Un naufragio que refuerza las dudas sobre los guardacostas libios
Unas 300 personas se han ahogado frente a Libia en los últimos diez días. El domingo pasado Italia ordenó que todas las llamadas en esa zona de alerta fueran derivadas a Trípoli
Solo unas horas después de que los líderes de los Veintiocho alcanzaran en Bruselas un pacto sobre inmigración que solo atenúa las crisis políticas en torno al fenómeno sin entrar a abordarlo a fondo, un centenar de personas morían ahogadas frente a Libia en el intento de alcanzar Europa para prosperar o huir de persecuciones o guerras. “¿A quién salvo primero, a las madres, a los niños?”, se preguntó Amri Swileh cuando el motor empezó a arder, hubo una explosión y tanto el fuego como el pánico se extendieron, según contó a la agencia France Presse al ser devuelto a tierra. “Al final, decidí salvarme a mí mismo”, explicó el yemení de 26 años. Solo 16 de los migrantes sobrevivieron al naufragio, en aguas territoriales libias. “Nadaron durante una hora antes de que llegase el rescate”, tuiteó Acnur desde su cuenta oficial.
Los fallecidos de este viernes se sumarán a los 1.137 ahogados hasta el jueves en lo que va de 2018, según el recuento de Acnur. Solo los cuerpos de tres de los bebés a bordo (dos marroquíes y un egipcio) pudieron ser recuperados, según un comunicado de la Guardia Costera libia colgado en Facebook en el que se queja de “la falta de barcos, de medios de rescate” además de constatar “un aumento de víctimas, la incapacidad para recuperar los cuerpos y la imposibilidad de gestionarlos con el riesgo sanitario y medioambiental que supone”. El ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, prometió el pasado lunes durante una visita a Trípoli la entrega de 12 patrulleras más.
Entre los ahogados había 20 mujeres, diez niños y un amplio abanico de nacionalidades: Yemen, Egipto, Sudán, Marruecos, Ghana, Nigeria… Los 16 supervivientes fueron trasladados a “las instalaciones antiinmigración de Tajura”, según la nota de la Guardia Costera de Libia, un centro de la red de centros de detención gestionada por el Gobierno donde según las ONG los abusos son frecuentes y las opciones de ser excarcelado escasas. Idéntico destino aguarda a todos los interceptados por los libios. El viernes fueron 345 y este sábado suman 270.
Los últimos diez días han sido terriblemente letales en el Mediterráneo central con unos 300 muertos, lo que supone en torno a un tercio de los fallecidos desde enero. Es un periodo en el que han coincidido la política italiana, avalada por la UE, de dejar a las ONG de rescate al margen de las operaciones de salvamento, que ha delegado en Libia, y las buenas condiciones meteorológicas para zarpar desde el país magrebí. El coordinador de rescates del Aquarius, Nicola Stalla, ha criticado este sábado en conferencia de prensa en Marsella, la inaceptable criminalización e instrumentalización de la obligación legal de rescatar en altamar por parte de la clase política europea”.
A bordo del Astral, su capitán, Ricardo Gatti, ha declarado que “la obligada ausencia de los barcos de rescate durante las últimas semanas ha traído consigo la consecuencia lógica de tener que contar más muertos”. El Astral es uno de los dos barcos de la ONG Proactiva Open Arms que había en la zona el viernes. “Se está dando el mensaje de que la guardia costera libia es igual a la italiana o la española. Pero no es verdad. No llevan ni chalecos salvavidas a bordo". La UE ha invertido dinero y medios en instruir y equipar a los guardacostas libios en los últimos años.
Hace una semana la Guardia Costera italiana mandó una circular en la que ordenaba a los capitanes que estuvieran frente a Libia que todas las llamadas de auxilio en el sur del Mediterráneo central dejaran de ser comunicadas a Roma y fueran dirigidas a Trípoli. La versión oficial italiana es que el naufragio sucedió en aguas territoriales libias y la central Operativa de la Guardia Costera de Roma no ha estado implicada.
A las 4 de la mañana del viernes no había embarcaciones de ONG ni mercantes a siete millas de la costa. Fueron unos pescadores locales quienes llamaron a la Guardia Costera de la base de Al Hamidya para dar la alerta. El capitán del Astral lamenta que les hicieran el vacío: "Desgraciadamente el viernes no nos llamaron para rescatar. No podemos afirmar que si hubiésemos llegado a tiempo los habríamos salvado, pero si nos hubiesen involucrado en el rescate tendríamos al menos esa posibilidad. Estamos aquí para evitar que la gente muera”. El Aquarius, de Médicos sin Fronteras, y SOS Mediterranée zarpará hacia la zona donde proliferan las pateras cuanto antes, tras una escala que le llevó contra su voluntad hasta Marsella (Francia).
El superviviente yemení del naufragio con 100 muertos contó también que, en cuanto vio el bote de madera, intuyó el peligro porque estaba atestado. “Me sorprendí al ver a barcaza, estaba llena, éramos como 120”, detalló. Se negó a subir, pero fue forzado, como les suele ocurrir. Cuando uno compra el peligroso billete para Europa desde Libia los que se lucran con la desesperación no permite que el miedo del último instante le arruine el negocio. “Ellos [los traficantes] me pegaron y me dijeron: si no te subes, te pegaremos un tiro”. Las mismas palabras que varios de los últimos rescatados por el Aquarius recordaban.
La agresiva política migratoria de Salvini se nota en el mar. Pero el ministro del Interior insiste en que los puertos italianos estarán cerrados todo el verano a las ONG extranjeras. Un discurso que no acaba de encajar bien en el ala más a la izquierda del Movimiento 5 Estrellas —su socio de Gobierno—, que empieza a discrepar públicamente de esa línea de acción. El viernes, el presidente de la Cámara de Diputados, el grillino Roberto Fico, visitó un centro de internamiento en Pozzallo (Sicilia) y defendió “el extraordinario trabajo de las ONG”. “Yo los puertos no los cerraría, de la inmigración se debe hablar con inteligencia y corazón”, señaló tras recordar que las investigaciones abiertas en Italia contra las organizaciones que rescatan a migrantes en el Mediterráneo no han concluido que hubiese ninguna actividad delictiva.
Stalla, del Aquarius, ha criticado otras dos “situaciones inaceptables de las que ha sido testigo” durante la última rotación: “la incesante partida de botes, y tragedias diarias; la intensificación de las interceptaciones” por parte de los libios para “devolver a la gente “al infierno”.
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