_
_
_
_
_
Para Royal Bliss

El experimento artístico de Royal Bliss en ArtMadrid: una gran obra que nace de la mezcla

La marca de 'mixers' propuso a cinco artistas que reinterpretaran en su estilo personal, y con total libertad, un fragmento de 'El perro rojo' de Gauguin. El resultado es un cóctel de color y formas que da lugar a una obra de arte única

Cinco artistas (derecha) reinterpretaron el famoso 'Arearea' de Paul Gauguin. El resultado es una mezcla audaz, pero consistente de la pieza del francés; la prueba de que una mezcla personal es siempre el comienzo de una gran obra.
Cinco artistas (derecha) reinterpretaron el famoso 'Arearea' de Paul Gauguin. El resultado es una mezcla audaz, pero consistente de la pieza del francés; la prueba de que una mezcla personal es siempre el comienzo de una gran obra.

En febrero de 1891, Paul Gauguin estaba decidido a convertir Tahití en su próximo destino artístico. Su propósito inicial era viajar a la isla de la Polinesia francesa para pintar unas ilustraciones para The Marriage of Loti, la exitosa novela autobiográfica del escritor francés Pierre Loti, en la que narra su romántica unión con una exótica tahitiana llamada Rarahu. Gauguin vendió buena parte de su obra en una subasta que organizó en el Hôtel Drouot, gracias al impulso que recibió por parte del crítico Octave Mirbeau, a quien el artista llegó por la intervención de Camille Pissarro. Además, organizó un concierto benéfico y una cena con la crème de la intelectualidad para recaudar fondos.

Así, Gauguin se instaló en una cabaña típica de los nativos en la isla de Tahití, un lugar con una comunidad internacional mucho más occidentalizada y mucho menos exótica de lo que puede leerse en los lienzos que pintó en aquella etapa. Allí creó una ficción de colores vivos, lista para consumir en la sociedad francesa de la época postnapoleónica. Entre sus cuadros de un edén lleno de manzanas prohibidas, uno de los más conocidos es posiblemente Arearea (pasatiempo, en tahitiano), popularmente El perro rojo.

Si nada de lo anterior hubiera sucedido. Si en lugar de Marriage of Loti, o Voyage aux îles du Grand Océan (Jacques-Antoine Moerenhout, 1837), Gauguin hubiera leído Aziyadé, la primera novela de Loti que nació tras su servicio como oficial de la marina en Grecia y Estambul, o Le nommé Perreux (Paul Bonnetain, 1888), ambientada en a Guyana francesa, quizá el artista hubiera recreado su imaginación en Turquía o en Sudamérica. O quizá hubiera viajado a Marruecos. La mezcla de la cultura local con las costumbres y fantasías francesas habría dado lugar, en cualquier caso, a una obra igualmente destacada por la Historia del Arte.

'Arearea', también conocido como 'El perro rojo', de Paul Gauguin.
'Arearea', también conocido como 'El perro rojo', de Paul Gauguin.

Royal Bliss quiso recrear el mundo de las posibilidades infinitas en la última edición de Art Madrid (que reunió la obra de artistas representados por cerca de 50 galerías nacionales e internacionales, del 26 de febrero al 1 de marzo, en el Pabellón de Cristal del Palacio de Cibeles en Madrid). Siguiendo su filosofía Freedom to mix –esa libertad de mezclar que ofrece Royal Bliss, gracias a la versatilidad de sus mixers que hacen posibles todas tus creaciones–, propuso a cinco artistas que reinterpretaran con su propio estilo un fragmento del lienzo de Gauguin para luego, al combinarlo con el de los otros cuatro artistas, formar una pieza única. En ella, queda patente que las obras de arte nacen siempre de la libertad expresiva y que la mezcla las enriquece.

Álex de Marcos, María Herreros, Elena Gual, Sr. García y Toni Ferrer –en ese orden, colocados de derecha a izquierda– trabajaron su propia visión de El perro rojo de Gauguin, en una experiencia que los artistas coinciden en calificar de enriquecedora. De Marcos fue el primero en colgar su fragmento de Arearea: "Estoy deseando ver el resultado final, que no estará listo hasta el último día. Será, seguro, algo muy chulo", adelantaba en la primera jornada de la feria de arte contemporáneo el pintor e ilustrador más conocido como Mundopiruuu, cuya obra se caracteriza por enterrar el viejo concepto de musas y celebrar a las protagonistas, en escenarios de Hockney y con aire surrealista.

