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Columna
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‘Parlem’

Ni Esquerra va a abandonar la retórica independentista, ni Torra va a devenir un líder responsable

Pepa Bueno
El 'president' de la Generalitat, Quim Torra, en el Parlament.
El 'president' de la Generalitat, Quim Torra, en el Parlament. Massimiliano Minocri

Durante los Gobiernos de Rajoy se celebraron en Cataluña dos consultas ilegales, se declaró la independencia y cuatro políticos se fugaron de la justicia. Los tribunales hicieron su trabajo y nueve personas están privadas de libertad por quebrantar la ley. La división social y la degradación de las instituciones del autogobierno catalán son la herencia que ahora tienen que gestionar. El independentismo conserva hoy a los presos como única argamasa, pero sus estrategias se han bifurcado de forma evidente, aunque la proximidad de unas elecciones autonómicas unifique los discursos. Y se han bifurcado en el momento clave de aceptar las reglas o volver a ignorarlas.

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Tras el otoño separatista, en Madrid —en todos los madriles— se suspiraba porque Junts per Catalunya y ERC —o al menos uno de ellos— asumiera que la unilateralidad es un camino sin salida. Aquel escenario deseado por todos es el que parece dibujar Esquerra, a pesar de toda la desconfianza acumulada en el tiempo. Solo quienes encontraron, a un lado y otro, la fuente de su supervivencia en votos pueden rechazar que, llegados a este punto, se exploren vías para tratar de salir del bucle que tiene a Cataluña sin Gobierno y al resto de España entre el hartazgo y el sobresalto. Solo quienes adornaron con una épica salvapatrias el dramático relato de lo que pasó necesitan seguir magnificando cada una de las piedras y pedruscos con los que se tropezará en el camino. Sánchez y Torra se verán el 6 de febrero. La penosa encarnación de la figura del president de la Generalitat de Cataluña que representa Torra corresponde juzgarla en las urnas a los catalanes, y hasta que el Tribunal Supremo confirme o no la inhabilitación como diputado por desobediencia que tiene pendiente. Hoy sigue siendo el president por más que sea un activista que ignora a la mitad de su población y haya despojado de cualquier referencia institucional un cargo por el que generaciones de catalanes suspiraron y pelearon.

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Ni Esquerra va a abandonar la retórica independentista ni Torra va a devenir en líder responsable. Ni el Gobierno de España debería disfrazar la delicadeza, dificultad y necesidad de transparencia del camino que se dispone a emprender. Parlem, decían las pancartas blancas que aparecieron en Madrid cuando las banderas ahogaron la racionalidad. Dos años, mucho sufrimiento y mucha desconfianza después, no queda otra que intentarlo. @PepaBueno

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