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La esperanza de cambio se apaga en Ucrania

Los líderes ucranios confían en el ingreso a la UE y la OTAN para resolver los problemas de un país desilusionado y castigado por la guerra

Milicianos de la autoproclamada República Popular de Donetsk en el 75 aniversario de la liberación del Donbás de la ocupación nazi.
Milicianos de la autoproclamada República Popular de Donetsk en el 75 aniversario de la liberación del Donbás de la ocupación nazi.ALEXANDER ERMOCHENKO (REUTERS)

El ingreso en la OTAN y en la Unión Europea son metas compartidas por los políticos favoritos para los comicios presidenciales que se celebrarán en Ucrania el próximo marzo. Ninguno de los pretendientes (incluido el presidente en activo Petró Poroshenko) tiene recetas mágicas para recuperar Crimea, anexionada por Rusia en 2014, o para reintegrar los territorios del Donbás, la zona minera e industrial del Este del país, donde, con el apoyo de Rusia, activistas marginales autoproclamaron las “repúblicas populares”, que hoy son un foco bélico en el corazón de Europa.

La campaña electoral ha comenzado ya de hecho en un clima de desilusión por los resultados del proceso que arrancó el otoño de 2013, con las protestas callejeras contra el entonces presidente Víctor Yanukóvich y a favor de la integración en Occidente. El pasado fin de semana en el foro “Estrategia europea de Yalta” los principales candidatos se lanzaron al ruedo en Kiev. Esta cita internacional patrocinada por el oligarca Víctor Pinchuk, se celebraba en Crimea antes de la anexión.

Ahora, Crimea es un espacio militarizado y controlado por Rusia y en el Este de Ucrania la guerra se ha cobrado más de 10.000 muertos, una cifra superior a la de Serebrenitza, la localidad yugoslava donde en 1995 fueron asesinados más de 8000 musulmanes, según ha dicho Kurt Volker el diplomático norteamericano que negocia con Rusia en busca de una solución para Donbás. 

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En Ucrania hay cerca de un millón y medio de desplazados por causa de la guerra, la corrupción sigue viva en el aparato administrativo y los ciudadanos no se sienten protegidos por un Estado que se muestra pusilánime ante los grupos armados fogueados en la contienda contra los secesionistas y hoy al servicio de causas particulares o ideologías extremas.

Pronósticos de las encuestas

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Las esperanzas de un cambio a mejor no se han materializado. Las encuestas confirman que casi el 40% del electorado o bien no votará o no ha decidido por quién lo hará. Entre los aspirantes a la presidencia dominan las caras viejas. Según un sondeo de tres centros sociológicos de principios de septiembre, la lista de preferencias (de los que piensan votar) está encabezada por la ex primera ministra Yulia Timoshenko, que obtendría un 11%. La sigue Poroshenko con 7,1%, y tras ellos se posicionan después un actor cómico (Vladímir Zelenski 6,7%), un cantante de rock (Sviatoslav Vakarchuk 6,5%) y el ex ministro de defensa Anatoli Grizenko (6,3%). Zelenski es autor de la popular serie televisiva “El Servidor del Pueblo” sobre un maestro convertido en presidente del Estado y Vakarchuk es el alma del grupo “Okean Elsa” además de tener el grado académico de “candidato en física y matemáticas”.

El liderazgo de Timoshenko es confirmado por otras encuestas, pero la situación puede cambiar, ya que Poroshenko dispone de recursos administrativos superiores a sus rivales. “Los jóvenes están decepcionados y exigen nuevos líderes y nuevas caras y por eso apoyan a Vokarchuk y Zelenski”, afirma Iryna Bekeshkina, directora de la fundación Iniciativas Democráticas, según la cual el cantante tiene más respaldo en el centro y occidente del país y el cómico, en el Sur y en el Este”. Si no se presentan, habrá que ver adonde se dirigen sus votos, afirma la socióloga. “El populismo”, advierte, “será un instrumento de todos los candidatos”.

En las organizaciones no gubernamentales creadas para controlar a la administración se percibe el desánimo. “Solo con una enorme presión social y de occidente se ha conseguido que por fin estén formando el tribunal anticorrupción”, señalan medios periodísticos, refiriéndose a la nueva instancia jurídica independiente, que fue aprobada por ley el pasado junio. Para conceder a Ucrania un crédito macroeconómico de 1000 millones de euros, la UE ha exigido medidas anticorrupción. El memorándum del crédito fue firmado el pasado viernes en Kiev.

En opinión de Bekeshkina, la extrema derecha no tiene ninguna posibilidad de hacerse con la presidencia y, en el mejor de los casos, si se unieran todos los grupos de esta tendencia, dice, podrían llegar al 5% en el parlamento.En la calle, sin embargo es otra cosa. El “Nazionalni Korpus, un movimiento armado que dirige Andréi Beletski (diputado de la Rada de tendencia nacionalista radical), tiene un carácter intimidante y cuenta con miles de personas que actúan en todo el territorio de Ucrania, señalan analistas que no quieren ser citados. Estos analistas opinan que los movimientos armados mantienen vínculos (o son tutelados) desde diversos ámbitos la estructura de poder.El deterioro de la figura de Poroshenko es enorme, si se considera que su aprobación en 2014 superaba el 50% y el presidente trata compensarla apelando al sentido de comunidad nacional.

El dirigente se ha pronunciado a favor de que la iglesia ortodoxa ucraniana que está sometida actualmente a la jerarquía del la Iglesia Ortodoxa Rusa se independice de esta institución, cuyo patriarca, Kiril, está muy identificado con los intereses del Estado ruso. Los primeros pasos para el corte de amarras están dados y el envío a Kiev de dos emisarios de la Iglesia de Constantinopla (reconocida como la de más autoridad en el seno de la comunidad de iglesias ortodoxas) apunta en este sentido. El tema es sumamente político y puede traducirse en conflictos locales por el control de las parroquias.

“Adiós” a Moscú

El presidente ucraniano, Petró Poroshenko, quiere fijar en la constitución del Estado el rumbo atlantista y hacia la UE para dar así, según dice, una señal a Occidente y un adiós a Moscú. El líder no parece tener demasiado interés en el electorado del Donbás, que no le es favorable.

Los sectores prorusos, que antes se aglutinaban en el partido de las Regiones, se están articulando en torno al político Vadim Rabinóvich asociado con Víctor Medvedchuk, quien goza de una relación privilegiada con el presidente ruso Vladímir Putin.

La postura rusa sobre Donbás (apoyo a los acuerdos de Minsk y rechazo de un despliegue de pacificadores de la ONU que controlaran todo el territorio rebelde) no se modificará antes de que concluya el ciclo electoral, en opinión del norteamericano Kurt Volker.

En Kiev, este diplomático ha reprochado al gobierno ucraniano no hacer suficiente para que la población civil residente en el territorio controlado por los insurgentes reciba sus pensiones de jubilación y prestaciones sociales y le ha recomendado colaborar con la Cruz Roja y otras organizaciones humanitarias. El conflicto no está congelado, ha dicho Voker, sino que continúa desde hace cuatro años “cada día y cada noche”.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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