Los votantes de Junts no rompen con Sánchez, que arrolla a Feijóo como su líder español preferido
Pese a la equidistancia de Puigdemont, su electorado se inclina por el secretario general del PSOE en tres comparaciones con el dirigente del PP, según el CIS


La decisión se anunció en dos fases. Primero, el 27 de octubre, Carles Puigdemont dio por rota la relación de Junts con el Gobierno. Después, el 6 de noviembre, la portavoz del partido en el Congreso, Míriam Nogueras, aportó concreción solemnizando el “bloqueo” de todas las leyes del Ejecutivo. Desde entonces, se repiten una serie de preguntas: ¿Cuál será el siguiente paso de Junts? ¿Se acercará al PP? ¿Es posible una moción de censura junto al PP y Vox que lleve a Alberto Núñez Feijóo a La Moncloa, aunque solo sea para precipitar un adelanto electoral?
Con los datos demoscópicos en la mano, si tienen que elegir entre Feijóo y Pedro Sánchez, los votantes de Junts prefieren al segundo. Y con diferencia. La distancia es considerable en tres indicadores con los que se suele medir la proximidad del electorado de un partido al líder de otro. Además, es una distancia que se ha ensanchado desde que Feijóo llegó a la presidencia del PP. Los números levantan un muro invisible que hace que Junts lo tenga difícil para acercarse al principal partido de la derecha española sin contrariar a su propio electorado.
Preferencia como presidente. Cuando el CIS pregunta a quién prefieren como presidente del Gobierno entre los principales líderes políticos, el 42,1% de los votantes de Junts en las generales de 2023 contestan que a Sánchez, según el último barómetro, publicado la semana pasada. Se trata de respuestas espontáneas, en las que los encuestados, incluso los que votan a partidos nacionalistas, tienden a centrarse en los grandes líderes estatales, que son los que tienen opciones de ser presidente. La diferencia entre Sánchez y Feijóo es abismal. Solo un 1,6% de los votantes de Junts prefieren al líder del PP.
La encuesta, con más de 4.000 entrevistas, se realizó entre el 3 y el 12 de noviembre, es decir, en pleno órdago de Junts al Gobierno. Pese a todo, el nivel de preferencia de Sánchez como presidente ha subido del 30,5% del anterior barómetro al 42,1%. Esta subida ha contribuido a que la brecha entre ambos líderes sea ahora mayor que cuando Feijóo fue elegido presidente del PP, en abril de 2022.
Puntuación a los líderes. Sánchez recibe de los votantes de Junts una puntuación del 5,04, siendo uno “muy mal” y 10 “muy bien”, según el barómetro de noviembre. Feijóo se queda en un 2,48, por detrás de Yolanda Díaz (Sumar). De entre los principales líderes nacionales, solo Santiago Abascal (Vox) obtiene peor nota. La trayectoria de Feijóo desde su llegada a Génova ha sido descendente; la de Sánchez, levemente ascendente.
Confianza. Más de un tercio de los votantes de Junts tienen “mucha” o “bastante” confianza en Sánchez, según el barómetro de octubre, el último en el que el CIS preguntó por ello. El resultado de Feijóo no podría ser peor: el 0% de los votantes de Junts confían en el líder del PP, que ha dilapidado el 9,7% con el que se estrenó en Génova. En cambio, el presidente del Gobierno ha ganado desde entonces confianza entre los votantes del partido de Puigdemont.
Toni Aira, profesor de Comunicación Política en la Universitat Pompeu Fabra-Barcelona School of Management, ve lógica la “baja estima” del electorado de Junts por Feijóo. En primer lugar, porque para estos votantes el PP es el partido que “aplicó el 155, recogió firmas contra el Estatut, maniobra contra el catalán en la UE y llama golpistas a los líderes independentistas”. Además, añade, Feijóo “aporta poco” como líder “a la marca PP”. Las expectativas que generó como el presidente de Galicia que “quería hacer política para adultos y hablaba en gallego no se han traducido en nada”, añade el autor de Mitólogos. El arte de seducir a las masas (Debate, 2025).
Experto en política catalana, Aira señala que el salto que va desde CiU hasta Junts dificulta el pacto con el PP. CiU, dice, era “un partido atrapalotodo”, con perfiles diversos tanto en el eje ideológico como en el identitario. En los tiempos de CiU, añade, podían adoptarse posiciones favorables a “construir España desde Cataluña”, abriendo el abanico de posibles pactos dentro de una estrategia pragmática, lo que Jordi Pujol llamaba peix al cove, algo así como “pájaro en mano”. “Ahora, más allá de cierta diversidad en el eje izquierda-derecha, en el eje nacional la composición de Junts es muy independentista, ¿cómo vas a acercarte al PP?”, razona.
La ruptura de Junts con el Gobierno es, a juicio de Aira, fruto de la “imposibilidad de materializar” el acuerdo con el Ejecutivo en “algo concreto que vender” a su electorado, lo que lleva a marcar distancias con el PSOE. “Pero eso no quiere decir que vayan a votar con el PP estratégicamente. La idea de que alejarse del PSOE supone acercarse al PP es propia de análisis fuera del universo independentista”, añade. ¿Moción de censura? “No tendría ningún sentido. A Puigdemont ya le costó dar apoyo a la moción de censura de Sánchez [en 2018]. Ellos no van a Madrid a solucionar la papeleta a los partidos españoles, sino a conseguir rédito”, añade. Que Puigdemont piense que no ha obtenido del PSOE un rédito suficiente no significa que tenga expectativas de lograrlo con el PP, añade.

