Merkel desactiva a sus críticos con la promesa de reducir la inmigración
El congreso de la CDU respalda en bloque la propuesta sobre asilo político de la canciller
Angela Merkel demostró el lunes por qué lidera la Unión Cristianodemócrata (CDU) desde hace 15 años y el Gobierno alemán desde hace 10. La canciller desactivó un conato de rebelión interna que se preparaba para el congreso de su partido en Karlsruhe. A cambio, ofreció un vago compromiso de reducir “de forma perceptible” el flujo de refugiados a Alemania, que este año ha superado la cifra estratosférica del millón. La propuesta pactada a última hora del domingo con los críticos logró un apoyo abrumador del millar de delegados. Solo dos votaron en contra.
El éxito de la canciller no estaba ni mucho menos garantizado la semana pasada. Los duros de la CDU, preocupados por el creciente malestar en sus bases, prometía dar batalla si de esta cita no salía un compromiso firme de fijar un límite claro al número de refugiados que recibe Alemania.
Pero Merkel, especialista en desarmar a sus enemigos antes de que lleguen al campo de batalla, logró un acuerdo de compromiso a última hora: el documento que se presentaría a votación en el congreso incluiría el objetivo de “una reducción perceptible” en el flujo de solicitantes de asilo. Pero no fijaba ni un nivel máximo de inmigrantes ni objetivos concretos de reducción, como reclamaban muchos democristianos. “Ni el Estado alemán ni la sociedad puede resistir un ritmo de llegadas como el actual a riesgo de verse sobrepasado”, añadía el texto consensuado. Así, con un cambio de palabras que no compromete ningún resultado concreto, Merkel se aseguró la paz interna.
La canciller defiende su legado
- La crisis de los refugiados es, según Angela Merkel, "una prueba que Europa debe aprobar". Su decisión de septiembre de llevar a Alemania a miles de personas fue "un imperativo humanitario".
- "¡Vamos a lograrlo! Puedo decirlo porque los grandes objetivos forman parte de la identidad de nuestro país", dijo la canciller, recordando retos pasados como el milagro económico de posguerra o la reunificación.
La reducción del flujo migratorio “interesa a todos, tanto a Alemania como a Europa”, dijo la líder a los cargos altos y medios del partido reunidos en esta ciudad del oeste del país. La líder democristiana arrancó uno de los mayores aplausos de la mañana cuando insistió en la necesidad de intensificar las políticas de devolución. “Tenemos que centrar nuestros esfuerzos en la protección humanitaria y en devolver a sus países a aquellos que no tienen derecho a permanecer en Alemania”, aseguró.
El aplauso de casi 10 minutos con el que los delegados despidieron su discurso y la amplia sonrisa con la que ella salió a pedirles que volvieran al trabajo confirmaba el éxito de Merkel para desactivar a los díscolos del partido. Un grupo de diputados capitaneados por el muy guerrero Wolfgang Bosbach introdujo a última hora una moción que pedía devolver desde la frontera a los que llegaran de países considerados seguros. Pero el rodillo de Merkel funcionó. El congreso tumbó lo que ya parecía una pataleta.
Esta cita era importante para Merkel porque serviría como termómetro del malestar interno en el momento más complicado de su mandato. Por eso la líder se esforzó al máximo en su discurso, e incluso recurrió a los nombres más gloriosos de la historia del partido: los cancilleres Konrad Adenauer, Ludwig Erhard y Helmut Kohl. Merkel comparó las consignas de ánimo que estas figuras indiscutibles pronunciaron en momentos difíciles de la Alemania moderna con la frase-fetiche que ha repetido desde septiembre —“Vamos a lograrlo”—, que tantas críticas le ha valido dentro y fuera de su partido.
“Imperativo humanitario”
Merkel también defendió la decisión de septiembre de dejar entrar en Alemania a los miles de refugiados que se agolpaban en la estación de trenes de Budapest, acto que definió como “un imperativo humanitario”. Atacó a los que piden un cierre de fronteras: “El aislamiento no es una opción razonable”. Y pidió hacer todos los esfuerzos para mantener la política de fronteras abiertas en Europa. El tratado de “Schengen es de vital importancia para Alemania”, añadió precisamente desde Karlsruhe, a pocos kilómetros de la frontera francesa.
Los delegados de la CDU no podían mostrar su contento o descontento con la canciller con un voto directo, ya que Merkel fue reelegida presidenta del partido por un periodo de dos años en diciembre de 2014 con el 96,7% de los votos. La líder no corría el riesgo de sufrir una humillación como la que el viernes encajó su vicecanciller y ministro de Economía, Sigmar Gabriel, que obtuvo un respaldo del 74,2% para seguir como presidente de los socialdemócratas, el peor resultado de un líder del SPD en más de 15 años.
Pese al triunfo indiscutible de Karlsruhe, los problemas internos de Merkel no han desaparecido. El martes hablará en el congreso Horst Seehofer, líder de la CSU, el partido socialcristiano bávaro teórico aliado de la CDU que se ha convertido en estos meses en el mayor opositor a la política migratoria de Merkel. Seehofer no se rinde en su intento de arrancar a la canciller un límite de refugiados para Alemania. Las espadas siguen en alto.
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