Retocados a los 20: ¿por qué antes se empezaba la cirugía estética a los 50 y ahora antes de la treintena?
Consumismo, precocidad, redes sociales, falta de información… La medicina estética prolifera y es más asequible (aunque no siempre fiable). Infiltraciones y rellenos son tendencia
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Hasta hace poco, la visita al médico estético estaba reservada a mujeres de “cierta edad” con pronunciadas arrugas, patas de gallo, flacidez u ojeras que querían mejorar el aspecto de su piel con pequeños retoques sin tener que pasar por el quirófano. Una minoría de las más jóvenes optaba por un aumento de pecho, una liposucción o una rinoplastia (intervenciones costosas), pero ni se planteaban inyectarse neuromoduladores (bótox) o ácido hialurónico. Hoy, estas infiltraciones (unos 300 euros por sesión) se empiezan a realizar antes de los 20 años. Los médicos estéticos confiesan que a su consulta acuden jóvenes recién cumplidos los 18 para aumentar el volumen de sus labios, conseguir unos pómulos prominentes, afinar la nariz o definir el reborde mandibular. Ante esta tendencia surgen algunas dudas: ¿es bueno empezar tan pronto?,as ¿se debe pensar en la huella estética que pueden dejar estos productos a la larga en el rostro?, ¿estamos creando clones?
Como en muchos ámbitos, la tendencia en estética facial y corporal viene determinada por las redes sociales (antes, el referente eran las revistas de moda). Esposas de futbolistas, cantantes o influencers son el prototipo para los jóvenes, que copian desde sus botines hasta su boca. Kylie y Kendall Jenner (26 y 28 años), Hailey Bieber (28), Bella Hadid (28), Aitana (25) o María Pombo (30) son algunas de las más imitadas. Pero ¿qué tienen en común aparte de que son guapas y se parecen entre sí? Si las observamos detenidamente, lo primero que vemos son unos labios gordos y sensuales, después una nariz respingona que al reír se frunce creando pequeños pliegues cerca de los ojos. También unos pómulos muy marcados, una frente lisa sin movilidad y sin líneas de expresión, unos ojos almendrados y unas cejas que se arquean en exceso dotando al rostro de una expresión un tanto maligna.
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Estos rostros (tanto femeninos como masculinos) son hoy los más imitados porque representan el canon de belleza actual. Juan Martínez-Mena de Molina, psicoanalista del CEAP (Centro de Estudios y Aplicación del Psicoanálisis), opina que los jóvenes persiguen unos patrones de belleza que se han impuesto en las redes: “En realidad es igual que en la época victoriana, cuando se quería tener una cintura de avispa y una piel blanca a toda costa, ya fuera bebiendo vinagre o torturándose con corsés que provocaban desmayos”. Los equivalentes hoy serían labios gruesos, pechos y trasero prominentes o vientres planos, y la manera de conseguir eso no siempre es la mejor. La Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) acaba de lanzar una campaña que busca proteger al paciente sobre la mala praxis de los tratamientos de estética en la era de la desinformación, donde los jóvenes y no tan jóvenes se realizan infiltraciones en peluquerías, baños de cafeterías o incluso en un barco o en un cumpleaños (botox party).
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La falta de sentido común y de información son los culpables, explica el doctor Sergio Fernández. Ante estas modas, la seguridad y la autoestima son fundamentales. “Cuando la autoestima es baja se tiende a buscar la autoafirmación imitando a otros que reciben alabanzas. Quizás lo que convendría replantearse es la educación; se impulsa que los problemas se arreglen desde el exterior (con retoques), en lugar de trabajar el interior; la psique y el bienestar emocional, únicas formas de lograr sentirse a gusto en la propia piel”, explica este psicoanalista.

Pero ¿qué es lo más demandado en las consultas de estética entre los 20 y 30 años? Según el doctor Jorge Mercado, el relleno de labios (aparentemente fácil y rápido) ha superado en popularidad a otras infiltraciones (también en hombres). “Es fundamental orientar a los pacientes jóvenes con información precisa sobre los riesgos y beneficios de estos procedimientos, su duración y su evolución a largo plazo (no todo se reabsorbe). También recordarles que la belleza es diversa y no debería medirse únicamente por las tendencias; un labio fino puede ser igual de bonito que uno carnoso. A veces el problema radica en la dentadura y no en los labios”, concluye Mercado.
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Por su parte, la doctora Flavia Bonina explica que el ácido hialurónico (sustancia que se inyecta en los labios) tiene la capacidad de retener agua, por lo que proporciona volumen y mejora la hidratación de los tejidos, pero, si se excede con la dosis o con las sesiones, puede migrar hacia la parte superior creando bultos y bocas de pato. “En este caso, el desperfecto se arregla infiltrando una sustancia denominada hialuronidasa. Pero es un procedimiento largo y laborioso. Un buen médico debe poner freno cuando el paciente quiere más”, remata Bonina.
