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Tribuna
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Una pandemia de deforestación

Existe el riesgo real de que la covid-19 anule décadas de progreso en la ralentización de la destrucción de bosques y en el fomento de la producción y el comercio sostenibles de productos forestales

Kadir Celep (Unsplash)

Deliberadamente o no, muchos de nosotros hemos estado dependiendo de productos forestales durante la crisis de la covid-19. Desde el papel para cubrebocas y filtros de respiradores hasta el embalaje de paquetes para las compras en línea e, incluso, el papel sanitario que personas atemorizadas han comprado en grandes cantidades. ¡Los bosques han estado respondiendo!

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Los bosques siguen siendo fuentes de alimentos, ingresos, combustible y abrigo para centenares de millones de personas en todo el mundo, ofreciendo una red de seguridad para muchos al ir cambiando la vida tal y como la habíamos conocido debido a la pandemia. Sin embargo, si no tomamos medidas de prevención, existe el peligro real de que la covid-19 anule décadas de progreso en la ralentización de los índices de deforestación y en el fomento de la producción y el comercio sostenibles de productos forestales. También causaría enormes secuelas en las comunidades forestales y en los medios de vida.

Los principales riesgos son de tres tipos. En primer lugar, nos esperamos una mayor presión sobre los recursos forestales en las áreas rurales, al perder las personas sus medios de vida, al disminuir los ingresos de los hogares y al agotarse las remesas enviadas por los miembros de la familia que trabajan en el extranjero. Muchos regresarán a los bosques –los supermercados de la naturaleza– en busca de supervivencia y para crear fuentes alternativas de ingresos, para cazar animales, en busca de alimentos silvestres y de leña para cocinar. Todo esto podría producir un aprovechamiento excesivo y la degradación del bosque. Los jóvenes que regresan de las ciudades a las áreas rurales aumentarán la presión y muchos de ellos llevarán enfermedades a zonas remotas y sin preparación, donde hay poca disponibilidad de medicinas. En segundo lugar, las empresas de productos forestales que dependen de trabajadores y del transporte para llevar sus productos a poblados, ciudades y mercados internacionales, enfrentan graves dificultades debido a la covid-19. Esto repercutirá en los medios de vida de las personas empleadas por alrededor de 45 millones de pequeñas y medianas empresas forestales de todo el mundo. Estas constituyen entre un 80 y un 90% de las empresas forestales, tanto formales como informales. Son vulnerables especialmente durante una crisis económica, con baja capacidad de aplazar sus gastos si no reciben ingresos. Asimismo, mientras los grandes productores del sector formal probablemente apliquen directrices gubernamentales de restricción de actividades físicas, los del sector informal podrían optar por seguir, corriendo el riesgo de propagar ulteriormente el virus.

En tercer lugar, al conciliar prioridades a raíz de la pandemia, los países pueden reducir su enfoque de producción maderera legal y sostenible, anulando logros que ha sido difíciles de ganar en los ámbitos internacional y nacional. La flexibilización de las normas puede aumentar la posibilidad de actividades ilícitas y de prácticas fraudulentas en el sector maderero, aumentar los conflictos por tenencia de la tierra y debilitar las actividades independientes de seguimiento y vigilancia en el terreno. Mayores índices de deforestación significarían un grave revés a los esfuerzos por alcanzar las metas en materia de emisiones. Hasta la fecha, estas ya están enormemente retrasadas y no han alcanzado la escala necesaria para reducir el calentamiento del planeta o detener la pérdida de biodiversidad que, a su vez, tendrá efectos negativos en la pobreza y la seguridad alimentaria. La comunidad internacional y los gobiernos deben prestar la debida atención a la función que tienen los bosques para asegurar los medios de vida, garantizando la continuidad de los derechos de las comunidades vulnerables y que no se revierta el avance hacia las metas globales en cuanto a cambio climático y desarrollo. Las acciones que debemos emprender incluyen la protección de las comunidades que dependen de los bosques, volviéndolas más resilientes. Una manera concreta de lograrlo es ofrecer a las comunidades locales paquetes de ayuda que paguen a los jóvenes y desempleados para restaurar los ecosistemas de las comunidades y sus alrededores. Esto no ayudará solamente a recuperar la tierra productiva, sino también –si se realiza en la escala adecuada– a restaurar la biodiversidad y al almacenamiento del carbono en los árboles y suelos. Debemos mantener el impulso adquirido en la reducción de la deforestación y apoyar la gestión forestal comunitaria y las pequeñas empresas que ofrecen productos de origen legal y sostenible. Hoy más que nunca, es importante encontrar soluciones estratégicamente firmes y sostenibles para ayudar a las personas que han perdido sus ingresos y medios de vida. Esta fase comprende la intensificación del apoyo a los productos forestales obtenidos de forma sostenible, protegiendo el sector como pilar de la economía sostenible contra la inyección en el mercado de productos de origen ilegal; además de mantener las normas acordadas a nivel internacional sobre la madera extraída de forma legal. Los bosques son fundamentales para lograr muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y desempeñarán una función esencial en la recuperación social y económica como consecuencia de la crisis de la covid-19. Debemos proteger nuestros bosques de tal forma que sigan siendo la base de un futuro sostenible para todos nosotros.

Los jóvenes que regresan de las ciudades a las áreas rurales aumentarán la presión y muchos de ellos llevarán enfermedades a zonas remotas y sin preparación

Ewald Rametsteiner es subdirector del Departamento Forestal de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). 

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