_
_
_
_
la imagen
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Fauna incipiente

Dan ganas de aplicar un poco de crema hidratante a la fotografía en una especie de vudú inverso que no funcionaría porque lo que vemos es muerte pura y dura

Una vaca se ve en un terreno que solía estar lleno de agua, en la Laguna Aculeo en Paine, Chile 9 de enero de 2019.
Una vaca se ve en un terreno que solía estar lleno de agua, en la Laguna Aculeo en Paine, Chile 9 de enero de 2019.Rodrigo Garrido (Reuters)
Juan José Millás

He ahí lo que fue una laguna y lo que intenta seguir siendo una vaca. La laguna (de Aculeo, en Chile) se presenta como una piel cuarteada por los años. Dan ganas de aplicar un poco de crema hidratante a la fotografía en una especie de vudú inverso que no funcionaría porque lo que vemos, más que decrepitud o enfermedad, es muerte pura y dura. Lo que fue un depósito natural de agua se ha convertido ahora en un sudario. Descanse en paz la laguna, pobre. Ahí la vemos sin verla, con un espanto semejante al que produce la cabeza de un ciervo disecada y abandonada durante años en un desván infestado de ratones e insectos. Ahí está como una insignia de no sabemos qué, quizá como un trofeo más de los que ya acumula el cambio climático, pues no para de exponer premios en su torva vitrina. Ahí se manifiesta también como un símbolo de la pulsión de muerte de la que, como especie, estamos fieramente poseídos y que parece a punto de doblarle el brazo definitivamente a la pulsión de vida. Ahí se manifiesta Tánatos, en fin, aunque también Eros, su contraria, representada por esa humilde vaca que florece como un punto insignificante en el interior del mapa del desastre.

La vaca, empeñada en seguir siendo vaca, deambula por la superficie de la imagen en busca de ese pasto pequeño que se abre paso milagrosamente entre las grietas de la piel cuarteada y que constituye asimismo un documento sencillo, aunque palpable, de la tozudez de la vida por establecerse allá donde se dé la mínima oportunidad. Quizá si levantáramos algunos de esos terrones desangrados, hallaríamos una fauna incipiente dispuesta a sustituirnos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_