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El dimitido Hariri asegura que volverá a Líbano muy pronto

El ex primer ministro libanés habla en una televisión de su país pero no despeja las dudas sobre su polémica estancia en Arabia Saudí

Natalia Sancha
Hariri durante su entrevista este domingo, en una imagen de la televisión iraní.
Hariri durante su entrevista este domingo, en una imagen de la televisión iraní.AFP

El dimitido primer ministro libanés, Saad Hariri, abandonó este domingo el mutismo de los últimos ocho días para anunciar que “regresará muy pronto a Líbano” desde Arabia Saudí, donde sigue sin esclarecerse si está retenido. En una entrevista con una televisión libanesa, Hariri aseguró que es libre de marcharse. Admitió que presentar su dimisión desde Riad, “no es la manera usual” de hacerlo, pero alegó que está “tomando medidas de seguridad” para protegerse. Al dimitir afirmó que temía por su vida.

“Todo lo que diga Hariri está sujeto a la sospecha”, advirtió antes del anuncio el presidente libanés, Michel Aoun. Y aseguró que las visitas al primer ministro están siendo controladas. “Se le ha impedido recibir las llamadas de varios de sus familiares”, afirmó. En los últimos días, la residencia de Hariri —que tiene nacionalidad saudí— en Riad ha vivido un ajetreado vaivén de oficiales y diplomáticos internacionales. No obstante, ninguno de ellos ha esclarecido si el exmandatario está en arresto domiciliario desde que anunció su dimisión a través de la televisión saudí el pasado 4 de noviembre.

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"Estoy aquí en el reino libre y tengo la capacidad de abandonarlo en cualquier momento, pero no quiero que mi familia vuelva a vivir lo que yo viví cuando mi padre fue asesinado", aseguró Hariri, en una referencia al atentado con coche bomba en Beirut que acabó con la vida de Rafik Hariri en 2005. El ex primer ministro aseguró que está en la diana del Gobierno sirio y los grupos yihadistas como el ISIS, y que por ello se ha visto obligado a "crear una red de seguridad" en torno a su figura. Hariri aseguró también en su primera entrevista tras la dimisión, que se está urdiendo un plan "para meter al Líbano en los ejes de conflicto" que rodean a su país "y por órdenes iraníes".

“No voy a permitir que nadie lance una guerra regional contra Líbano”, remachó antes de subrayar que Arabia Saudí no ha intervenido en los asuntos del país desde que accedió al cargo a finales de 2016 y apuntar al pacto de Gobierno con el partido-milicia chií Hezbolá. “No estoy en contra de Hezbolá como partido político, pero no se puede permitir que sabotee el Líbano”, lanzó Hariri, quien destacó que el movimiento apoyado por Irán “tiene que entender que el interés del Líbano es mantener relaciones con todos los países” de la zona.

Controvertida dimisión

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Pese a todo, la entrevista no ha terminado de despejar las dudas sobre su estancia en Arabia Saudí. Inmediatamente después de su intervención, el responsable de Exteriores de Reino Unido, Boris Johnson, instó a Hariri a regresar a Líbano "sin demorarse más". En un comunicado, Johnson explicó que había hablado con su homólogo libanés, Gebran Bassil, para reiterarle su apoyo y alertó de que Líbano no debe usarse como campo de batalla para librar los conflictos de las potencias de la región. Una llamada de alerta en torno a la tensión entre Arabia Saudí e Irán que hizo hace un par de días también el secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson.

El presidente Aoun reiteró este domingo que rechaza la dimisión de Hariri y mantuvo que la rodean “extrañas circunstancias”. Varios políticos libaneses también han denunciado que Hariri no puede moverse libremente. Desde que renunció a su puesto alegando temer por su vida y arremetió contra la injerencia iraní en Líbano, Hariri sólo ha abandonado Arabia Saudí en una ocasión: durante una visita relámpago a Abu Dabi, estrecho aliado de Riad. El sábado, las televisiones saudíes retransmitieron imágenes en las que se le veía en el aeropuerto de Riad, en la comitiva de bienvenida al rey Salmán, que había viajado a Medina.

Este sábado, los libaneses manifestaron su apoyo a su dimitido ex primer ministro. Numerosos participantes en el maratón anual de Beirut portaron pancartas con mensajes pidiendo su regreso al país.

Su inesperado cese ha provocado un terremoto cuyas ondas se extienden en la región. Riad ha convocado una reunión extraordinaria de la Liga Árabe para tratar las “agresiones iraníes”. Mientras que el conflicto sirio parecía haber dado un respiro a los libaneses en la guerra fría que libran Arabia Saudí e Irán en la región, Líbano vuelve a ocupar su tradicional rol como tablero de enfrentamientos entre las dos potencias regionales. Las victorias contra un califato a punto de extinguir junto a las derrotas sufridas por las milicias islamistas financiadas por las monarquías del Golfo en Siria han llevado a Riad a emprender una agresiva campaña contra su archienemigo chií.

Ambas potencias han alimentado los resentimientos confesionales entre libaneses chiíes y suníes libaneses en su beneficio. Sin embargo, la indignación levantada por las extrañas circunstancias que rodean a la permanencia de Hariri en Riad ha logrado el efecto contrario aparcando las diferencias confesionales y uniendo a políticos y ciudadanos por el retorno de su primer ministro.

Unos 220.000 libaneses expatriados en Arabia Saudí —que proveen 1.700 millones de euros de remesas anuales a su país— temen ser expulsados ante la creciente escalada. Mientras, cuatro países del Golfo (Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Kuwait y Bahréin) han instado a sus ciudadanos a abandonar de inmediato Líbano. Por su parte, Hasan Nasralá, líder de Hezbolá, ha acusado a Riad de intentar forzar a Israel a una guerra contra su brazo armado en Líbano.

Desde Damasco, los sirios siguen atónicos y expectantes el desenlace del caso Hariri. “Sólo tenemos abierta la frontera con Líbano, si pasa algo estamos perdidos", comenta Mahmoud, quien regenta una tienda de alimentos en el barrio cristiano de Bab Touma. Igualmente otros temen no poder ir a visitar a sus familiares en Líbano, país que acoge a 1,5 millones de refugiados sirios.

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