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Las alertas por contaminación se vuelven cotidianas

La ONU calcula que el 70% de la población mundial vivirá en ciudades en 2050 Las megaurbes buscan ponerle freno ahogadas por la polución y los problemas de salud

Manuel Planelles
Una calle de Nueva Delhi atestada de coches a mediados de diciembre.
Una calle de Nueva Delhi atestada de coches a mediados de diciembre. Chandan Khanna (AFP)

Desde Milán a Nueva Delhi pasando por São Paulo y El Cairo. Las alarmas por contaminación recorren el planeta. "Es uno de los problemas de salud pública más importantes del mundo", señala María Neira. La directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) recuerda que "la contaminación causa siete millones de muertes prematuras al año". Además, no solo se trata de enfermedades respiratorias: "Las partículas PM-2,5 [las más pequeñas] también entran en nuestro sistema sanguíneo y causan infartos y enfermedades cardiovasculares".

Más coches eléctricos y menos carbón en Pekín

XAVIER FONTDEGLÒRIA

El número de alertas por contaminación ha aumentado significativamente este año en la capital china. Pero se debe a que el umbral para decretarlas se ha rebajado y es más fácil rebasarlo. Así se explica que la capital china nunca hubiera decretado una alerta roja en la historia y que solo este mes de diciembre lo haya hecho dos veces. El último plan quinquenal de Pekín (2013-2017) contempla reducir el uso del carbón: pasar de las 23 millones de toneladas anuales de 2012 a los 13 millones en 2017. También obliga a ciertas fábricas que producen acero, cemento y hierro a disminuir en un 30% sus emisiones. A otras se les ha amenazado con el cierre si no mejoran sus sistemas de tratamiento de residuos. Además, la ciudad calcula que en dos años el parque de vehículos eléctricos alcanzará las 200.000 unidades (en todo el país circulaban en 2014 algo más de 83.000).

Desde la Administración estatal, se ha fijado el objetivo de reducir en un 40% la concentración de las partículas PM-2,5 en 2020 respecto a los niveles de 2013 en el corredor Pekín-Tianjin-Hebei. Este es un reto en extremo complicado, ya que, con el crecimiento de población previsto, solo lograr que la polución no aumente requiere un ingente esfuerzo.

Los sistemas de control y alerta empiezan a generalizarse. Milán, Roma y Nápoles han restringido el tráfico en diciembre para reducir la concentración de partículas PM-10 tras saltar esas alarmas. En Madrid, se han tenido que aplicar medidas parecidas por la acumulación de dióxido de nitrógeno.

Este es un fenómeno ligado a la concentración de la población en las ciudades. En 1994, 2.300 millones de personas vivían en zonas urbanas. Veinte años después eran ya 3.900, lo que supone la mitad de la población mundial. La previsión de la ONU es que en 2050 se llegue a los 6.300 millones: casi el 70% de los seres humanos se concentrará en entornos urbanos. La ONU estima que el ritmo más alto de la tasa de urbanización se dará en África y Asia, donde ya están localizadas las aglomeraciones más grandes del planeta: Tokio (37,32 millones) y Nueva Delhi (22,7).

Niveles peligrosos

Un reciente estudio de la NASA mostraba la evolución de las concentraciones de dióxido de nitrógeno entre 2005 y 2014. Se aprecia una reducción de la presencia de este contaminante en Europa y EE UU en la última década. Pero se observa un crecimiento considerable en las ciudades de India y China.

También, en urbes como El Cairo, donde el nivel de polución es 20 veces mayor que lo recomendado por la OMS. Los 18,8 millones de cairotas respiran una cantidad de gases tóxicos equivalente a fumar un paquete de cigarrillos al día. A pesar de ello, el Gobierno no realiza una medición periódica de la polución. El Ejecutivo levantó en 2015 la prohibición sobre la compra de carbón por parte de las empresas para que la usen como combustible. "La calidad del aire no es una preocupación para el Gobierno. La sustitución del gas por el carbón va comportar consecuencias muy negativas para la salud", apunta Amina Sharaf, experta de la ONG Centro Egipcio para los Derechos Económicos y Sociales. Una situación parecida se vive en Nueva Delhi, "donde no hay un sistema de alertas", recuerda Neira.

Pero en las grandes ciudades de China ya se están adoptando planes de control y avisos. La capital, Pekín, cuenta con un sistema de alerta desde 2013 que se basa en una escala de cuatro colores; el rojo es el más grave. El programa contempla una serie de restricciones sobre el tráfico, la construcción y las industrias. A principios de diciembre, la ciudad activó por primera vez la alerta roja, que es la que más trastoca la rutina de sus 20 millones de habitantes por el cierre de guarderías y colegios y por las restricciones al uso de vehículos privados.

Pero, como recuerda la delegada de Movilidad de Madrid, Inés Sabanés, estas son "medidas de emergencia". "Lo importante es establecer medidas estructurales", añade. Acciones como las que contempla el plan estratégico de São Paulo (21,1 millones de habitantes) para el periodo 20142016, como que el 100% de la flota de autobuses se alimente de fuentes renovables o programas para reducir el uso de coches. "Una parte fundamental del problema viene de los combustibles fósiles", apunta María Neira. A pesar de estar desencadenado por gases diferentes, el calentamiento global y la polución comparten enemigo. "Si no se cambia el modelo por el clima, hagámoslo por la salud", añade la responsable de la OMS.

Con información de Ricard González y Carla Jiménez.

Nueva Delhi, el aire más sucio del mundo

ANA GABRIELA ROJAS

La OMS calificó en 2014 el aire de Nueva Delhi como el peor del mundo. Este invierno el Tribunal Supremo de Delhi dijo que era una “situación de emergencia”. El Supremo y el Gobierno de la ciudad han decretado medidas para paliar el problema desde el 1 de enero y durante dos semanas. Por ejemplo, reducir a la mitad el número de vehículos privados en la ciudad y se ha prohibido temporalmente la venta de coches diésel con motores de más de 2.000 centímetros cúbicos, así como la entrada de camiones de más de 10 años.

“Este es solo un comienzo para empezar a reducir la contaminación, pero consideramos que es bueno”, asegura Anumita Roy Chowdhury, directora del Centro para la Ciencia y el Medioambiente. “Deben realizarse cambios que perduren: un transporte público que logre que la gente deje los coches, mejores rutas que conecten diferentes partes del país para que los camiones no tengan que cruzar Nueva Delhi”, dice Prashant Kumar, de la Universidad de Surrey.

Desde abril el Índice Nacional de Calidad del Aire monitorea la contaminación en las ciudades, pero no hay un sistema de alerta; tampoco en Delhi, donde entre 2007 y 2014 las partículas aumentaron un 98% y el dióxido de nitrógeno, un 55%.

“Hace solo un par de años que en India se ha estado tomando consciencia de la contaminación. Este es un proceso en el que todos estamos aprendiendo, desde la gente, los medios, el gobierno. Necesitamos seguir haciendo política al respecto y que se transforme en regulaciones a nivel nacional en grandes ciudades y también en más pequeñas que ya empiezan a sufrir de estos problemas”, asegura Chetan Bhattacharji, editor de la televisora NDTV.

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Sobre la firma

Manuel Planelles
Periodista especializado en información sobre cambio climático, medio ambiente y energía. Ha cubierto las negociaciones climáticas más importantes de los últimos años. Antes trabajó en la redacción de Andalucía de EL PAÍS y ejerció como corresponsal en Córdoba. Ha colaborado en otros medios como la Cadena Ser y 20 minutos.

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