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Europa, partida en dos

Con alegato contra las indulgencias, Lutero desató un cataclismo de imprevisibles consecuencias. La ruptura de la cristiandad abrió dos siglos de guerras

Guillermo Altares
Puerta de la iglesia de Wittenberg en la que se muestran las 95 tesis reformistas de Martín Lutero.
Puerta de la iglesia de Wittenberg en la que se muestran las 95 tesis reformistas de Martín Lutero. JAN WOITAS (AP)

El desafío contra el papado lanzado por Martín Lutero (1483–1546) hace cinco siglos cambió en pocos años, y para siempre, la historia de Europa. Ningún otro acontecimiento en ese medio milenio ha tenido un impacto comparable al de la Reforma, “verdadera conmoción universal que transformó las experiencias personales de millones de hombres y mujeres”, como escribe José Enrique Ruiz-Domènec en Europa. Las claves de su historia (RBA). Poco tiempo después de aquella noche de los Todos los Santos de 1517, la protesta de un religioso desconocido de 34 años se convertiría en un cataclismo de gigantescas consecuencias. Europa se sumiría en un periodo de guerras civiles y matanzas que se prolongaría, con breves periodos de paz, durante casi dos siglos.

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En gran medida, la división de Europa en dos relatos opuestos continúa, pese al indiscutible éxito que ha representado la UE y la solidaridad demostrada por los países del norte hacia los del sur —el interminable castigo a Grecia no debe hacernos olvidar lo que han representado los fondos de cohesión durante estos 50 años de construcción europea—. Los prejuicios son difíciles de borrar y frases como aquella afirmación del presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, sobre algunos europeos que se gastan el dinero “en alcohol y mujeres” serían difícilmente comprensibles sin aquella ruptura tectónica de Lutero.

Pocas veces en la historia, un acto tan pequeño —colgar 95 tesis en un documento no más grande que un papel formato DIN A3 en la entrada de una iglesia de una ciudad de Alemania— ha tenido unas consecuencias tan perdurables. De hecho, como explica Lyndal Roper, autora de una monumental (y muy entretenida) biografía, Martín Lutero. Renegado y profeta (publicada recientemente por Taurus en castellano) ni siquiera ese acto fundacional del protestantismo está claro. “El 1960, el historiador católico Erwin Iserloh señaló que no ha existido ningún documento conclusivo de la época que demostrase que Lutero había clavado las tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg. Ahora pensamos que probablemente lo hizo, aunque el historiador Daniel Juette ha demostrado que seguramente las pegó, no las clavó”, señala esta catedrática de historia en la Universidad de Oxford en una entrevista por correo electrónico.

Roper explica en su libro que, además, de los dos originales que se conservan ninguno utiliza la cifra de 95 tesis: uno las numera en series de 25 y otro habla de 87, porque el impresor las contó mal.

En gran medida, la división actual de Europa entre el norte y el sur nació a raíz de aquellas 95 tesis “clavadas” en la puerta de Wittenberg

La protesta original de Lutero fue contra las indulgencias de la Iglesia de Roma, la posibilidad de comprar el perdón de los pecados, incluso para los muertos que se encontraban varados en el purgatorio. Pero su reivindicación fue mucho más allá, porque también defendía una relación directa con la Biblia en las lenguas vernáculas, no sólo en latín, una interpretación del texto sin mediaciones.

Su arma principal fue un invento reciente: la imprenta. “Fue la primera estrella mediática de la historia”, escribe en Martín Lutero. Vida, mundo, palabra (Trotta) Thomas Kaufman, profesor de historia eclesiástica en la Universidad de Göttingen y presidente de la Sociedad Germánica de la Historia de la Reforma. “Supo usar la revolución mediática de la época y al mismo tiempo, fue utilizado por los nuevos medios surgidos de la imprenta. A pesar de todo el ruido generado en torno a su persona, siguió siendo fundamentalmente una sola cosa: un intérprete de la Biblia en una universidad situada en los márgenes del mundo civilizado”, prosigue este historiador, que también ha publicado este año un ensayo sobre uno de los aspectos más siniestros de Lutero, el antisemitismo: Luther’s jews. A journey into Anti-Semistism (Oxford University Press).

¿Y era consciente del gigantesco impacto que iba a tener su acto de desafío? “No cuando publicó las 95 tesis”, responde Lyndal Roper. “No reflejaban su teología, que fue desarrollada poco a poco hasta 1520. Pero en 1521, cuando se enfrenta al Emperador y rechaza retractarse, sí era consciente de que iba a cambiar la historia del mundo. Cuando miraba al pasado se describía como un caballo con orejeras, que no mira ni a la izquierda ni a la derecha, sino que seguía su camino siempre de frente”. Roper también cree que sin la imprenta, y la traducción al alemán de sus tesis, Lutero jamás hubiese alcanzado un impacto similar. La rapidez de la información no es un patrimonio de la era de Internet y del siglo XXI. El propio Lutero llegó a decir sobre sus tesis que “en dos semanas estaban por toda Alemania”.

En el epílogo de una de sus grandes novelas, Opus Nigrum, la escritora belga Marguerite Yourcenar, una de las más sólidas interpretes de la historia de Europa, traza la descripción más certera de la nueva era que desencadenó Lutero, también marcada por los avances técnicos y la exploración de los océanos. “Durante los sesenta años en los que transcurre este libro culminaron una serie de acontecimientos que nos conciernen todavía: la ruptura de lo que quedaba de la antigua cristiandad medieval en dos partidos teológica y políticamente hostiles; el fracaso de la Reforma convertida en protestantismo y la represión de lo que podíamos llamar su ala izquierda; el fracaso paralelo del catolicismo, encerrado durante cuatro siglos en el corsé de hierro de la Contrarreforma; las grandes exploraciones que poco a poco se fueron transformando en un dominio del mundo; el salto adelante de la economía capitalista, asociada al principio de la era de las monarquías”. El presente en el que vivimos —porque la Reforma y sus enfrentamientos llegarían rápidamente al Nuevo Mundo— sigue marcado por aquellas 95 tesis que hicieron saltar por los aires la unidad de la Iglesia y que demostraron, una vez más, el poder transformador de la palabra.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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