Sin pruebas para juzgar a Boko Haram
La justicia nigeriana deja en libertad a casi un millar de supuestos miembros del grupo terrorista en el marco del macrojuicio iniciado en octubre
La justicia nigeriana ha liberado en los últimos meses a más de 1.000 personas acusadas de formar parte del grupo terrorista de Boko Haram por falta de pruebas. Un último grupo de 526 detenidos fue puesto en libertad la pasada semana después de que comparecieran ante un tribunal instalado en la base militar de Kainji, según anunció este lunes el Ministerio de Justicia. Ya el pasado mes de octubre ocurrió lo mismo con 468 imputados. El macrojuicio que comenzó el pasado mes de octubre con la toma de declaraciones de los primeros 1.670 supuestos miembros del sanguinario grupo armado de un total de 2.300 se anunció como la primera acción judicial de envergadura contra Boko Haram. Entre los más de 40 condenados hasta ahora por el juez está el supuesto cerebro del macrosecuestro de Chibok, Haruna Yahaya.
En el pasado tan solo 13 personas habían sido llevadas ante el juez, de los cuales nueve fueron condenadas. Sin embargo, se ha revelado cierto el temor que tenían las organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional, que habían denunciado que muchos de los detenidos no podían ser considerados milicianos de Boko Haram y que, en todo caso, habían sido obligados a coger las armas por la fuerza o bajo coacción y amenazas.
“En ausencia de pruebas suficientes contra ellos han sido liberados”, anunciaba este domingo Salihu Othman Isah, portavoz del Ministerio de Justicia. Los 475 civiles que recuperan la libertad serán enviados en los próximos días desde la base militar de Kainji hacia sus estados de origen, donde serán acogidos en centros públicos para “una rehabilitación adecuada” que les permita volver con sus familias a la mayor brevedad posible. Sin embargo, algunos necesitarán cuidados médicos o psicológicos tras pasar años en manos del Ejército.
Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado en reiteradas ocasiones la existencia de torturas y abusos de todo tipo por parte de las Fuerzas Armadas nigerianas contra la población civil, especialmente aquellos a quienes se considera miembros o cómplices de Boko Haram y se encuentran en sus centros de detención. Entre ellos se encuentran chicas jóvenes obligadas a casarse con los milicianos y campesinos que ingresaron sus filas a punta de fusil.
Según Amnistía Internacional, unos 7.000 detenidos habrían muerto en las prisiones nigerianas desde 2011 a causa de la tortura y las pésimas condiciones de vida y otros 1.200 habrían sido ejecutados extrajudicialmente. El macrojuicio se ha llevado a cabo durante casi cinco meses en instalaciones militares, a puerta cerrada y sin la presencia de medios de comunicación, lo que ha provocado las críticas de organismos internacionales que consideran que no se daban las suficientes garantías. Muchos de los detenidos llevaban entre tres y cuatro años en prisión sin haber sido formalmente acusados ni haber recibido asistencia letrada.
Sin embargo, del total de 1.670 personas juzgadas en Kainji al menos 45 han sido encontradas culpables y condenadas a penas que van desde los dos hasta los 15 años de prisión. Entre ellos se encuentra el supuesto cerebro del secuestro de las 276 niñas de Chibok, Haruna Yahaya, de 35 años, a quien el pasado miércoles se impuso una primera pena de 15 años y días más tarde recibió otra condena similar. “Pasará treinta años en prisión”, aseguró Othman Isah.
Yahaya, un comerciante con una discapacidad en uno de sus brazos natural de la ciudad de Potiskum, en el estado de Yobe, reconoció haber participado en dicho secuestro, pidió perdón por los hechos y aseguró que fue obligado a ingresar en Boko Haram. Asimismo, declaró que no recordaba a cuántas personas había tenido que matar. Su abogado defensor calificó de “patética” la condena teniendo en cuenta su testimonio. Yahaya dijo al juez que le habían obligado a llevar un rifle AK47 y que se lo ataba a su brazo funcional “con el dedo en el gatillo listo para disparar”.
Pese a los constantes anuncios en las últimas semanas del Ejército nigeriano de que Boko Haram había sido derrotado e incluso la difusión de noticias acerca de la supuesta huida a Camerún de su líder, Abubaker Shekau, vestido de mujer, lo cierto es que el grupo terrorista mantiene su capacidad de golpear. El pasado viernes morían 19 personas a causa de un triple atentado llevado a cabo por terroristas suicidas en un mercado a las afueras de la ciudad de Maiduguri, capital del estado de Borno.
Este grupo yihadista radical, uno de los más sanguinarios de África, ha provocado más de 20.000 muertes y unos 2,6 millones de desplazados de sus hogares, extendiendo el conflicto desde el noreste de Nigeria hacia las fronteras de los países vecinos, Chad, Níger y el norte de Camerún.
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