“Tenemos que atraer científicos a Reino Unido después de lo que ha pasado”
La directora de la academia de ciencias británica destaca el papel de los europeos en la investigación del país
Julie Maxton (Escocia, 1955) ha dedicado su carrera a estudiar, ejercer y enseñar derecho en Reino Unido y en Nueva Zelanda. Por esa labor ha recibido el reconocimiento de Comendador de la Orden del Imperio Británico (CBE). Pero su trayectoria destaca, además, por haberla situado al frente de la administración en algunas de las instituciones británicas más respetadas. En 2006 ocupó la oficina de Registrar en la Universidad de Oxford, convirtiéndose así en la primera mujer que ha encabezado esa secretaría desde que se creó hace medio milenio.
“La gente entraba en mi despacho para pedirme ver al Dr. Maxton. Yo les decía ‘ahora viene, voy en su búsqueda’. Entonces salía de la habitación y volvía a entrar”, bromeaba Maxton desde el escenario de la Casa del Lector de Madrid, donde participó la semana pasada en un debate sobre el papel de las mujeres en la ciencia organizado por la Embajada Británica en España. Maxton no es científica, pero desde 2011 dirige la administración de la Royal Society, la academia de ciencias británica. Es una de las sociedades científicas más antiguas del mundo: se fundó en 1660, y desde entonces solo hombres habían ocupado el puesto de director ejecutivo. Hasta que llegó ella.
Pregunta. El cargo científico más importante de la Royal Society, el de presidente, sigue siendo un hombre. ¿Es casualidad?
Las mujeres solo pueden formar parte de la Royal Society desde 1945
Respuesta. Uno de los motivos es que para ser presidente de la Royal Society hay que haber recibido algún reconocimiento serio en un campo de la ciencia; muchos presidentes han ganado un premio Nobel. No olvide que las mujeres solo pueden formar parte de la Royal Society desde 1945. Está cambiando, y ahora los socios valoran el reconocimiento científico en base a criterios más amplios, por ejemplo otros premios. Creo que en el futuro próximo veremos una mujer presidenta.
P. Aunque las chicas escojan carreras científicas, muy pocas llegan a posiciones de responsabilidad en el mundo de la investigación.
R. Casi todas las organizaciones científicas, y la Royal Society no es una excepción, están al tanto de este problema. Sin embargo, aunque yo creo que hay muchas niñas que tienen interés en la ciencia, también es verdad que muchas no ven la ciencia como una opción atractiva de trabajo. En ese sentido, la responsabilidad empieza en casa, antes de los diez años, por ejemplo con los juguetes que regalamos.
P. ¿El ejemplo de una institución científica como la Royal Society es menos importante que los gestos cotidianos para cerrar la brecha de género?
Por su tradición y eminencia, tiene la responsabilidad de actuar como un referente por el cambio
R. Creo que el resultado final depende de un conjunto de factores. La Royal Society comprende menos de 1.500 científicos, es una organización pequeña y en la práctica lo que puede hacer es limitado. Sin embargo, por su tradición y eminencia, tiene la responsabilidad de actuar como un referente por el cambio. Pero ya digo, es un tapiz de factores, por ejemplo las presiones de los padres y del colegio. Incluso lo que se ve en televisión: bastantes personas empiezan la carrera de derecho porque ven series atractivas de abogados en televisión, pero no hay un equivalente en la ciencia.
P. ¿Usted estudió derecho por un referente en televisión?
R. A mi me llevó mi padre al Old Bailey [Tribunal Penal de Inglaterra y Gales] cuando tenía 11 años, y me gustó mucho. No quiero decir que supiera lo que iba a hacer desde los 11 años, pero me causó una impresión duradera. Durante mi carrera en el ámbito académico, he hecho mucho trabajo de administración y, hace unos años, me sugirieron ir a la entrevista para trabajar como directora ejecutiva de la Royal Society. Cuando me ofrecieron el puesto yo pregunté: “¿Estáis seguros? Yo no soy científica”. La respuesta fue: “Ya tenemos suficientes científicos por aquí”.
