Pimientos fritos rellenos de tortilla de patatas, lo mejor de dos mundos
Tanto si eres fan de la tortilla española como de los pimientos fritos, la combinación de ambos elementos te hace gozar a lo grande


Hay a quien le gusta la tortilla de patata con pimiento. Pues bien, en esta receta ponemos la tortilla dentro y el pimiento por fuera, y no discutimos sobre si lleva cebolla o no, porque es un debate aburrido y superado: cada cual que tome la tortilla de patata como le venga en gana. Es un entrante o tapa que a algunos les puede sonar viejuno, pero que también puede estar riquísimo. No seáis prejuiciosos.
La fritura para que los pimientos queden tiernos tiende a dejar la tortilla cuajada por completo. El que avisa no es traidor: no es que sea imposible que la tortilla quede jugosa, pero no es fácil. Hay un equilibrio complicado en el control de los fuegos para que se muevan entre dejar tierno el pimiento y no resecar la tortilla.
Como todas las preparaciones similares con huevos, el plato admite múltiples variantes. En la tortilla puedes introducir verduras como el calabacín o la berenjena, o añadidos picados de origen porcino como el jamón o el chorizo. Lo que no admite demasiadas variaciones es el pimiento, que conviene que sea de tipo “italiano”: los más pequeños al estilo Padrón serían una tortura para rellenar, y los morrones, más grandes y gruesos, complicados de freír.
Tiempo: 60 minutos
Dificultad: No romper los pimientos al limpiarlos y rellenarlos, y dejarlos tiernos al freírlos
Ingredientes
Para 3-4 personas
- Entre 4 y 8 (dependiendo del tamaño) pimientos italianos, verdes y/o rojos
- 3 patatas medianas
- 1 cebolla
- 4 huevos
- Harina
- Aceite de oliva virgen
- Sal
Instrucciones
Pelar la cebolla y picar finamente. Cubrir de aceite de oliva el fondo de una sartén y sofreír hasta que se transparente. Escurrir del aceite en un colador y reservar.
Pelar y cortar las patatas en trozos pequeños. Poner un dedo de aceite en una sartén amplia en la que quepan las patatas con holgura y freírlas a fuego bajo, que se confiten, hasta que estén tiernas (probar con la punta de un cuchillo). Escurrirlas de su aceite y reservar.
Limpiar los pimientos cortándoles un casquete del extremo del pedúnculo, sacando todas las nervaduras y las pepitas que sea posible.
Batir los huevos y salar al gusto. Añadir las patatas y la cebolla; con un tenedor, chafar un poco la patata para que los trozos quepan bien en los pimientos.
Reposar la mezcla media hora para que la mezcla espese un poco por el almidón de la patata; cuanto más densa quede la mezcla de tortilla de patata, más fácil de manejar, se facilita el relleno y la fritura (se nos escapará menos el relleno en el aceite).
Pasar la mezcla de patata y huevo a una manga pastelera desechable; cortar la punta de forma que quepa en los pimientos.
Rellenar los pimientos con la mezcla de tortilla cruda e ir poniéndolos de pie en una jarra o algún otro recipiente alto para que no se salga el relleno.
Preparar al lado de la sartén un plato con harina.
Freír los pimientos en el mismo aceite de oliva de freír las patatas (suplementando si hiciera falta). Para ello, pasar primero la abertura de los pimientos por harina y freír cada pimiento de pie sujetándolo unos segundos, para sellar la abertura un poco.
Cuando la abertura esté tostada, tumbar los pimientos y freírlos a fuego medio-bajo, dándoles vuelta a cada tanto, hasta que el pimiento esté tostado y tierno por todos los lados. Conviene tapar la sartén con una tapa que deje respirar, porque los pimientos tienden a saltar bastante.
Sacar los pimientos rellenos a un plato con papel de cocina para que absorba un poco de aceite y ya están listos para cortar en rodajas y devorarlos.
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