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Iván Ivánovich, el muñeco que conquistó el espacio dos veces

Su aventura ayudó a la Unión Soviética a avanzar en la carrera espacial

EPS 2494 INTRO PSICOLOGIA
Señor Salme

Uno de los héroes menos conocidos que contribuyeron en la exploración espacial fue Iván Ivánovich y así se le reconoce en varios museos del mundo. El pequeño detalle es que, a pesar de su aspecto, Iván Ivánovich (al que en castellano podríamos llamar Juan Nadie) no es una persona, sino un maniquí, pero el maniquí más importante en la carrera espacial.

En plena Guerra Fría, la conquista del espacio fue un épico duelo entre soviéticos y estadounidenses, en la que los soviéticos ganaron casi todas las batallas, pero perdieron la guerra de conquistar la Luna. La forma en la que afrontaron la carrera también fue muy diferente en ambos lados. En Estados Unidos no desaprovecharon el tirón publicitario y convirtieron a los aspirantes a astronauta en héroes mediáticos. Muchos de los detalles, progresos y participantes eran conocidos y publicitados, así como la identidad del jefe del programa, el alemán Wernher von Braun, un antiguo nazi, diseñador de los misiles balísticos V2 que habían asolado Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial. En el otro lado del mundo, el programa espacial soviético estaba rodeado de secretos y de desinformación. Los éxitos se comunicaban en ruedas o notas de prensa de la agencia TASS, donde la información se suministraba con cuentagotas. Una táctica habitual era que la persona que comparecía en la rueda de prensa como presunto responsable del programa espacial realmente tenía una relación tangencial con el programa y no conocía apenas nada de lo que se estaba anunciando. Así se aseguraban de que no se filtrara ninguna información sensible. Mucho tiempo después supimos que el responsable del programa espacial soviético fue Serguéi Koriolov, un brillante ingeniero que había pasado varios años en un gulag estalinista y que había sido rehabilitado en el año 1957 cuando la Unión Soviética requirió de su talento.

Los soviéticos fueron los primeros en poner un objeto a orbitar la Tierra (el Spútnik) y los primeros en poner a un hombre en órbita. Esos dos logros fueron bastante complicados y requirieron muchas pruebas y ensayos que se hicieron en el mayor de los secretos. Para realizar uno de estos vuelos previos a poner a un hombre en órbita, se diseñó un maniquí, bautizado como Iván Ivánovich. Según los que trabajaron en el programa, tenía un aspecto inquietantemente humano, y unas pestañas tan realistas que parecían sacadas de una película de terror.

Iván Ivánovich hizo dos vuelos al espacio, por lo que se puede considerar el primer objeto antropomórfico que estuvo en órbita y el primero que repitió. En su viaje no iba solo. Llevaba cultivos microbianos, ratones, lagartos y conejillos de Indias para probar el efecto sobre organismos biológicos del espacio exterior. También llevaba entre el traje espacial y su pecho un radiocasete que transmitía canciones populares soviéticas, para asegurarse que durante todo el vuelo pudieran oír a los astronautas. Uno de los mayores temores de los soviéticos era que si el maniquí era encontrado por alguien ajeno al equipo de rescate pudiera ser confundido con un espía occidental, y siguiendo las indicaciones del partido, le pegaran una paliza. Hay que recordar que unos pocos años antes el piloto Gary Powers había caído en territorio soviético mientras realizaba una operación de espionaje. Para evitar esto, escribieron la palabra “Maket” (maniquí) sobre su casco. Su primer viaje se consideró un éxito, incluyendo su eyección y aterrizaje en paracaídas…, aunque el módulo de frenado no se desprendió como debía y quedó enganchado por un cable, por lo que durante unos minutos los dos módulos del Vostok estuvieron girando como dos zapatillas enredadas por los cordones.

Para el segundo vuelo se le cambió la cabeza. La anterior había quedado dañada en el primer vuelo, y parece ser que le habían hecho fotos con un cigarrillo, lo que le había provocado alguna quemadura. Este cambio no suavizó un ápice su aspecto inquietante. En la grabación se incluyó, además de las consabidas canciones populares, la receta de una sopa de col, se supone que para despistar al enemigo. Este segundo vuelo funcionó bastante mejor, aunque se cumplieron los presagios y al aterrizar fue atacado por los campesinos que lo confundieron con el cadáver de un espía, aunque los miembros del programa espacial llegaron a tiempo para rescatarlo. Todo un héroe… de caucho.

El verdadero Iván

— El final de Iván Ivánovich estuvo a la altura de los servicios prestados. En 1993 fue subastado en Sotheby’s y el multimillonario Ross Perot lo adquirió por 189.500 dólares. Se expuso en el museo nacional aeroespacial en Washington desde 1997 hasta el año 2017, en el que se reintegró a la colección personal de su propietario.

— Pero la desinformación soviética sigue siendo muy efectiva actualmente. En el cosmódromo de Baikonur se exhibe otro Iván Ivánovich del que se alega que fue el que realmente hizo el primer vuelo de prueba el 25 de marzo de 1961 y que fue donado por el propio Koriolov. Decida el lector cuál es el auténtico.

J. M. Mulet es catedrático de Biotecnología.


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