Dulces tradicionales de Navidad, de peor a mejor
¿Alguna vez nos hemos parado a pensar si el turrón, mazapán o mantecados realmente nos gustan, o los compramos por inercia? En este ránking totalmente subjetivo se valoran uno por uno

Toda Navidad que se precie tiene sus clásicos. Las broncas con tu tío, la sopa de primero, el discurso del Rey y por supuesto, los surtidos de dulces con mezclas imposibles. Turrones, polvorones, mazapanes, bombones: nada falta en esas bandejas que se miran con recelo e incluso apatía tras copiosas cenas familiares, y precisamente hoy toca diseccionar en un ránking a esos amados y temidos a partes iguales… ¿postres?
El procedimiento para cada dulce será el siguiente: irán apareciendo de peor a mejor todos los candidatos y a cada uno –tras divagar sobre el dulce y criticarlo masivamente o ponerlo por los cielos sin punto medio como acostumbro– le daré una nota de cero a cinco tenedores. Siempre he querido valorar en tenedores. El Comidista no se hace responsable de la aversión del autor de este artículo a estas adorables fiestas. No me han dicho que poner esta aclaración pero creo que es lo justo, teniendo en cuenta lo que se viene. A ver qué les parece.
7. Mazapán
¿Qué puede salir mal de un dulce hecho a base de almendras, huevo y azúcar; con formas graciosas y que se come de un bocado? Pues absolutamente todo. Los mazapanes son lo más cercano que una persona puede estar de comerse una cera Plastidecor sin comérsela. Es el dulce que menos simpatía me ha generado siempre: no son gustosos, saben regular, la textura es muy desagradable y si siempre son los últimos en quedar en las bandejas de sobremesa será por algo. El origen de este dulce parece que está en la antigua Grecia. Ojalá se hubieran quedado sólo en el tzaziki.
Nota: 0’5 tenedores, por la participación.

6. Roscón de Reyes
Saco paraguas. Este bollo que sólo consumo para no hacerle el feo a mi madre es de un tedio que no sé ni por dónde empezar. Desde el jueguito del haba y el premio que puede suponer en el peor de los casos un accidente dental, hasta el terror carnal que son las frutillas escarchadas. De origen francés, se popularizó en España en torno al siglo XIX. Desde entonces las navidades nunca han vuelto a ser las mismas. Sí que es cierto que si lo rellenas con crema, gana muchos puntos. Pero porque sabe a crema. Los rellenos de nata o chocolate son un delito, y los que no tienen ni relleno ya son para empalarlos. Muy mal.
Nota: 1 tenedor, por la crema.

5. Turrón
Sentimientos encontrados con los turrones. Si ya de por si no podía comprender cómo alguien querría arriesgar –nuevamente– su dentadura con esos turrones petrificados de color blanco, últimamente han surgido una moda de turrones blandurrios con rellenos ridículos y hasta insultantes a la inteligencia humana. Desde el abominable chocolate de Dubai con su inseparable y ubicuo pistacho, hasta NACHOS TEX-MEX. Sí, nachos. Y sí, es de Dabiz Muñoz. Sin miedo al bloqueo en redes se lo digo: para un poquito, por favor. El turrón se ha convertido en una de las banderas de lo más profundo de la charca, y en esta vorágine de sinvergonzonería siempre nos quedará la sensatez de Suchard. Nunca falla. A cucharadas me lo comería si fuera necesario.
Nota: 2 tenedores, por Suchard. No me paga Suchard, por cierto.

4. Panettone
Si algo en el mundo ha conseguido que sepan bien las pasas es el panettone. Cuenta la leyenda que este postre italiano surgió de un error, pero a mí las leyendas nunca me han convencido. Lo que se sabe es que nace en el siglo XV, que está bueno y que es un elegante, sencillo, discreto y ligero postre que tiene todo lo que no tienen las 3 barbaridades que hemos repasado antes. Soy feliz consumiendo panettone, me gusta el panettone, me pongo feliz cuando hay panettone y creo que ninguna Navidad que se precie debe prescindir del panettone. Recientemente descubrí que su elaboración pasa por tenerlo boca abajo durante horas. Hasta su receta es divertida. Así, sí.
Nota: 3,5 tenedores, que sigue estando relacionado con la Navidad.

