012, un proyecto como el italiano hubiera desencadenado un grave choque, pero estamos en otra fase", añaden esas fuentes.
"Esperamos que el proyecto de presupuestos se presente antes del 15 de octubre", se limitó a señalar con frialdad un portavoz de la Comisión Europea. "El proyecto será analizado al igual que el de los otros Estados de la zona euro", remató.
Más duro se mostró el comisario europeo de Economía, el socialista francés Pierre Moscovici, que recordó al Gobierno italiano que Bruselas debe pronunciarse sobre el proyecto de presupuestos y puede rechazarlo, una posibilidad nunca utilizada hasta ahora pero que podría estrenarse llegado el caso.
"La Comisión no tiene ningún interés en tener una crisis con Italia, pero al mismo tiempo tampoco tenemos intención de aceptar un incumplimiento de las reglas presupuestarias", advirtió Moscovici en una entrevista con la radio francesa BFM.
Pero derrape presupuestario italiano llega después de que el propio Moscovici haya aceptado una relajación de los objetivos presupuestarios en España, con una rebaja del ajuste exigido del 0,65% del déficit estructural al 0,4%. Y el Eurogrupo ya no está presidido por el socialista holandés Jeroen Dijsselbloem, siempre fiel a las recetas austeras de Berlín, sino por el socialista portugués, Mario Centeno, cuyo Gobierno ha dado marcha atrás en varias de las medidas exigidas en su día por la desaparecida Troika, formada por la Comisión, el Banco Central Europeo y el FMI.
A Italia se le reclamaba hasta ahora un ajuste del 0,6% (también en términos estructurales), pero Bruselas ya preveía que se redujera a la mitad en 2019. Roma podría evitar un severo correctivo si, a pesar del deterioro nominal de los números rojos, logra contener el déficit estructural y rebajar, aunque sea ligeramente, la deuda pública.
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