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En este sótano se reveló la historia de Mallorca

Casa Planas, el edificio en el que nació la imagen turística de las Baleares, busca conservar y sacar a la luz su archivo de más de tres millones de fotografías.

Mallorca
Marina Planas, directora de Casa Planas y nieta del fundador, Josep Planas, revisa imágenes del archivo.Toni Amengual
Margaryta Yakovenko

En un primer plano, mujeres rubias en bañador y biquini que toman el sol con los pies sumergidos en el agua turquesa de una piscina. En un segundo plano, parejas tumbadas en hamacas, morenos, relajados, con una copa en la mano, resguardados bajo toldos de rayas. Al fondo, un edificio blanco con arcos y ventanales sobre cuya fachada cuelgan las letras que por la noche se iluminarán creando la palabra “hotel”. Todo ello bañado por una luz fuerte. Una imagen en la que nunca se pone el sol y en la que nunca está nublado. Un cielo azul saturado que promete la felicidad. “Esta es la imagen que ha quedado taladrada de las islas Baleares, estos azules, este momento de vacaciones, este horario de placer. Aquí se creó y después se distribuyó al mundo”, cuenta Marina Planas sobre la postal que su abuelo Josep Planas i Montanyà creó para promocionar Mallorca en el resto de Europa. Una imagen idílica de la isla que nació, precisamente, en el edificio de 4.000 metros cuadrados donde ahora está Casa Planas, un centro de creación artística que antaño era la oficina central y laboratorio de su abuelo. “En estos sótanos se reveló la historia de las islas Baleares”, apunta Marina. Los tubos por los que corría el líquido de revelado y las cubetas pegadas a la pared del sótano dan cuenta de ello.

Una transparencia de una postal del archivo.
Una transparencia de una postal del archivo.Toni Amengual

Todo comenzó cuando el abuelo Josep vino por los años cuarenta desde Cataluña a hacer la mili en Mallorca. Se enamoró de la isla, del color y de la luz y se quedó. Eran los años de las oportunidades. Aficionado a la fotografía desde que le regalasen una cámara de niño, cuando pisó la isla lo hizo en el momento exacto en el que arrancaba su crecimiento. Abrió su primera tienda de fotografía en 1948, justo en el momento del boom de las postales, y contribuyó de manera definitiva a promocionar Mallorca en el exterior generando por primera vez un formato de postal industrial. El sur se convirtió en el lugar de recreo del norte y él cogió la ola. A los dos años, Josep Planas ya había abierto su segunda tienda. Llegó a tener 21 establecimientos en los que vendía postales y reportajes fotográficos y que, a su vez, funcionaron como la verdadera cantera de los fotógrafos de Mallorca.

Arantxa Boyero, artista residente en Casa Planas, revisa viejas tiras de negativos del archivo.
Arantxa Boyero, artista residente en Casa Planas, revisa viejas tiras de negativos del archivo.Toni Amengual

Al principio la demanda no era tanto de los turistas como de los hoteleros de la isla que necesitaban la foto de su establecimiento, de su playa y su paisaje. Se compró un helicóptero para tomar imágenes aéreas de las calas y de las playas que, por aquel entonces, no estaban aún domesticadas por el ladrillo y el hormigón, y, de paso, se convirtió en uno de los primeros fotógrafos europeos en tener un helicóptero para tomar las instantáneas. “Era un innovador. En aquellos años no tenía helicóptero ni la Guardia Civil y se lo pedían prestado cuando tenían que hacer persecuciones y redadas”, rememora Marina.

Placa de vidrio de fotografía estereoscópica del archivo.
Placa de vidrio de fotografía estereoscópica del archivo.Toni Amengual

En los sesenta, Josep comienza a trabajar con el Ministerio de Información y Turismo franquista, dirigido entonces por Manuel Fraga. Nace el lema Spain is different, y Josep retrata una Mallorca ficticia que se superpone a la real. Una isla de ensueño, con alcohol y comida barata, tranquilidad y desentendida de la política. Un regalo para turistas suecos y alemanes que empezaron a venir por el mar, el sol, las perlas y las ensaimadas. “Hay un poco de amnesia o falta de conciencia histórica sobre el papel que tuvo Baleares en el desarrollo turístico, en hacer marca España, que, a su vez, generó muchos beneficios económicos a una sociedad que era pobre y rural. A veces se piensa que todo empezó en Benidorm, pero el arranque del experimento turístico comenzó en Mallorca”, puntualiza Marina.

