En recuerdo de la audacia humana
Somos bichos desaforados, audaces hasta lo estrafalario, curiosos, movidos siempre por el ímpetu de llegar un poco más allá

Con cinco años contraje tuberculosis y pasé mucho tiempo en cama. Antes de enfermar mi vista era estupenda, pero cuando volví a salir a la calle tenía una dioptría de miopía en cada ojo, graduación que se mantuvo estable toda mi vida y que guardaba relación con los tres metros escasos que me separaban de la pared de mi dormitorio. Es decir, sólo enfocaba con claridad hasta esa distancia, que durante tantos meses fue todo mi mundo. Mi visión se achicó cuando dejé de mirar horizontes lejanos. Estamos cumpliendo por estos días nuestro primer año de coronavirus y he recordado esa historia porque s...
Inicia sesión para seguir leyendo
Sólo con tener una cuenta ya puedes leer este artículo, es gratis
Gracias por leer EL PAÍS