“Va a ser complicado para Junts”, afirma el politólogo Lluís Orriols, “tejer alianzas con el PP, al menos estables, porque tendrían un alto riesgo” para el partido de Puigdemont. Para Orriols no es posible utilizar el ejemplo de aquel CiU que se acercó a José María Aznar siendo líder en el campo nacionalista para intentar pronosticar las maniobras de este Junts con el que ERC compite de tú a tú y que además se enfrenta a la amenaza creciente de de Aliança Catalana.
“Cuando se firmó el pacto del Majestic [el acuerdo de Pujol con Aznar para la investidura del líder del PP en 1996], la situación era mucho más favorable para CiU que ahora para Junts. Por eso Pujol se presentaba como quien daba mayorías a cambio cesiones. Se lo podía permitir, porque tenía la hegemonía nacionalista y era lo que en Cataluña llamamos pal de paller, el palo del pajar, el que lo sostenía todo. En esa posición de fuerza, tenía margen para pensar a largo plazo y arriesgar. Y aun así, aquello electoralmente no fue bueno para CiU. Ahora Junts ni siquiera tiene ese margen. No está en fase de grandes estrategias, sino de supervivencia. Y en un momento de mayor polarización nacional que entonces, un acuerdo con el PP es de alto riesgo para un partido en supervivencia. Una moción de censura, incluso instrumental [solo para convocar elecciones], sería de altísimo riesgo”, expone el autor de Democracia de trinchera. Por qué votamos a quienes votamos (Península, 2023).

La ruptura con el Gobierno, según Orriols, no constituye el preludio de un acercamiento al PP, sino una “operación conservadora” destinada —afirma— a que Junts no sea percibido como un partido próximo a los socialistas cuando queda un año y medio para las elecciones municipales y es una incógnita cuánto para las generales. “Junts ha estado hasta ahora presentándose como quien obtiene más beneficios en Madrid. Pero, claro, los réditos de esa estrategia pueden tardar demasiado. A corto plazo lo que se ve es una cercanía al PSOE que es utilizada a su favor por Aliança en un clima de polarización nacionalista y fuerte sentimiento antipolítico. Por eso Junts marca distancias con el PSOE, no porque esté previsto un acercamiento al PP”, concluye el profesor.
Aunque Junts se ha colocado junto el PP en votaciones con fuerte repercusión, como al rechazar una agencia anticorrupción y —sobre todo— al oponerse a la reducción de la jornada laboral, no ha llegado a establecer un patrón de apoyo a los populares. Desde que anunció su ruptura, ha hecho ejercicios de equilibrismo para tratar de ceñirse al “bloqueo” al Gobierno sin ser visto como un aliado del PP.
Un ejemplo de esta ambivalencia lo ofreció el 12 de noviembre, cuando Junts libró al Gobierno de una derrota al evitar que se aprobara una iniciativa del PP para alargar la vida de las nucleares, decisión que la portavoz Nogueras valoró así, en un mensaje dirigido a los socialistas: “Si algunos piensan que esto es una victoria, más grande será la derrota”. Unos días antes, en Cataluña se habían oído críticas de alcaldes de Junts a la decisión de romper con el Ejecutivo. Una prueba más de que el bloqueo tiene un coste para el bloqueado, pero también para el que bloquea.
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