La joyería que materializa el universo pop de Almodóvar
Suarez ha creado una colección inspirada en la estética de la película ‘Tacones lejanos’
En 1991, cuando se estrenó la película Tacones lejanos, Gabriel Suárez (Bilbao, 1979), director creativo de Suarez, tenía 12 años. “Era un niño y no entendía muchas escenas”, dice hoy con más de 40. Sin embargo, desde que la casa joyera Suarez, fundada por su abuelo en 1943, empezó a imaginar una colección de alta joyería inspirada en el universo del largometraje de Pedro Almodóvar, la canción Un año de amor ha sido su banda sonora en unos tiempos raros que han tenido como trasfondo una pandemia global.
“Tuvimos la primera reunión con Pedro en junio de 2019, pero sin afinar mucho, no queríamos apabullarlo. En la segunda ya hablamos de Tacones lejanos y de momentos concretos que queríamos traducir en joyas. Hemos trabajado en plena pandemia, hemos enseñado los diseños en reuniones con mascarilla, distancia y mucho cuidado porque estábamos todos tensos con el tema”, reconoce Gabriel Suárez. La actriz Rosy de Palma hizo las conexiones entre los dos mundos. “Ella es la culpable de que esta colección exista”.
Cuenta el joyero que el director le dijo: “Yo en mis películas pongo hasta el boli, así que os voy a dejar trabajar y después veré si me gusta o no el resultado; si intervengo, acabareis odiándome”. “Nos dio mucha libertad, pero compartimos con él los dibujos y las ceras [los prototipos donde ya se ven volúmenes de las piezas], y luego las joyas terminadas. Está emocionado con el resultado”, apunta.
Durante estos dos años se ha visto mucho Tacones lejanos en la casa Suárez y se ha escuchado en bucle a Luz Casal. Sandra, del equipo creativo, tenía identificados “de toda la vida” los momentos de la película que quería llevar a su terreno: Rebeca Giner (Victoria Abril), de Chanel y con unos pendientes de mercadillo comprados años atrás en la isla de Margarita, yendo en un taxi al aeropuerto a recoger a su madre, Becky del Páramo (Marisa Paredes); Letal (Miguel Bosé), cambiándole a la diva una teta de silicona por sus pendientes; Becky, en el escenario del teatro María Guerrero, cantando Piensa en mí, llorando, besando dramáticamente el suelo y dejando la huella de unos labios rojos.
“El reto del equipo creativo ha sido aplicar los códigos de la alta joyería a piezas enormes, muy bisuteras, incluso una de ellas comprada en un mercadillo. El resultado nos recuerda a lo que hacíamos en Suarez en los años noventa”, cuenta el nieto de Emiliano Suárez Faffián, que abrió la primera tienda taller de Suarez en Bilbao en 1943 en un local por el que pagó 18.000 pesetas.
El viaje del pop a la alta joyería se hace con los volúmenes, los acabados y los materiales, explican desde el equipo creativo de Suarez. “Diseñamos el forro, el interior y el reverso de las joyas; en bisutería no se termina una joya por detrás, pero en la alta joyería hay que cuidar hasta lo que no se ve. Con esta colección hemos hecho super alta joyería porque es justo lo que la gente no se espera”, anuncian.
Con unos precios que oscilan entre los 1.000 y los 10.000 euros, el nivel de materia prima de estas piezas es más alto que en otras colecciones. “Usamos mucho rubí porque el rojo es un color muy Almodóvar, pero no es una piedra muy comercial, y hay muy pocas con la calidad que buscamos; solo hay tres piezas del pendiente de rubí, cuando se vendan se ha acabado. Es la magia de la colección”, dice Gabriel Suárez.
La selección de las perlas, muy presentes por la afición de Rebeca a llevarlas en cualquier circunstancia, ha sido muy exigente. “Gracias al carácter de mi tío y de mi padre [Benito y Emiliano], somos los únicos joyeros del mundo capaces de entrar en las subastas de perlas en origen; eso nos da acceso a materias primas de muy alta calidad a un precio competitivo”, dice.
La familia Suárez no trabaja con intermediarios, sigue viajando para seleccionar personalmente los materiales y asegura que descarta el 99,5% de las piedras del mercado. La alta joyería de Tacones Lejanos está realizada en oro blanco y oro rosa combinados con diamantes blancos, rubíes, zafiros, morganitas y perlas australianas. “Los rubíes han sido elegidos uno a uno por nuestros expertos gemólogos y seleccionados para conseguir la pareja perfecta. Se trata de joyas únicas por su excepcional materia prima y la combinación de materiales de cada una de las piezas”, explica el director creativo de la casa joyera.
El movimiento de los pendientes de tiras de diamantes que replica el momentazo de la lágrima cayendo en el escenario del María Guerrero es algo de lo que presume el equipo creativo de la casa. “En joyería es muy difícil conseguir un movimiento orgánico, el metal no se dobla. Hemos replicado el sistema articulado que habitualmente se utiliza en las pulseras riviere con pequeñas asas casi invisibles para que la pieza se mueva como una serpiente”, apuntan. Para Gabriel es la pieza más emotiva de la colección, la que está a la altura de ese himno generacional que ha sido la canción Piensa en mí.
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