El PP confía en frenar el ascenso de Vox en Andalucía
La posible entrada de la formación de Santiago Abascal en el Gobierno andaluz marcará una campaña en la que el PP parte como favorito
El presidente de la Junta de Andalucía ha adelantado cinco meses las elecciones autonómicas y las ha fijado para el domingo 19 de junio. Juan Manuel Moreno ha tomado la decisión, difundida este lunes, sobre la fecha de los comicios a la que llevaba dando vueltas desde principios de este mes, coincidiendo con el congreso nacional del PP que encumbró a Alberto Núñez Feijóo, como nuevo líder de los populares. La posible entrada de Vox en el Gobierno andaluz marcará una campaña en la que el Partido Popular parte como favorito. Las elecciones abren el ciclo electoral en España, que culminará a finales con las generales de 2023 si se agota la legislatura.
De haber apurado todo el mandato, la fecha hubiera sido el último domingo de noviembre. El argumento que ha utilizado Moreno para disolver el Parlamento andaluz antes de tiempo es el de la necesidad de contar cuanto antes con un Presupuesto autonómico para afrontar la actual situación económica, ya que el actual se encuentra prorrogado. En caso de que logre ser de nuevo investido, el presidente andaluz quiere formar gobierno a finales de agosto o principios de septiembre y aprobar las cuentas de 2023 antes de final de año.
Esa es la explicación oficial, pero también encuentra razones en las encuestas. La llegada de Feijóo ha frenado el ascenso de Vox en el conjunto de España y en el PP confían que también en Andalucía. No obstante, la última encuesta del Centro de Estudios Andaluces (Centra) Vox es el partido que más crece y pasaría de 12 a 22 escaños. El PP sacaría entre 43-44 diputados, más que la suma de toda la izquierda junta. Esa es la meta que se marca la formación que lidera Juan Manuel Moreno, en sus terceras elecciones como candidato y las primeras como presidente de la Junta.
En las pasadas elecciones andaluzas, el PSOE fue la fuerza más votada. Obtuvo 33 de los 109 escaños, frente a los 26 del PP, 21 de Ciudadanos, 17 de Adelante Andalucía y 12 de Vox. Fue la primera vez que la derecha superó a la izquierda y la primera vez que el deseo de cambio de Gobierno, que vaticinaban los sondeos, se hizo realidad.
El ascenso de la ultraderecha determinará las estrategias de todos los partidos. Vox ya ha dicho que esta vez sí quiere sentarse en los bancos del Gobierno andaluz, como en Castila y León. El PP parte como favorito en las duodécimas elecciones andaluzas. Moreno hará una campaña donde primará su marca personal. En los tres años y cuatro meses que lleva como presidente, el candidato popular ha cultivado una imagen de persona moderada, cercana y alejada de las estridencias en una comunidad donde los ciudadanos se sitúan tradicionalmente en el centroizquierda, aunque los últimos sondeos del Centra aprecian un viraje hacia el centroderecha.
Los politólogos creen que su principal mérito ha sido el de normalizar a la derecha en Andalucía y desbaratar la apelación al voto del miedo aireado durante 40 años por el PSOE. “El cuento de que el PP es malo para Andalucía se ha acabado”, aseguró en la clausura del Congreso Nacional del PP el presidente andaluz.
Los socialistas tardaron dos años en tomar la decisión de cambiar de cartel electoral y cuando lo hicieron, en junio de 2021 no fue en un proceso pacífico, sino en unas primarias a cara de perro que perdió la expresidenta Susana Díaz frente a Juan Espadas. Este ha tenido que esperar a la celebración de todos los congresos (federal, regional y provinciales) del PSOE para echarse a la carretera. Su nivel de conocimiento es bajo, del 53,8, según el CIS andaluz.
Las encuestas internas que maneja el PP le da entre 45 y 46 escaños y creen que podrían alcanzar hasta los 50, a cinco de la mayoría absoluta (55 de los 109 escaños) en los casi dos meses que faltan para las elecciones. El objetivo es superar a la suma de todas las formaciones de izquierdas juntas, por lo que la entrada de Vox en el Gobierno estaría desactivada, ya que es impensable en principio que la ultraderecha facilite un gobierno socialista por acción u omisión.
