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Hariri trata de atajar la crisis libanesa retirando su dimisión como primer ministro

El político anunció su marcha hace un mes desde Arabia Saudí, desde donde criticó la injerencia iraní y dijo temer por su vida

El presidente de Líbano, Michel Aoun (der.) y el pimer ministro, Saad Hariri (izq.) en el palacio presidencial de Beirut este martes.Vídeo: jOSEPH EID (AFP) | reuters
Natalia Sancha

El primer ministro libanés, Saad Hariri, retiró este martes su dimisión que había anunciado por sorpresa el pasado 4 de noviembre desde Arabia Saudí, sumiendo al Líbano en una crisis política. Lo ha hecho tras finalizar la primera reunión que ha mantenido el Consejo de ministros en un mes, donde todas las fuerzas políticas internas se han comprometido a disociarse de los conflictos regionales con el fin de preservar la estabilidad nacional.

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"El Consejo de Ministros agradeció al primer ministro por haber anulado su dimisión", dijo el Gobierno en un comunicado leído por el propio Hariri. "Todos los componentes políticos [entre los que se encuentra Hezbolá] deciden disociarse de todos los conflictos, disputas, guerras o asuntos internos de los países hermanos árabes, con el fin de preservar las relaciones políticas y económicas de Líbano", ha señalado igualmente.

El Ejecutivo libanés daba por zanjada así la crisis interna que provocó la renuncia de Hariri el pasado 4 de noviembre quien, en un discurso televisado desde Riad, alegó temer por su vida y arremetió contra la interferencia iraní en los asuntos internos del país. Desde entonces, todos y cada uno de los líderes políticos y religiosos libaneses – el país alberga 18 confesiones- han llamado a la calma y sobre todo a mantener la ‘estabilidad’.

La inesperada renuncia de Hariri cogió por sorpresa tanto a los diferentes partidos políticos libaneses como a sus ciudadanos. El largo mutismo que mantuvo desde Riad el entonces dimitido primer ministro desató la incertidumbre entre la casta política cuando el Presidente Michel Aoun acusó a Riad de mantener retenido al mandatario libanés.

La crisis fue desbloqueada por la intervención de Francia, cuyo presidente, Emmanuel Macron, invitó a Hariri a París el pasado 18 de noviembre. Tres días después Hariri regresó a Beirut y puso en "suspenso" su dimisión iniciando en la capital libanesa intensas negociaciones políticas con los diferentes líderes nacionales, y reuniéndose con numerosos representantes diplomáticos europeos, de EEUU y regionales.

Si bien los libaneses celebran el freno a la escalda política que amenazaba con una deriva armada, son pocos los que dan crédito a la promesa de disociación hecha hoy por el Consejo de ministros. “Es la misma historia de siempre. Llaman a la no injerencia, pero no dan [por los políticos libaneses] un solo paso en el país sin el beneplácito de sus respectivos padrinos regionales e internacionales “, dice en Beirut Tarek Taher, mecánico de 38 años.

Para muchos otros libaneses como Taher, el acuerdo de hoy no simboliza más que un nuevo parche en la compleja realidad política del país. El propio espectro político libanés actual es el producto de la interferencia política externa con el bloque 8 de marzo –liderado por el Presidente Aoun y Hezbolá, ambos aliados de Siria e Irán- opuesto al 14 de marzo – liderado por el partido El Futuro que encabeza Hariri, aliado de Arabia Saudí y avalado por EEUU y Francia- con Siria como telón de fondo. Hoy, el Consejo de ministros refrendó su adhesión a los acuerdos de Taef que pusieron fin a la cruenta Guerra Civil (1975-1990).

Desde entonces, el pequeño pero complejo país se ha convertido en el terreno predilecto para la guerra regional que libran la principal potencia chií, Irán, contra la suní, Arabia Saudí. Una vez más, las diatribas regionales han demostrado primar sobre la agenda del libanés de a pie acuciado por una rampante crisis económica debida en parte a la acusada corruptela interna, pero también a los cerca de siete años de contienda siria que han privado al país de los ingresos del turismo, las remesas de unos expatriados progresivamente expulsados del Golfo, arrastrado al país en la guerra contra el yihadismo y solapado sus ya deficientes infraestructuras con la acogida de 1,5 millones de refugiados sirios (que cuentan por un cuarto de la población total del país).

Y ello, y tras que el Ejecutivo libanés batiera récord con más de dos años y medio sin presidente por falta de quórum político. Fue un acuerdo negociado bajo mesa entre Riad y Teherán el que en diciembre de 2016 puso fin a la crisis. De nuevo, los principales diarios libaneses achacaban este martes la permanencia de Hariri a un nuevo pacto sellado entre ambas potencias regionales para redefinir elstatus quo regional. Uno que ha convertido al Líbano en el tablero predilecto donde redimir sus diferencias políticas y confesionales. Riad y Teherán refrendan hoy el mismo Gobierno libanés que avalaron un año atrás, pero la partida se complica con sus respectivos avances y retrocesos en las batallas regionales que libran simultáneamente en Siria y Yemen.

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