Putin firma la anexión de Crimea a Rusia
Putin asegura que la península "es una parte inalienable" de Rusia en una sesión extraordinaria del Parlamento y pide a la Duma que promulgue una ley para anexionar el territorio
Todo fue fulminante: nada más terminar de hablar ante la élite política rusa —miembros de ambas cámaras del Parlamento y jefes de las regiones del país—, el presidente Vladímir Putin y la delegación crimea, compuesta por los dirigentes de la península, procedieron a firmar el tratado internacional por el cual Crimea y Sebastópol pasan a formar parte de la Federación Rusa. La anexión queda ahora pendiente solo de la aprobación del Parlamento ruso y el visto bueno del Constitucional, tramites que nadie duda se cumplirán sin problemas.
Todo tiene un límite” y Washington “lo traspasó” en el país vecino Vladímir Putin
En el discurso pronunciado en la Sala de San Jorge del Kremlin antes de la firma, Putin había asegurado que Crimea es “tierra santa rusa” y opinado que, en Ucrania, Estados Unidos y sus socios occidentales se pasaron de la raya. “Todo tiene un límite” y Washington “lo traspasó” en el país vecino, señaló, acusándolo de estar acostumbrado a actuar según la ley del más fuerte.
Putin recordó que precisamente en Crimea el príncipe Vladimiro fue bautizado, comenzando así la cristianización de Rusia, y que en la península los rusos escribieron páginas heroicas de su historia. Se refirió asimismo al traspaso a Ucrania de provincias del sur de Rusia después de la revolución bolchevique, a lo que siguió la entrega de Crimea, que se hizo en 1954 sin consultar al pueblo. Ese “robo a Rusia” se hizo sin siquiera cumplir con las formalidades legales que exigía la Constitución de la época. Verdad es que, reconoció, en aquellos tiempos se trataba de un acto prácticamente formal, porque se realizaba en el interior de un gran país y nadie se podía imaginar que algún día Rusia y Ucrania se separarían.
El líder ruso defendió la legalidad del referéndum celebrado en Crimea el domingo pasado e insistió en que la consulta se hizo en concordancia con el derecho internacional. Al respecto, citó textualmente documentos de la ONU y de EE UU relativos a Kosovo e insistió en el paralelismo de la situación de Crimea y la de ese territorio, que entonces era una provincia de Serbia.
En particular, citó en primer término un dictamen del Tribunal Internacional de Justicia de la ONU del 22 de julio de 2010 sobre el caso kosovar, en el que se afirma que “de la práctica del Consejo de Seguridad no se desprende ninguna prohibición general a la declaración unilateral de independencia” y que “el derecho internacional no contiene ninguna prohibición aplicable a la declaración de independencia”.
En segundo, reprodujo dos frases del memorando fechado el 17 de abril de 2009 que EE UU presentó a dicho tribunal en relación a Kosovo: “las declaraciones de independencia pueden contradecir, y con frecuencia así sucede, las leyes internas; sin embargo, ello no significa que se esté violando el derecho internacional”.
“Nuestros socios occidentales encabezados por EE UU prefieren guiarse en política internacional por el derecho del más fuerte, creen que solo ellos pueden tener la razón. Aquí y allá utilizan la fuerza contra países independientes, hacen aprobar las resoluciones que necesitan de las instituciones internacionales o simplemente las ignoran, como lo hicieron en Yugoslavia”, manifestó Putin, que enumeró también Afganistán, Irán y “la clara violación de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Libia”. Sobre esta última, el líder ruso sostuvo que Naciones Unidas decretó una zona de no vuelo pero Washington se arrogó el derecho a bombardear el país. La resolución 1973 también autorizaba “el uso de todos los medios necesarios para proteger los civiles, excluida la ocupación”.
A Rusia siempre la han engañado, se lamentó Putin. Lo hicieron, por ejemplo, cuando en tiempos de Mijaíl Gorbachov prometieron que la OTAN no se ampliaría hacia el Este.
Putin afirmó que después del golpe de Estado que se dio en Kiev y de la política emprendida por las nuevas autoridades, Rusia “no podía abandonar” a los crimeos, tenía la obligación de ayudarlos; lo contrario, señaló, habría sido “una traición”. Pero, según su punto de vista, no se trata de una anexión ni de una invasión —“¿dónde ha habido una invasión sin enfrentamientos ni víctimas?”, inquirió— y recordó que no había hecho uso de la autorización parlamentaria de enviar al Ejército. Simplemente no era necesario, explicó, pues los soldados rusos ya estaban en la península “de acuerdo con un tratado internacional” y aunque reforzó su presencia ni siquiera llegó al límite de efectivos permitidos por ese tratado, que es de 25.000 uniformados. Para Rusia, de lo que se trata es de una reunificación.
La “política de contención de Rusia, que se aplicaba en el siglo XVIII, y en el XIX, y en el XX continúa hoy. Constantemente intentan arrinconarnos porque tenemos una posición independiente, porque la defendemos, porque llamamos las cosas por su nombre y no recurrimos a la hipocresía. Pero todo tiene su límite. Y en el caso de Ucrania nuestros socios occidentales pasaron la raya, se comportaron de manera grosera, irresponsable y no profesional”, espetó.
“Sabían perfectamente que en Ucrania y en Crimea viven millones de rusos. ¿Hasta qué punto hay que perder la intuición política y el sentido de la medida para no prever todas las consecuencias de sus acciones? Rusia se vio en un punto del que no podría retroceder. Si se aprieta un resorte hasta el fondo, terminará por saltar. Hay que tener siempre en cuenta esto”, advirtió. Ahora lo que se necesita es terminar con las reacciones “histéricas, renunciar a la retórica de la guerra fría y reconocer una cosa evidente: Rusia es un participante activo e independiente en la arena internacional y como otros países posee sus intereses nacionales que hay que tener en cuenta y respetar”.
Finalmente, Putin agradeció la posición de China y la India y pidió apoyo al pueblo de Estados Unidos y a Europa, especialmente a Alemania. Al respecto recordó que Rusia apoyó incondicionalmente la reunificación alemana al final de la era soviética en circunstancias en las que había países teóricamente aliados que no estaban por la labor.
El martes ha sido un día histórico para los rusos no solo porque se han hecho de nuevo con Crimea sino también porque han vuelto a considerarse ciudadanos de una gran potencia, calidad que Rusia había perdido incluso ante ella misma y que ahora cree haber recuperado.
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