Contracorrent Bar: no se lo cuentes a nadie

Semiescondida en un tramo peatonal de la calle Ribes, frente a la estación del Norte, en el barrio de Fort Pienc —derecha del Eixample— y rodeada de locales de cocina oriental de irregular cuando no inquietante traza, surge toda una joyita gastronómica que merecerá sí o sí el desplazamiento para quien no haya descartado del todo comer y beber bien sin ser tomado por tonto a la hora de la dolorosa. Probablemente reseñas como esta jamás deberían ver la luz y así nos aseguraríamos el carácter relativamente anónimo del lugar y podríamos seguir gozando de sus golosinas comestibles y bebestibles, del encanto del espacio y de la simpatía sin pose de sus propietarios. Pero vamos allá. Vamos a Contracorrent Bar.

Una simpática terracita, una breve barra con cuatro taburetes (donde se puede comer o cenar sin reserva) y apenas siete mesas rodeadas de botellas de vino con el precio pintado de blanco sobre el vidrio conforman el paisaje de este bar à vins tan barcelonés como parisiense.

Nicola Drago se ocupa de los fogones, de donde sale una cocina de mercado en forma de tapas y platillos que se sitúa en el cruce de caminos de la cocina catalana y el recetario italiano. Lo mismo unos sabrosísimos guisantes del Maresme con butifarra negra y calçots (16,50 euros) que un poderoso fricandó (16 euros), un platillo de alcachofa, huevo de codorniz, parmesano y lardo (11 euros) que un sorprendente minibocado: taco de hoja capuchina, atún escabechado, pistacho y piparra, ayayay (4 euros). Pero si usted acude otro día lo mismo le propondrán una bruschetta de atún a la siciliana que un falso risotto de fregola con gamba roja que unos cannoli de postre. Los productos procedentes de la pequeña huerta que la pareja posee junto a su casa en El Carmel le sirven para rematar sus recetas, asentadas todas ellas sobre la filosofía del producto de temporada y de cercanía.

Anna Pla lleva la sala y ejerce de sumiller con las mismas dosis de discreción que de información. Maneja una bodega con un centenar largo de referencias y especial atención a los vinos catalanes pero, la duda ofendería, con generosos vistazos a Francia e Italia. Uno se bebe una ampolla en Contracorrent con todo el placer del mundo y no sin antes haber recibido una eficaz y supersónica avalancha de datos y de historias sobre sus productores, su uva y su proceso. Estamos en el reino de los vinos naturales, ecológicos, sostenibles y biodinámicos. Etiquetas todas ellas que, si bien en un pasado no demasiado lejano sirvieron para tirarse el rollo a más de un hostelero en busca de nuevas vías de marketing, ahora empiezan a dar de verdad sus frutos y justifican la razón de ser de muchos locales. De hecho, Contracorrent Bar va eso, a contracorriente —aunque ya no tanto— y milita en la nueva hornada de negocios gastronómicos donde la comida acompaña al vino en vez del tradicional viceversa. El día de la visita, lo que aterrizó en la mesa de mano de Anna fue una botella de Sang de Drac 2016 (28 euros), un penedés reserva a la vez sedoso y potente, elaborado 100% con uva de la variedad Ull de Llebre y producido de forma sostenible por Celler Can Suriol en Font-Rubí (Barcelona).

Siciliano afincado en Barcelona desde hace 12 años, Nicola Drago se formó con Carles Abellán y antes de montar Contracorrent Bar cocinó en otros feudos como La Castanya y My Fucking Restaurant, en el Raval barcelonés. Se trataba de oficiar en cocinas grandes, para mucha gente, con muchos más medios y en el marco de negocios gastronómicos con inversores detrás. Contracorrent es otra historia, que Nicola cuenta mientras va dando voces a Anna para encajar las comandas en cada una de las apenas cinco mesas del local: “Aquí somos nosotros dos y punto, hemos querido hacer algo muy personal y muy pequeñito, y por supuesto tenemos una responsabilidad mayor. De hecho, nosotros no abrimos el bar si no estamos en Barcelona”.

-Toda una aventura, pues.

-Claro, y muy divertida.

-Pero supongo que complicada. Claro que nadie dijo que iba a ser fácil…

-¡Pero por eso es divertida, precisamente porque no es fácil!

Así pues, Contracorrent Bar. Cocina en miniatura de alta factura (entiéndase “factura” como “elaboración”, la otra, la económica, es tirando a media: el día de esta visita fueron 89,50 euros para dos, vino, cafés y suplementos de trufa negra incluidos). Un minúsculo templo de la comida y el vino. Vinos naturales, razón de ser de la casa, como apunta Nicola Drago a modo de epílogo:

“Vinos hechos con mucho cariño, en producciones muy limitadas y producidos por personas que conocemos; vamos a las casas de esos payeses y de esos viticultores, cocinamos y comemos con ellos, probamos sus vinos y los compramos o no. En definitiva, todos nos retroalimentamos de esa energía común que se genera, y eso es lo más bonito de este negocio”.

-A eso se le llama mezclar el trabajo con el placer.

-A ver, trabajamos 65 horas semanales… si no nos gustara lo que hacemos, mejor nos poníamos a trabajar para el Ayuntamiento, ¡ja, ja, ja, ja!