Moreno no apelará directamente a Vox en su periplo electoral. Su mensaje será el de gobernar en solitario, para así atraerse tanto a los votantes de Ciudadanos (al que el Centra le da dos diputados frente a los 21 que sacó en 2018) como a los de centroizquierda. El andalucismo “moderado” será otra de las banderas que exhibirá el candidato, encantado con el cambio de rumbo y de liderazgo que él mismo propició en el PP nacional. Moreno está muy cómodo con Feijóo, todo lo contrario que con el tándem Pablo Casado-Teodoro García Egea. De la mano de Moreno el PP andaluz ha ganado un peso importante en el nuevo PP. Un buen resultado en Andalucía impulsaría la carrera a la Moncloa del líder gallego, pero si, finalmente, tuviera que depender de Vox, se le complicaría la opción de poder esgrimir los logros en Andalucía como ejemplo de su futura gestión.
Pero en las filas populares preocupa el rédito político que del malestar ciudadano por el crecimiento de los precios (el segundo problema, después del paro) pueda hacer el partido ultra, el único que crece en las encuestas y que, de acuerdo con fuentes consultadas tanto en el PP como en el PSOE, está fagocitando votos en zonas rurales tradicionalmente socialistas o populares. Esta situación preocupa más que el hecho de que surjan candidaturas provinciales en Jaén, Huelva o Granada.
Vox, de hecho, es el único partido que inquieta al equipo de Moreno, al que sorprende, dicen las fuentes consultadas, “el perfil bajo” del candidato socialista, Juan Espadas. Su estrategia para contrarrestar el empuje de la extrema derecha es pisar su mismo terreno y convencer a los votantes de que quienes tienen experiencia de gestión y capacidad para resolver sus problemas, y no solo hacer de mero altavoz, es el PP, con estructura en todos los territorios.
Es un orgullo poder decir que el Gobierno del Cambio llega unido hasta el final. No es lo habitual, pero demostramos una vez más que cuando se pone por delante el interés general todo es posible.
— Juanma Moreno (@JuanMa_Moreno) April 25, 2022
Gracias por dejaros el alma por #Andalucía. pic.twitter.com/Se1Sttrkt5
Andalucía fue la primera comunidad en la que Vox obtuvo representación parlamentaria. En estos tres años y cuatro meses de legislatura, la formación de Santiago Abascal ha apoyado tres presupuestos autonómicos, garantizando la estabilidad necesaria al Gobierno del PP a cambio de pocas medidas de calado ideológico y de escaso impacto presupuestario. Los líderes de Vox ya han advertido de que esta vez no se conformarán con brindar un apoyo parlamentario y que exigirán entrar en el Gobierno de la Junta, como ya han hecho en Castilla y León.
Justificar la fecha
Las cuestiones políticas que inclinaban la balanza del lado de octubre han pesado más que las técnicas hasta las últimas semanas, donde el argumento de la necesidad de contar con unos presupuestos para 2023 que permitan encauzar los fondos europeos, defendido por el consejero de Hacienda, Juan Bravo, ha comenzado a imponerse. La importancia de agotar la legislatura como una muestra de estabilidad política; la baza de poder esgrimir los buenos datos económicos que se prevén para el verano —en medio de un escenario de recesión generalizado por la guerra en Ucrania y el alza de los precios―, además de esperar a un desgaste de Vox en la Junta castellanoleonesa que evidenciara que en el poder sus políticas no son tan radicales, se han machacado hasta la saciedad por parte del equipo del presidente para avalar la fecha de octubre. Pero Moreno arrumbó estos argumentos a principios de abril.
Para los populares ahora es importante justificar el cambio de relato, para no perder credibilidad y dar a entender que todo se debe a mero tacticismo electoral, como acusa la oposición. Un cambio de rumbo que avanzó Moreno asegurando que tomaría la decisión si los responsables económicos con los que se iba a reunir así lo avalaban, y que continuó la semana pasada el consejero de la Presidencia, Elías Bendodo —uno de los principales defensores de octubre― al asegurar que la celebración de unas elecciones en junio no puede considerarse un adelanto.
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