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Gobierno y PP se acusan de usar estrategias antidemocráticas

Sánchez acusa a Casado de usar el virus para derribar al Ejecutivo y Álvarez de Toledo, a Calvo, de difundir bulos para tapar su gestión ante la pandemia

Pedro Sánchez en el pleno del Congreso este miércoles. En vídeo, intercambio de acusaciones entre el Gobierno y el Partido Popular.Vídeo: Alberto Di Lolli | EP

Bronca o unidad. “¿Usted va a perseverar en la confrontación y en la bronca? Entonces, váyase con la ultraderecha. Si quiere participar en la reconstrucción, aquí está el Gobierno". El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le ha vuelto a lanzar ese dilema al líder de la oposición, Pablo Casado, este miércoles en la sesión de control al Ejecutivo en el Congreso, tras acusarle primero de “utilizar el virus para derrocar al Gobierno de España". La tensión ha continuado por esa senda en el duelo ya habitual entre la portavoz popular, Cayetana Álvarez de Toledo, y la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, a la que ha achacado haber extendido “el bulo” de una presunta implicación del PP y de Casado en intentos de golpes de Estado “para tapar la letal gestión” del Gobierno ante la pandemia de la covid-19.


No ha habido el menor atisbo de rebajar la tensión política, especialmente entre la bancada azul y la de los populares, en un pleno en el que ya casi la mitad de los diputados estaban presentes físicamente en el hemiciclo. El presidente del PP volvió a recurrir, como hacen normalmente muchos diputados de ese partido, a un ardid parlamentario: registrar una pregunta sobre si considera el Gobierno que de esta crisis sanitaria los españoles han salido más fuertes para reprocharle una cadena ilimitada de errores en las diferentes fases de la pandemia, para recriminarle esparcir "el veneno de la confrontación” y obviar sus ofrecimientos de cuatro pactos de Estado para emprender el camino de la reconstrucción tras el coronavirus. Casado volvió así a echarle en cara a Sánchez que rechace su mano sobre esos asuntos y prefiera a otros socios desde la moción de censura hasta para cerrar acuerdos sobre la reforma laboral con Bildu.

Pablo Casado concluyó que "tener la peor cifra de muertos por habitante de la covid-19 del mundo, ocultar 16.000 fallecidos y llevar con la gestión económica a una caída del 15% del PIB y una tasa de paro masivo de 25% no es salir más fuerte de la crisis”. Y rechazó que no alabar al presidente y al Gobierno sea crispar. Sánchez reprendió a Casado por “estar instalado en la bronca para derrocar y hacer caer y descabalgar a un Gobierno legítimo” y presumió de las medidas adoptadas y de que con las mismas, pese a los errores genéricos que aceptó, se había conseguido salvar 450.000 vidas. El líder socialista lamentó que con ese comportamiento del PP alineado con la ultraderecha de la Cámara tuviera como resultado un fracaso. "El Gobierno está bien, gobierna y legisla”, respondió el presidente.

La discusión sobre la responsabilidad de la crispación continuó con la pregunta que le planteó a Sánchez el portavoz adjunto de Ciudadanos, Edmundo Bal, con la que enumeró las polémicas provocadas en las últimas semanas por distintos miembros de su Gobierno para recomendarle que les llame al orden, bajen el tono, aparten batallas ideológicas y partidistas, y apuesten más por el consenso como lleva un tiempo promoviendo su partido tras el liderazgo de Inés Arrimadas. El jefe de Gobierno agradeció ahí el papel jugado últimamente por esa formación para ser útiles en la reconstrucción.

