Ciudad Evita, una marca peronista en el mapa de Buenos Aires
El ejido del barrio situado en el extrarradio dibuja el perfil de Eva Perón saludando a los aviones
Al barrio de Ciudad Evita, a media hora de Buenos Aires, le falta una casa. Precisamente, en la Manzana 8, sección primera, circunscripción segunda. Justo en el hombro del gran perfil de Eva Perón que se distingue a vuelo de pájaro. O de avión. Se trata de una mega ciudad de 15.000 viviendas para 100.000 personas pensada en 1953 por el expresidente Juan Domingo Perón. Desde entonces fue una idea polémica. Muchos lo consideron un gesto de amor para la gran compañera de su vida; para otros, fue un acto de propaganda política de tinte autoritario. La historia oficial explica que se trata de un saludo a todo avión que llegara o se fuera de la ciudad en el por entonces flamante aeropuerto de Ezeiza.
La vinculación de Ciudad Evita con la terminal aérea más importante de Argentina es total. El barrio entero se planificó sobre una calle que luego fue el Camino de Cintura, o ruta nacional 4, el límite entre el primero y el segundo cordón del Conurbano. El otro vector es la gran autopista Ricchieri, que se asienta prolongando una de las antiguas pistas del aeropuerto de Ezeiza. En 1945, cuando se construía, la terminal era para aviones con hélice o turbohélice que aterrizaban y despegaban con mucha menos altura que ahora, por lo que el carreteo era más prolongado.
Del plan original sólo se construyeron 5.000 viviendas, pero la obra no se cortó con el derrocamiento de Perón, en 1955, sino que fue terminada dos años más tarde por el gobierno militar y hoy sobrevive como un ícono peronista en el corazón de La Matanza, la primera región electoral del interminable extrarradio de Buenos Aires. En las últimas elecciones, Cristina Fernández de Kirchner sacó en ese municipio una diferencia de 20 puntos sobre el candidato oficialista Esteban Bullrich.
En una imagen satelital se puede ver el monumento entero: el rodete, el rostro con la frente, la nariz y el mentón; el cuello, el hombro y el brazo en actitud de saludo. En la construcción se tuvieron en cuenta todos los detalles ya que las tejas tenían colores diferentes para marcar los rasgos.
El rodete y el rostro de Eva son divididos por una importante avenida: José Mario Bevilacqua. Es en honor a un vecino muy especial de Ciudad Evita, también conocido como fosforito, porque “era una luz” para todo, o simplemente Tito. Nació en Buenos Aires en 1940, pero de pequeño se mudó a la provincia de Mendoza, por el trabajo de su padre. Allí nacieron sus hermanos. Con la caída de Perón en 1955, los padres de Bevilacqua son detenidos. José Mario, en tanto, estudiaba en una escuela industrial y trabajaba de telegrafista en el correo. Con otros compañeros fundó la alianza de la Juventud Peronista y editó un pasquín clandestino llamado Chuza.
Un tiro de su propia arma le atravesó la sien el 26 de marzo de 1960 y lo mató con veinte años. Su cuerpo quedó tirado en el cuartel donde cumplía el servicio militar, que por entonces era obligatorio. Las razones de su muerte nunca fueron esclarecidas, aunque estarían relacionadas con su militancia peronista. “Nos lo entregaron con un tiro en la cabeza el 26 de marzo de 1960, cinco años después de la caída de Perón. Tuvo una vida corta, rauda, fue como un tango: la luz de un fósforo fue, pero no hay gente que no se acuerde de Tito”, recuerda a este diario su hermano Pedro, quien la misma tarde del velatorio, decidió su ingreso en la Juventud Peronista (JP).
Es la casa de los Bevilacqua la que falta. Un coqueto chalet californiano con tejas españolas que en marzo de este año fue devorado por las llamas tras un golpe de tensión. En el incendio fue rescatado otro hermano de Pedro, Andrés -dos veces concejal por Ciudad Evita y luego diputado provincial-, pero a los pocos meses falleció.
La del barrio “fue una obra muy bien ejecutada porque sigue siendo uno de los conjuntos de vivienda que conservan una gran calidad; constituye el ejemplo más extraordinario de la utilización de los recursos públicos con finalidades propagandísticas y simbólicas”, opina el historiador Eduardo Lazzari. “El terreno era un páramo que con los años se rodeó de viviendas de mucha menor calidad que las de Ciudad Evita. Mantiene un espacio de mucha calidad, perjudicado quizás por el deterioro social que Argentina ha tenido en los últimos 40 años”, completa.
“Los grandes estadistas quieren dejar grandes obras para que sobrepase su propia vida y Ciudad Evita muestra el amor que tenía Perón por Eva, a quien ya le había dedicado la provincia que hoy se llama La Pampa y hasta la capital de la Provincia de Buenos Aires, La Plata”, contrapone Angel Recine, presidente del Centro de Estudios Históricos de La Matanza (CEHLaM). “Hoy sigue siendo un barrio obrero. Nació así y la impronta no se la han podido sacar. Además hay unos cuantos dirigentes peronistas que viven y vivieron en Ciudad Evita”, completa. Sin embargo, dicen que la propia Eva se enfadó por el homenaje.
“El peronismo adopta el lenguaje art decó como el de la modernización, en contra de lo anterior. Por eso el escudo peronista es el diseño en art decó del escudo nacional. Con eso tuvo el monopolio de la modernidad, ayudado en parte por el hecho de que quienes estaban enfrente, entendían que eso debía ser combatido. Así como en aquel momento fue el peronismo quien descubre cual es el lenguaje de la modernidad, hoy lo hace Macri con los globos y los escenarios en el centro de la gente. En alguna medida nuestra política avanzó, porque sus rivales adoptaron lo mismo”, analiza Lazzari.
Justo esa casa es la que está ausente. La del militante peronista que hoy es avenida; el nido de una familia que, como todas, accedió a su vivienda por medio de un crédito del banco Hipotecario, pero que, como ninguna, se convertiría en historia viva del vecindario. Allí donde “La JP” armaba sus mítines clandestinos durante los repetidos procesos dictatoriales que gobernaron Argentina y que, incluso, rebautizaron el nombre del barrio para alejarse del peronismo. Primero Barrio Belgrano, luego Güemes y en 1983, al retorno de la democracia, nuevamente Ciudad Evita. Ocho dotaciones de bomberos fueron necesarias para apagar tanto fuego, del que aún quedan cenizas.
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