Artilugios y fotografías estereoscópicas.
Artilugios y fotografías estereoscópicas. Toni Amengual

Esa promoción exitosa de la agencia de turismo franquista produjo una reordenación económica de la que aún recogemos los frutos. “El 90% de la economía balear es turismo. Y lo mismo en el resto de España. Vas a Asturias y las vacas son de adorno. Todo el mundo se dedica a lo mismo en el Estado español”, añade Marina. Al mismo tiempo, la llegada de los turistas a la isla produjo una urbanización caótica y desordenada. Explosiva. Con la suficiente magnitud como para arrasar y destruir el entorno natural. “Mi abuelo se dedicaba a los souvenirs y la fotografía turística, pero nuestra generación se dedica a la crítica porque lo vemos con la perspectiva de dos generaciones. Los que empezaron no iban a prever estas consecuencias. Tenían una mirada inocente. Venían de la posguerra y de una España autárquica y cerrada. Es nuestro papel reflexionar sobre la historia”, argumenta Marina.

La directora de Casa Planas, Marina Planas, posa en un sofá que encontró en el edificio al abrirlo en 2015 como centro cultural.
La directora de Casa Planas, Marina Planas, posa en un sofá que encontró en el edificio al abrirlo en 2015 como centro cultural.Toni Amengual


Si en los sótanos de Casa Planas se reveló la historia balear, en la primera planta está el archivo que da muestra de ello. En los archivadores se guardan los negativos de las fotografías de su abuelo y sus reporteros, así como las fichas con los encargos de postales hoteleras, turistas en biquini, payesas vestidas con sus trajes tradicionales, reportajes de bodas y comuniones, fiestas de sociedad, visitas de actrices y actores a la isla. En total, tres millones de imágenes tomadas entre finales de la década de 1940 y la de 1980 y de cuyo legado es ahora ella la responsable.

El equipo Planas, de izquierda a derecha, Adriana García, coordinación; Andrea Camp, producción; Begoña Márquez, coordinación de artistas residentes; Marina Planas, directora; Alelí Mirelman, directora de proyectos, y Antònia Buades, logística. La ropa es de Suite Lab13.
El equipo Planas, de izquierda a derecha, Adriana García, coordinación; Andrea Camp, producción; Begoña Márquez, coordinación de artistas residentes; Marina Planas, directora; Alelí Mirelman, directora de proyectos, y Antònia Buades, logística. La ropa es de Suite Lab13.Toni Amengual

A pesar de que bajo la batuta de su abuelo Casa Planas fue una empresa que llegó a emplear a más de 200 trabajadores, el negocio de la fotografía analógica y las postales decayó hasta que, en 2000, Casa Planas echó el cierre para siempre. El padre de Marina, guardián del edificio, le vetó la entrada al archivo hasta que estudió y se labró una carrera en televisión. “Cuando mi padre echó el cierre en 2000, lo dejó todo tal cual. Cuando entré aquí en 2013 estaban hasta los ceniceros con las colillas que apagaron los últimos trabajadores”, recuerda Marina. Dos años después, en 2015, Marina volvió a abrir la persiana de Casa Planas, esta vez reconvertida en un centro cultural en el que hay estudios hasta para 17 artistas becados que pueden realizar en el centro sus residencias, entrar en contacto con otros artistas y comisarios y usar el archivo para sus proyectos de creación. También está abierto a historiadores de arte y estudiantes de universidad. Al mismo tiempo, las antiguas oficinas funcionan como centro neurálgico de actividades culturales, como la Festa de la Fotografia, que se celebra el 20 de octubre y recupera un evento de los setenta que acogía Josep Planas en forma de actividades y encuentros entre fotógrafos. Un pequeño reducto artístico que el abuelo de Marina, fallecido en 2014, nunca pudo ver cómo revivía gracias a su nieta.

Exposición de postales de la casa.
Exposición de postales de la casa. Toni Amengual

Ahora, la meta de Marina y su equipo de cinco personas es digitalizar todo el archivo y seguir expandiendo las redes creativas de Casa Planas. El trabajo, hercúleo, es imposible de asumir para un proyecto privado de estas dimensiones. En la Administración tampoco encuentran los apoyos suficientes. “Cuando vienen los políticos, todos se emocionan porque es nuestra historia y no hay otros archivos que estén al mismo nivel ni en España ni en Europa. Pero los políticos, cuando llegan a sus cargos, no se enteran de cómo tienen que hacer las cosas y, cuando se enteran, ya han pasado cuatro años y se tienen que ir. Vamos a ver si en esta legislatura…”. Marina Planas deja la frase en el aire y pasa los ojos por los cajones de los armarios que la rodean. Esos cajones de madera de los que pretende sacar a la luz la historia viva de una isla y de un país.

Sergio Monje, artista residente en Casa Planas, mira a través de un negativo de gran formato.
Sergio Monje, artista residente en Casa Planas, mira a través de un negativo de gran formato. Toni Amengual

Sobre la firma

Margaryta Yakovenko
Periodista y escritora, antes de llegar a EL PAÍS fue editora en la revista PlayGround y redactora en El Periódico de Cataluña y La Opinión. Estudió periodismo en la Universidad de Murcia y realizó el máster de Periodismo Político Internacional de la Universitat Pompeu Fabra. Es autora de la novela 'Desencajada' y varios relatos.

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