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Seres Urbanos
Coordinado por Fernando Casado
Tribuna
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Del terremoto de Lisboa a una pandemia: ¿qué podemos aprender sobre el futuro de nuestras ciudades?

Es el momento de repensar un diseño urbano más innovador que permita dar paso al desarrollo sostenible

Un hombre protegido con mascarilla pasea en bicicleta por las Ramblas de Barcelona, prácticamente vacías en el quincuagésimo séptimo día del estado de alarma.
Un hombre protegido con mascarilla pasea en bicicleta por las Ramblas de Barcelona, prácticamente vacías en el quincuagésimo séptimo día del estado de alarma.Toni Albir (EFE)
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La historia nos enseña que la innovación urbana a menudo se ha producido después de un desastre. Tras el terremoto y el incendio de 1755, Lisboa fue reconstruida con edificios más estables para soportar los acontecimientos futuros. El control de enfermedades y la higiene fueron razones para volver a planificar París a mediados del siglo XIX. Alrededor de la misma época se construyó el sistema de alcantarillado de Londres para combatir los brotes de cólera. Las tres ciudades fueron modelos a seguir e influyeron en la planificación urbana en todo el mundo. Entonces, ¿qué características tiene la ciudad con el potencial de convertirse en el modelo a seguir por la forma en que se lidió con la covid-19 y por qué? Aunque es demasiado pronto para tener respuestas claras, hay primeros indicios.

Repensar la planificación urbana actual

La covid-19 ha puesto a prueba la realidad de nuestras ciudades. Aunque mantener distancia es ahora necesario, muchos barrios y ciudades apenas lo permiten, incluso en ciudades europeas generalmente bien equipadas. Durante mucho tiempo, las ciudades compatibles con el automóvil fueron el objetivo principal de la planificación urbana, resultando en poco espacio para los peatones con poca posibilidad de mantener dos metros de distancia. Los espacios abiertos de calidad son escasos en muchos barrios o han sido privatizados. Como resultado, para muchos habitantes urbanos es difícil pasar tiempo fuera de casa, y un desafío particular para aquellos que viven en pequeños apartamentos sin espacio exterior. Esta situación se intensificará drásticamente en verano, cuando la gente quiera dejar sus calurosos apartamentos para solo encontrar parques abarrotados.

Más espacio para las bicicletas

Muchas ciudades de todo el mundo están descubriendo los beneficios de promover el ir en bicicleta al trabajo evitando que el transporte público se sature y permitiendo el distanciamiento físico. Dado que en muchas urbes el tráfico de automóviles también ha disminuido, ahora se están ensayando conceptos propuesto durante años, por ejemplo, cerrar ciertas vías para convertirlas en calles solo para bicicletas, o desarrollar más carriles exclusivos para ellas. Además de ser un medio de transporte, las bicis también dan a las personas la oportunidad de hacer ejercicio al aire libre sin congregarse en espacios populares y saturados como los parques o las playas. Una ciudad que ha sido particularmente activa en este sentido es la capital colombiana de Bogotá, que está abriendo 76 kilómetros de carriles para bicicletas adicionales en este momento. Dado que Bogotá suele verse muy afectada por la congestión del tráfico, el fomento del uso de la bicicleta puede tener efectos benéficos que van mucho más allá de la pandemia actual.

Nuevos espacios públicos abiertos y multifuncionales

Los entornos de uso mixto permiten flexibilidad al disponer, por ejemplo, de una zona peatonal que también puede servir como espacio público para actividades culturales nocturnas, a diferencia de un centro comercial que se cierra con llave a cierta hora. Cuando hay entornos de uso mixto en diferentes partes de la ciudad, las compras son más fáciles e implican menos desplazamientos.

Actualmente hay muchas iniciativas comunitarias dirigidas a personas mayores y grupos vulnerables, donde voluntarios completan sus compras para evitar que se contagien de COVID-19

Además de reducir los viajes y la dependencia del automóvil, estos barrios urbanos de uso mixto también fomentan la participación de la comunidad. Los centros comunitarios y otros programas residenciales facilitan el sentido de comunidad fomentando la ayuda del vecindario, la cual es crítica en tiempos de crisis. Actualmente hay muchas iniciativas comunitarias dirigidas a personas mayores y grupos vulnerables, donde voluntarios completan sus compras para evitar que se contagien de covid-19. Esas iniciativas se desarrollan de la manera más natural cuando las personas pueden interactuar en espacios públicos abiertos.

Más planificación, menos desastres

La covid-19 ciertamente pone a prueba nuestra realidad de cómo solíamos construir nuestras ciudades y cómo deberíamos construirlas mejor en el futuro. El Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres, adoptado por los Estados miembros de las Naciones Unidas, es la guía que hace que nuestras comunidades sean más seguras y resistentes a los desastres. En respuesta a la pandemia de COVID-19, dicho Marco puede servir como principio rector para diseñar mejores infraestructuras urbanas, promoviendo procesos de planificación inclusivos que incorporen la voz de planificadores, encargados de la adopción de decisiones y organizaciones de la sociedad civil.

Nuestras ciudades deben pasar de "reconstruir mejor" a un "construir mejor". Esto incluye pensar en cómo afrontar acontecimientos futuros, por ejemplo, diseñando más espacios verdes abiertoS

En consonancia con ello, la Nueva Agenda Urbana elaborada por Naciones Unidas pide que se integren los principios de "reconstruir mejor", no solo durante la recuperación, sino también para la planificación. Nuestras ciudades deben pasar de "reconstruir mejor" a un "construir mejor". Esto incluye pensar en cómo afrontar acontecimientos futuros, por ejemplo, diseñando más espacios verdes abiertos, ya que no solo apoyan el distanciamiento durante la pandemia actual, sino que también ayudan a enfriar las ciudades en verano.

Encontrar y aprovechar sinergias

Una ciudad se compone de muchas capas que, con demasiada frecuencia, se planean y diseñan para un solo propósito cuando podría haber varios. Un parque no solo sirve como lugar de recreo, sino que también podría servir como zona de retención durante fuertes lluvias y, por tanto, como parte de una estrategia de reducción del riesgo de inundaciones. Las zonas peatonales pueden reabrirse más fácilmente que los centros comerciales durante pandemias como la del actual coronavirus, y al mismo tiempo son espacios públicos que permiten múltiples funciones sociales. Si además son zonas verdes, también pueden servir para reducir el calor y riesgos de inundación.

El momento para pensar en un diseño urbano más innovador es ahora. La pandemia es una llamada de atención: sabemos cómo crear un futuro urbano sostenible, y los barrios verdes con espacios multifuncionales son la piedra angular que permite a las comunidades crecer e interactuar desde una distancia segura.

Simone Sandholz es especialista en planificación urbana y gestión de riesgos de la Universidad de las Naciones Unidas- Instituto de Medio Ambiente y Seguridad Humana. 

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