El artista madrileño Álex de Marcos pinta su fragmento de 'El perro rojo'.
El artista madrileño Álex de Marcos pinta su fragmento de 'El perro rojo'.

La intriga no era exclusiva de los visitantes a la feria: "Un día vi el boceto de una compañera en sus stories de Instagram y enseguida traté de imaginar cómo quedarían juntos", reconoce De Marcos. En su caso, el ejercicio de reinterpretar El perro rojo ha sido más bien el de dejarse inspirar: "Me he intentado fijar en su paleta de color, de esos tonos vivos, y en sus poses, y lo he llevado a mi terreno. Ha sido muy interesante: como mezclar a un tipo de Madrid de 2020 con aquel hombre que viajó a Tahití a finales del siglo XIX a ver qué se encontraba". Su parte del lienzo incluye un nuevo personaje al cuadro, o quizá una versión extra del personaje de la derecha.

Finalmente, durante el fin de semana, los visitantes pudieron comprobar el resultado. Tras el fragmento de De Marcos llegó el de María Herreros, artista plástica conocida por la desconstrucción física de sus personajes, que caminan entre lo bello y lo grotesco. En su pieza de El perro rojo, el personaje del vestido blanco recuerda en cierto modo al estilo de Picasso, de hecho un gran admirador de Gauguin y de su libro Noa Noa, en el que narró sus experiencias tahitianas. Elena Gual, con sus características pinceladas gruesas, aportó a su fragmento esa textura arenosa reconocible en sus retratos abstractos de mujeres poderosas. De hecho, sin cambiar la pose de su personaje, este adquiere más firmeza, más soberanía, que en la versión original de Gauguin.

La pieza terminada de Álex de Marcos, <em>aka</em> Mundopiruuu, aguarda el resto de fragmentos para completar 'El perro rojo'.
La pieza terminada de Álex de Marcos, aka Mundopiruuu, aguarda el resto de fragmentos para completar 'El perro rojo'.

Quizá las dos interpretaciones formalmente más libres fueron las de Sr. García y Toni Ferrer. El primero, es uno de los nombres esenciales en el collage en España. Su lectura de El perro rojo habla de colonialismo y anatomía vegetal y animal. Unos recortes como de borla de libro o de papel de pared representan al fondo la flora y recuerdan al logotipo de Royal Bliss, que de hecho recupera Toni Ferrer para montar una escultura en el fragmento final del lienzo, un tótem al que adoran los personajes del fondo del cuadro en el Arearea de Gauguin. Color y forma son los dos elementos con los que crea Ferrer, cuyo trabajo se inspiró en un comienzo en el constructivismo holandés, iniciado por Piet Mondrian. Así, el perro rojo se reduce a un elemento geométrico del mismo color. Como describe el propio Ferrer, su obra trata de hacer "lo más sutil posible la apreciación de la pintura con acabados casi industriales, artificiales y mecánicos".

La intriga sobre el resultado se mantuvo hasta el fin de semana, cuando los visitantes a Art Madrid pudieron contemplar la obra fruto de la mezcla de cinco artistas.
La intriga sobre el resultado se mantuvo hasta el fin de semana, cuando los visitantes a Art Madrid pudieron contemplar la obra fruto de la mezcla de cinco artistas.

El conjunto es un mural ecléctico, un cóctel de colores y formas, que sin embargo es consistente en sí mismo y también con la obra original. Una obra de arte única que solo puede nacer de la mezcla.

Uno de los costeleros de Royal Bliss ofrece dos de las mezclas estrella de la barra de Royal Bliss durante Art Madrid.
Uno de los costeleros de Royal Bliss ofrece dos de las mezclas estrella de la barra de Royal Bliss durante Art Madrid.

Royal Bliss extendió la experiencia a una barra montada para la ocasión en el Pabellón de Cristal del Palacio de Correos, en la que se pudo comprobar cómo la copa puede funcionar como un lienzo cuando se vuelca sobre ella la creatividad. Sobre todo, cuando se cuenta con un mundo de posibilidades tan vasto como la paleta de un pintor. Los 10 mixers de Royal Bliss componen una gama de hasta 40 matices diferentes que, mezclados con alcoholes potentes o suaves, aromáticos, especiados o neutros, y los posibles twist que puedes añadir a tu copa (manzana ácida, lima, naranja...), abarcan un abanico inagotable de posibilidades que invita a la experimentación. Los cocteleros de Royal Bliss iniciaron a todo el que se acercó en la filosofía Freedom to mix, abriendo tan solo una pequeña ventana al mundo de los mixers con una exquisita gama de cócteles preparados en el momento.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_