¿En qué consiste realmente el veganismo y qué tiene que ver con el respeto por quien es diferente?
La justicia británica ha reconocido que evitar dañar a los animales merece el mismo respeto que cualquier otra postura ética
Explicado en pocas palabras, el veganismo es la posición consistente en evitar dañar a los animales. Esto incluye no agredirlos directamente (como podemos hacer, por ejemplo, si vamos de caza o pesca). Y, también, prescindir del consumo de bienes y servicios de origen animal, cuya producción necesariamente supone matar o dañar de otros modos a los animales. El veganismo surge, así, de una reflexión muy sencilla. Hay diferentes maneras en las que podemos vivir. Algunas pueden proporcionarnos ciertos beneficios, pero, por desgracia, implican que muchos animales sufran y mueran. Otras, en cambio, evitan que les causemos estos daños. El veganismo supone, simplemente, optar por esto último.
En las últimas décadas el veganismo ha crecido de manera espectacular, y hoy hay personas veganas de todo tipo. Esto incluye a personas simpáticas e interesantes, y también, claro, a personas antipáticas e insufribles, pues así es el común de la gente. Ello es una buena noticia para el veganismo, pues muestra que cualquier persona puede ser vegana. Ahora bien, también supone que, lamentablemente, haya gente que pueda haber tenido alguna experiencia desagradable al hablar sobre este tema con alguien vegano.
En muchos casos, sin embargo, sucede a la inversa. Aunque en la actualidad es bastante fácil vivir de forma vegana, las personas veganas todavía se enfrentan a veces a situaciones en las que sufren un trato desfavorable. Incluso en ocasiones son objeto de actitudes hostiles. Es habitual que esto no reciba mucha atención, entre otros motivos debido a que las personas implicadas en la difusión del veganismo entienden que la defensa de los animales es más importante que la defensa de sus propios derechos, y prefieren así centrar sus esfuerzos en aquella.
Pese a esto, una noticia reciente ha sacado este asunto a la luz. En el Reino Unido se acaba de sentar jurisprudencia indicando que el veganismo debe ser protegido como una posición ética digna de respeto, por la cual nadie ha de ser objeto de discriminación. Esta decisión judicial se tomó a raíz del caso que llevó a los tribunales Jordi Casamitjana, barcelonés y ciudadano británico, tras ser despedido de su trabajo por motivos relacionados con sus convicciones veganas. Y la posibilitó el hecho de que el derecho británico prescribe, bajo la ley de igualdad de 2010, que nadie debe ser objeto de hostilidad o trato desfavorable por sus convicciones éticas. En concreto, cuando se trata de convicciones firmes, relativas a algo importante en nuestras vidas y que respetan los derechos fundamentales del resto. El veganismo cumple con todos estos criterios, y de hecho extiende el último de ellos a todos los seres que pueden sentir y sufrir.
Alguien que evite comer productos animales por el impacto ambiental o para mejorar la salud, pero vaya a los toros, no sería vegano
Algo que puede hacer que esto no se comprenda bien es que el veganismo sea a veces confundido con sus aspectos más visibles, los relativos a la alimentación y a la ropa. Pero con lo que tiene que ver fundamentalmente el veganismo no es con qué comemos y vestimos, sino, simplemente, con tratar de no dañar a los animales. Pensemos así, por ejemplo, en alguien que evite comer productos animales porque le preocupe el impacto ambiental de estos, o para tener un mejor estado de salud, pero que vaya a los toros. Esta persona no sería vegana.
Para evitar confusiones entre estas opciones alimentarias y el veganismo, se describe a veces a este último como “veganismo ético”. No obstante, el adjetivo “ético” supone una reiteración innecesaria, un pleonasmo. Hablando en rigor, el veganismo es solo una consecuencia de tomarse en serio el respeto por los animales. Y respetar a alguien, en el sentido aquí usado, significa lo mismo que normalmente entendemos en el caso de los seres humanos. Respetamos a alguien cuando, al decidir cómo actuar, tenemos en cuenta el modo en el que le podemos perjudicar o beneficiar, e intentamos obrar del modo que le resulte más favorable.
Muchas veces se piensa que solamente merecen tal respeto los seres humanos y no los animales de otras especies, aun cuando estos también puedan sufrir y disfrutar. Esta actitud es un ejemplo de lo que se conoce como especismo. El especismo es rechazado por quienes entienden que, si un ser puede sentir y sufrir, no hay motivo justo para no tener en cuenta su sufrimiento. No consideramos que una mayor o menor inteligencia justifique que se discrimine a otros seres humanos. Por consiguiente, tampoco debe ser legítimo apelar a ella para discriminar a los animales de especies diferentes de la nuestra. Por el contrario, deberíamos actuar hacia estos de modo semejante a como nos gustaría que se hiciese en nuestro caso si estuviésemos en su lugar. Conforme a esto, tomarnos en serio el respeto por los animales tiene dos implicaciones. La primera consiste en actuar a su favor, como se hace cuando se los defiende o se les da ayuda. Un ejemplo de esto último tiene lugar cuando se rescata a animales salvajes enfermos, huérfanos o afectados por desastres naturales, o a animales domesticados víctimas de agresiones. A su vez, la segunda implicación consiste en no actuar en contra de los animales. Lo cual es, simplemente, lo que propone el veganismo.
Ante los ataques que recibe el veganismo, la pregunta es si esas reacciones promueven un mundo mejor o lo contrario
Podemos entender, así, que cuando alguien reivindica que se respete su derecho a vivir de manera vegana sin ser objeto de hostilidad o menosprecio, no está reivindicando que se protejan sus gustos. El veganismo no es una mera cuestión de gusto personal, como lo puede ser la preferencia por un determinado tipo de comida o de entretenimiento. Ni tampoco supone una actitud de amor por los animales. Quienes defienden a los seres humanos discriminados y desfavorecidos no lo hacen porque les guste actuar así o porque tengan cariño por esas personas. Lo hacen porque consideran que es justo o correcto. Lo mismo ocurre en el caso del veganismo. Se trata de un posicionamiento acerca de la forma en que se entiende que es más justo actuar hacia el resto.
A menudo se reacciona atacando a quienes hacen propuestas que, como el veganismo, intentan lograr un mundo con menos sufrimiento y con más consideración hacia quienes son diferentes. Ello sucede, sobre todo, cuando tales propuestas tienen implicaciones a las que nos incomoda enfrentarnos. La pregunta es si esa forma de reaccionar va a promover que el mundo sea un lugar mejor, o si más bien van a propiciar lo contrario.
Óscar Horta es profesor de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Santiago de Compostela, miembro de la Fundación Ética Animal y autor del libro ‘Un paso adelante en defensa de los animales’ (Plaza & Valdés, 2017).
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