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Un manitas de élite contra la covid-19

Pablo de Llano Neira

El doctor Del Cañizo diseñó el primer ventrículo mecánico en España. Catedrático de la Complutense, fue desde niño un inventor nato. Hoy desarrolla un prototipo de respirador económico frente a la crisis del coronavirus

El doctor Del Cañizo con su prototipo de respirador.
El doctor Del Cañizo con su prototipo de respirador.SOFIA MORO

Juan Francisco del Cañizo lleva desde el 12 de marzo desarrollando un prototipo de respirador de bajo coste, fácil fabricación y capacidad para mantener con vida a pacientes con enfermedades pulmonares críticas como la que produce la covid-19. A sus 68 años, desde aquel día dedica todas sus jornadas a ello con el objetivo de crear un artefacto simple y efectivo que pueda servir a los hospitales para atender a todos los pacientes en caso de que sus respiradores actuales, más complejos y costosos, no sean suficientes en un pico epidemiológico. Se trata de evitar que vuelva a suceder lo que ya ha ocurrido en España durante lo peor de la crisis del coronavirus: “Tener que elegir entre los enfermos que tienen más posibilidades de sobrevivir con respirador y los que tienen menos”.

Del Cañizo ambiciona empezar a ensayar su modelo con humanos en verano para que quede listo para su fabricación. Sin patentes, libre para quien quiera hacerlo, sea en su país o en cualquier otro, sean empresas o Estados, y cuyo coste de producción por unidad esté en torno a los 5.000 euros frente a la horquilla de 30.000 a 60.000, refiere, de los actuales con patente. A esto se dedica estas semanas este caballero de maneras profesorales y suaves ojos azules, que descubrió de niño su pasión por la ingeniería abriendo a martillazos los aparatos que se encontraba para ver su mecanismo, allí en su barrio de Chamberí, en Madrid.

Vicedecano de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de Fisiopatología Quirúrgica, Del Cañizo tiene mucho de doctor y otro tanto de técnico, una combinación que no es muy usual en su campo. Fue un pionero nacional en el cruce de lo teórico y lo instrumental. En 1983 diseñó el primer ventrículo mecánico fabricado en España, bajo la dirección del doctor Juan Duarte, y más tarde se incorporó al área de cirugía experimental del hospital Gregorio Marañón, donde nos recibe en el laboratorio de circu­lación artificial. Es un cuartito en el que lo primero que nos señala es un trasto que recuerda al robot de la ochentera película Cortocircuito y que define como “una prueba de sistema de perfusión normotérmica de hígado aislado”. Sobre la mesa tiene el cúmulo de piezas de su respirador. El simulador de pulmón, las tubuladuras, el manorreductor, la electroválvula de inspiración, el transductor de presión, los transductores de flujo, la electroválvula de espiración, el osciloscopio y el ordenador portátil conectado a la placa electrónica de control. Subraya que busca crear un respirador que cumpla la función de los respiradores de UCI y permita asistir al paciente durante largos periodos de tiempo, y no “un respirador de emergencia, con un balón de oxígeno mecanizado, de corta duración, como algunos de los que han estado apareciendo en las últimas semanas”, explica, distinguiendo calidades y usos entre la proliferación de nuevos artefactos de asistencia pulmonar que ha desatado a nivel global la pandemia. Mientras habla, sigue funcionando el fuelle del simulador de pulmón, a un ritmo lento, constante, cuya presión está controlada por una “válvula espiratoria” fabricada por Del Cañizo en su casa con una impresora 3-D que a su vez se montó él mismo. “¿Sabes eso de los makers que tanto se dice ahora?”, pregunta. “Pues yo soy un maker desde los 10 años”.

Apuntes de trabajo del doctor.
Apuntes de trabajo del doctor.S. M.

Él es el veterano maker al que llamó la Fundación Cotec para la Innovación aquel 12 de marzo por la mañana para que les sirviese de guía para poner en marcha una red de inventores de respiradores. Por la noche, ya les había enviado un boceto a bolígrafo de cuáles debían ser las características del artilugio y se había puesto a trabajar en su prototipo, que sigue perfeccionando con ayuda del anestesista Nacho Fernández y de la Universidad Carlos III. A dos años de la jubilación, Del Cañizo, que considera la rueda “el mayor invento de la humanidad”, ha puesto su ingenio al servicio de un fin igual de simple y más esencial: ayudarnos, durante esta pulmonía global, a continuar respirando.

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