Un Nerón del todo inmanejable
Debemos aprender a conciliar el progreso con el desprogreso cuando no sabemos muy bien en qué consiste lo primero y en qué lo segundo
La invención del fuego fue un gran invento. El problema, ahora, es cómo desinventarlo. La humanidad se encuentra inmersa en un proceso de desinvención: hay que desinventar el plástico, hay que desinventar el carbón, los combustibles fósiles, hay que desinventar el capitalismo exagerado, los paraísos fiscales, las puertas giratorias y quizá haya que desinventar Twitter. Significa que debemos aprender a conciliar el progreso con el desprogreso cuando no sabemos muy bien en qué consiste lo primero y en qué lo segundo. Lo cierto es que para seguir adelante no nos queda otro medio que volver hacia atrás. Sólo nos falta averiguar dónde queda “delante” y dónde “atrás”. Estamos, en fin, un poco desnortados.
Tiene uno la impresión de que el mundo ha ardido este verano. Sigue ardiendo cuando se escriben estas líneas. Hemos perdido ya la cuenta de las hectáreas calcinadas en California, en Australia, en Grecia y aquí mismo, en España. Un Nerón ciclópeo ha decidido pegar fuego a la Tierra y sentarse a verlo en el sofá. Desde el sofá es desde donde lo vemos nosotros en el telediario. Tal vez ese Nerón gigante esté compuesto por pedacitos de usted y míos y de nuestros cuñados, nueras, yernos y demás. No sé. ¿Quién le ha prendido fuego al mundo? Nadie y todos, ahí está la cuestión. Cuando una cosa se hace entre todos, es como si no la hiciera nadie. Y frente a ese Nadie enorme, inmanejable, ahí ven a los helicópteros, como mosquitos en medio de la niebla, intentando apagar lo inapagable en las afueras de Atenas, donde las llamas casi le chamuscan el pelo a la diosa Atenea.
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