¿Por qué falta papel higiénico en Venezuela?
El primer desabastecimiento del país, pese a los ingresos del crudo, es el de divisas
Oferta y demanda. Esa es la cuestión. Los fundamentos básicos de teoría económica explican los problemas de desabastecimiento que vive Venezuela. La economía chavista servirá para ilustrar en tesis doctorales y libros de texto cómo los controles de precios pueden conducir a la escasez. Venezuela lleva años imponiendo límites de precio a ciertos productos básicos para tratar (con nulo éxito) de controlar la inflación, la más alta de Latinoamérica y una de las mayores del mundo. El Gobierno de Hugo Chávez impuso precios regulados para productos como los huevos, el azúcar, la leche, la harina, el pollo... o el papel higiénico. En determinados momentos y productos, esos precios máximos se han situado incluso por debajo de los costes de producción y prácticamente siempre por debajo de los de mercado.
La teoría económica nos enseña que la oferta de un producto disminuye y la demanda aumenta cuando los precios son bajos. Simplemente eso es lo que ha ocurrido en Venezuela. Los fabricantes pierden dinero produciendo y los comerciantes vendiendo algunos de esos productos, lo que, unido a la desastrosa gestión de algunas empresas nacionalizadas, ha tumbado la oferta. Al tiempo, la demanda de los consumidores se ha disparado no solo porque sus precios son asequibles en términos absolutos, sino también porque cada vez lo son más en términos relativos, ya que los precios de los productos no controlados están por las nubes como consecuencia de la inflación galopante. Oferta y demanda no se encuentran. Así, los productos regulados se han visto sometidos intermitentemente a la escasez, el racionamiento o el acaparamiento porque su precio no es de mercado. Las importaciones del Estado y las redes de distribución estatales, donde la venta a pérdida se asume con naturalidad, tratan de paliar el problema. En un país petrolero, hasta la gasolina en ocasiones escasea, sobre todo la de mayor octanaje en algunas estaciones de servicio del interior del país. Su precio es absolutamente ridículo: con el equivalente a 10 o 20 céntimos de euro se llena el depósito.
Pero el desbarajuste de la economía venezolana no se ciñe solo al papel higiénico y demás productos regulados. El primer precio regulado de todos es el del bolívar, la moneda nacional, rebautizada como bolívar fuerte cuando se agruparon los antiguos bolívares de 1.000 en 1.000, y cuya debilidad ha quedado patente pese a su nombre.
El precio regulado es de 6,30 bolívares por dólar tras una serie de depreciaciones y devaluaciones que han hecho perder a la divisa más del 90% de su valor oficial durante el chavismo, en un periodo en que el precio del petróleo se ha multiplicado por 10. Pero a ese tipo de cambio oficial, la demanda de dólares en Venezuela tiende al infinito, mientras que su oferta está muy limitada y controlada por el Gobierno, lo que ha provocado amiguismo, corrupción y, sobre todo, una generalizada ineficiencia económica. El tipo de cambio paralelo, el del mercado negro, ronda los 26 bolívares por dólar, más del cuádruple del oficial. El primer desabastecimiento del país, pese a los ingresos del crudo, es el de divisas. Y como con los otros productos, lo inevitable con el dólar será subir el precio. Es decir, devaluar el bolívar. Una vez más.
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