Otro de los tratamientos más demandados es el bótox (toxina botulínica o neuromoduladores), medicamento utilizado también para corregir el sudor excesivo, el estrabismo o el bruxismo, y que en medicina estética es el número uno para relajar el músculo y detener las arrugas dinámicas. “En pacientes jóvenes, los neuromoduladores se deben inyectar de manera conservadora y discreta y solo si el entrecejo está muy marcado (como suele pasar en los miopes)”, apunta la doctora Ana Roces. “Las llamadas vitaminas también son requeridas en torno a los 30 años, pero hay que saber que, aunque se emplee esta palabra, estamos hablando de ácido hialurónico de baja reticulación (ligero) unido a otros suplementos como el glicerol, el silicio o las vitaminas A, B, C y E. Vitaminas por sí solas inyectadas, no existen; ¡que quede claro!”.
Ariadna Vilalta, psicóloga, opina que la exposición en redes sociales y la satisfacción a corto plazo de cualquier capricho (“lo quiero y cuento cómo me lo hago”) ha hecho que estos procedimientos se vean como rápidos, indoloros y sin riesgo. Los médicos y periodistas especializados ya advierten que no es así, que hay que ser precavido y cauto y que puede haber efectos secundarios (la famosa huella estética porque las sustancias no desaparecen del todo y se puede ver con un ecógrafo). “Cognitivamente, el trabajo que debemos hacer los psicólogos en el ámbito mental es profundo. Si no nos aceptamos a los 20, si no entendemos el funcionamiento biológico del cuerpo a una edad en la que las incipientes arrugas no deberían tener importancia, enfrentarnos a los 40, 50, 60…, con mil retos profesionales, familiares u hormonales (además de los estéticos), será un problema grave. Nuestra labor es hacer entender a los jóvenes que no todo se soluciona con un clic o un pinchazo”, concluye Vilalta.
Otras dos técnicas médico-estéticas que requieren inyectables —solicitadas sobre todo en hombres entre 25 y 30 años— son la definición de la mandíbula (mentón anguloso tipo Brad Pitt) y el afinamiento de la nariz. Si la genética no acompaña, los pinchazos conseguirán este sueño estético. El doctor Carlos Morales Raya apunta que, en el caso de la marcación mandibular, se combina la aparatología de Ultherapy (ultrasonidos de alta intensidad que compactan la piel) con las infiltraciones de Radiesse (inyectable que proporciona un efecto de relleno inmediato para estimular después la producción de colágeno). Estos resultados pueden prolongarse unos 18 meses. “En el caso de afinamiento de la nariz infiltramos ácido hialurónico en el dorso nasal. Esta técnica debe ser realizada por un médico con amplia experiencia porque es una zona muy delicada y difícil de abordar”, recalca el doctor.
Ante toda esta avalancha de tratamientos en apariencia inocuos, la SEME alerta del profundo desconocimiento por parte de los españoles sobre las consecuencias negativas que estos procedimientos pueden crear cuando son ejercidos por manos inexpertas (no médicas), por una mala praxis y por un mal producto (el paciente debe informarse acerca del laboratorio que está detrás de ese inyectable). Las complicaciones que pueden aparecer van desde infecciones, alergias, asimetrías o granulomas (bultitos) hasta necrosis.
Según un estudio de percepción independiente impulsado por la Sociedad Española de Medicina Estética, un 47% de la población española se ha sometido alguna vez a una técnica médica de este tipo. Pero el dato sorprendente es que el 65% de esos procedimientos es realizado por profesionales no cualificados, el 20% se lleva a cabo en centros de belleza no regulados (peluquerías e incluso domicilios) y solo un 7% de los entrevistados conoce que la infiltración de toxina botulínica es de uso exclusivamente médico.
El doctor Sergio Fernández Mesa, vicepresidente de la SEME, explica que la desinformación ha fomentado la banalización de una disciplina médica contribuyendo a instaurar la idea generalizada de que procedimientos como las infiltraciones, los láseres o la radiofrecuencia son semejantes a un masaje o una limpieza facial. Esta situación se ve agravada por el fácil acceso a materiales no regulados, ya que es fácil adquirir inyectables a través de canales ilegales, de ahí el incremento de procedimientos realizados en centros no certificados.
La juventud debe desconfiar de descuentos, de precios baratos, de las botox parties y siempre acudir a un centro de confianza con médicos cualificados que sepan de anatomía y que de vez en cuando diga no. Las caras son asimétricas y únicas y, a veces, un labio gordo puede no estar en consonancia con una determina fisonomía. No es necesario que la belleza sea uniforme, hay que saber encontrar nuestra mejor versión sin caer en las caras clónicas.
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