La tensión se recobró de nuevo con el duelo semanal entre Cayetana Álvarez de Toledo y Carmen Calvo. La portavoz popular tenía claros sus objetivos y para ello recuperó algunas palabras de la vicepresidenta de la sesión de control de la semana pasada, cuando interpeló a su jefe con una frase ambigua pero de notable carga política: “¿En qué anda usted, señor Casado? ¿En qué anda contra el Gobierno? ¿En qué anda? ¿En qué anda? ¡Cuénteselo a los españoles!”. Álvarez de Toledo derivó así este miércoles que Calvo se sumaba a otros de sus colegas en el Gabinete al deslizar lo que llamó “tóxicas insinuaciones sobre la implicación del Partido Popular en una presunta conspiración para derrocar al Gobierno”. Y exigió a Calvo que se atreviera “a afirmar que el Partido Popular está implicado en un golpe de Estado” y que demostrara o reconociera en la Cámara baja que “ese fantasmagórico golpe de Estado es un maligno bulo cuyo único propósito es camuflar la responsabilidad del Gobierno en la muerte de miles y miles de españoles".

Carmen Calvo optó por refrescarle a Álvarez de Toledo que su pregunta oficial versaba sobre el compromiso de la vicepresidenta con la verdad y le señaló que ambas, como cargos públicos, no solo tenían un compromiso con la verdad, sino también una obligación. Como la dirigente del PP había aprovechado para arremeter también contra el titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, Calvo no desperdició el momento para remachar que el ministro seguía sentado en su sillón de la bancada gubernamental porque así lo había decidido el presidente legítimo y constitucional de España. Y para terminar, ofreció a Álvarez de Toledo tomar un café juntas “con un par de horas por delante” para profundizar en el debate “enciclopédico y filosófico” sobre la verdad.

El presidente del Gobierno, por otro lado, ha evitado hablar de futuros o posibles recortes como consecuencia de esta crisis, a preguntas muy directas de la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, que le demandó claridad para saber si la salida de la pandemia ahora será y tendrá víctimas diferentes a las de la crisis económica y financiera de 2008: “Esta vez sí, la crisis la deben pagar los ricos y el capital”, dijo.

Pedro Sánchez intentó, de una manera indirecta, descartar que habrá recortes a corto plazo, pero sin llegar a mencionarlo así. “Cuando cae la economía hay que hacer políticas anticíclicas, hay que endeudarse y gastar más”, ha dicho. Pero de otra manera sí aceptó que la tijera podría llegar más adelante: “Un déficit del 10% del PIB habrá que atajarlo en el futuro”. Y fue cuando apuntó a que, entonces, habrá que rebajar el déficit con crecimiento, con una reforma fiscal y confió en que la recuperación provoque un crecimiento del empleo, lo que supondría un gasto menor en prestaciones por paro y ERTE. La alusión a las políticas anticíclicas tiene un doble filo: no habrá recortes mientras la economía caiga (en 2020, según las previsiones del Gobierno), pero sí cuando haya recuperación, que el Ejecutivo prevé para 2021.

La sesión se enredó finalmente también ante los ataques dialécticos recibidos desde el PP y Vox por el ministro del Interior, al que exigieron la dimisión. La aguerrida diputada popular Beatriz Fanjul le preguntó con mal tono sobre la desmilitarización de la Guardia Civil y no obtuvo más respuesta de Marlaska que su recriminación, pero la que elevó la apuesta fue la secretaria general de Vox, Macarena Olona, que le espetó al ministro: “La realidad que esconde la destitución del coronel Pérez de los Cobos es que usted odia profundamente en la Guardia Civil. Le pido que aflore la verdad y que cuente lo que ocurrió hace 20 años en Bilbao”. La diputada continuó su intervención con algunos pasajes que quiso llenar de misterio y que no acabó por descifrar: "Cuente que le tuvieron que recordar su cobardía”. Marlaska instó a Olona a que fuera "valiente” y revelase el enigma y le refrescó que entonces estuvo como juez de la Audiencia Nacional en Bilbao portando el féretro de su compañero asesinado por ETA, José María Lidón, y que ahora era el mismo que estuvo tantos años amenazado por la banda terrorista.

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