3. Ferrero Rocher
Antes de comenzar quiero dejar claro que debería estar prohibido por ley vender Ferrero Rocher antes de diciembre. También quiero dejar claro que esto tampoco está pagado, y que esta loa sólo va dirigida a Ferrero Rocher y no a sus primos Rafaello y Rondnoir, los cuales considero una desgracia gastronómica. Explicado esto, pocas sensaciones hay mejores que morder un Ferrero Rocher poco a poco: primero pelando la corteza, obteniendo así una bola casi perfecta de barquillo a la que se notan los golpetazos que le has dado con las paletas intentando ser cauteloso, para luego morderla y descubrir ese relleno de cacao con una avellana. Es un protocolo necesario que te retrotrae a lo más profundo de tu ser. Ferrero Rocher te dice que estás en casa, que estás a salvo y que eres afortunado.
Nota: 4 tenedores, por careros.

2. Pestiños
Gracias Andalucía por esta gran contribución. Los pestiños son unos dulces conmovedores que no sólo se circunscriben a la Navidad, de hecho son típicos de Semana Santa. Pero como ya no se respeta nada, la gente come torrijas en julio, algunos celebran Acción de Gracias y Navidad empieza en noviembre, me van a permitir la licencia de incluir a esta perfección pop en la lista de dulces navideños. Algo tienen los dulces que necesitan ser fritos. No es por enfrentarlos a los de horno, pero debéis reconocer el encanto que les rodea. Los pestiños necesitarían ser racionados para evitar atracones, pero claro, la demanda es lo que tiene. Reconozco que hace unos 10 años que no me tomo un pestiño. Pero tengo un buen recuerdo, me fiaré de la opinión del pequeño Helio de 13 años.
Nota: 4,5 tenedores, por no tenerlos frescos.

1. Polvorones
Dejaré aparcada la modestia y la serenidad que me caracteriza para volverme completamente loco y autoritario sobre la percepción de los polvorones. Los polvorones no tienen fallo. Este septiembre pude estar en Villa Mantecados –Estepa, un pueblo de Sevilla, al que propongo un cambio de nombre– y pude reafirmar mi pasión por los polvorones. Diría que se puede hacer un pequeño subránking de polvorones.
1.5. Rosco de vino
No me apasiona pero está bien.
1.4 Mantecado de aceite
Está muy rico pero me deja las manos con una textura curiosa.
1.3 Mantecado de limón
Me parece cursi pero es delicioso.
1.2 Mantecado TM
Pocos dulces te dejan sin palabras como lo hace un buen mantecado.
1.1 Polvorón de almendra
Su azúcar glas, sus trocitos de almendra, su sabor: perfecto, sencillamente.
Subránking hecho, solo me queda especificar lo obligatorio de su espachurre y lo obligatorio de consumir solo uno por sesión. No por nada, sino por evitar que se gasten tan pronto. Por lo demás, todo bien.
Nota: 30 tenedores. Sin exagerar.

Bueno, así queda el ránking. La vehemencia empleada en estas líneas sólo atiende a una visceralidad despertada por las fechas: normalmente suelo ser así de extremo, pero con esto, más. Quería despedirme con una pequeña reflexión: las navidades pueden ser fechas muy complicadas para algunas personas, bien por su situación familiar o su disparidad de valores con algunos integrantes de la mesa. Cada año, algunas familias tienen la mala fortuna de afrontarlas como ‘el primer año sin’, pero debemos recordar por qué nos juntamos. Y no nos juntamos por otro motivo que ponernos de acuerdo en tirar todos los mazapanes a la basura. ¡Feliz Navidad!
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