P. La Royal Society tiene más de 350 años. ¿Cómo se mantiene relevante en el panorama científico y social de hoy?
No tenemos cuotas de género: tienes que entrar por tus propios méritos
R. Primero, por seguir el hilo de este evento, queremos que la Royal Society refleje la comunidad científica a la que aspiramos, o seremos siempre los anticuados. Para evitar la discriminación, formamos a los científicos en materia de sesgos inconscientes y tenemos iniciativas de nominación por mérito científico. No tenemos cuotas de género: tienes que entrar por tus propios méritos, eso es clave para la Royal Society. Nuestras actividades principales son proporcionar asesoramiento científico independiente a los políticos, publicar nuestras diez revistas especializadas de ciencia, financiar proyectos de investigación y hacer divulgación y participación ciudadana. Ahora también tenemos un proyecto interesante de ciencia y derecho, en el que hablamos con magistrados sobre la importancia de contar con ciencia robusta en los juzgados.
P. El parlamentario británico conservador Michael Gove dijo en una entrevista sobre Brexit de 2016 que “la gente en este país [Reino Unido] está harta de expertos”. ¿Cómo debe actuar un organismo de asesoramiento científico cuando al menos una parte de su público rechaza el consejo?
Si la gente quiere ver las evidencias que han formado la decisión de un experto, me parece razonable
R. Para responder, voy a terminar el entrecomillado. Lo que Gove realmente dijo es: “La gente en este país está harta de expertos [...] que dicen saber lo que es mejor”. Creo que ese matiz es importante. Con ese matiz, el consejo científico sobre gas natural podría ser “Esta es la evidencia científica sobre el gas natural, y esto es lo que tenéis que hacer respecto al gas natural: excavar toda Escocia”, o algo así. Creo que se refería a que los expertos se deben limitar a lo que pueden aportar como expertos. En este mundo de las fake news, me parece importante que haya organismos con la misión de subrayar los hechos por encima de todo. El lema de la Royal Society es Nullius in verba, que se puede traducir como “no te fíes de la palabra de otro” o “busca las pruebas”. Todo lo que hacemos requiere una base de evidencias, y si la gente quiere ver las evidencias que han formado la decisión de un experto, me parece razonable. Ya pasaron los tiempos de “confía en mí, soy un…”.
P. ¿Qué está haciendo la Royal Society para proteger la ciencia británica y europea ante la posibilidad de un Brexit sin acuerdo?
R. Bueno, lo primero es que hemos tenido un apoyo tremendo de nuestros compañeros europeos, quienes han escrito a los negociadores del Brexit para destacar la importancia de mantenerse cercanos a la ciencia británica. Para nosotros lo más importante es que el gobierno vea que, si no hay libre movimiento, al menos tiene que haber un programa de reubicación laboral que facilite el movimiento de científicos, técnicos y sus familias. Deberíamos ser capaces de atraer y retener a los mejores. Con respecto a la financiación, somos conscientes de que nos beneficia mucho el Consejo Europeo de Investigación (ERC) y las becas Marie Skłodowska Curie. Si no hay acuerdo, de facto perdemos 500 millones de libras por no participar en esos programas. El gobierno no ha confirmado si suplirá ese dinero, pero las academias de investigación están debatiendo posibilidades.
P. Incluso antes de la Unión Europea, Reino Unido siempre ha sido un referente de la investigación científica. ¿Podría seguir siéndolo en solitario?
No pretendamos que todas las personas que contribuyen a que Reino Unido sea un referente científico son británicas: no lo son
R. Eso dependerá de dos aspectos: primero, qué programa de movilidad se adoptará, y segundo, qué tipo de financiación habrá. Reino Unido es un referente de investigación científica, pero no pretendamos que todas las personas que contribuyen a eso son británicas: no lo son. Por último, aunque el programa de movilidad sea razonable y exista financiación, los científicos tienen que querer venir a Reino Unido después de lo que ha pasado. Tenemos el trabajo por delante de reparar nuestras relaciones internacionales.
P. ¿Por qué cree que destaca el Reino Unido en su producción científica?
R. Hay muchos factores. Uno es la cultura de investigación: ofrece buena mentoría y financiación a los investigadores jóvenes. Atrae a los mejores y a quienes van a ser los mejores; con esa base tan sólida empieza un círculo virtuoso. Además, es una sociedad democrática transparente que financia la investigación por curiosidad, no todo debe ser con un fin práctico en mente. Creo que a los científicos les gusta esa libertad para seguir la pista que más les interesa. También hay fuentes diversas de financiación que forman un buen ecosistema: si una no paga tu investigación, puedes intentarlo de nuevo con otra.
P. Publicáis desde 1665 la primera revista científica, Philosophical Transactions of the Royal Society, que sentó las bases de la revisión por pares. Sigue siendo una revista de pago. ¿No contradice esto vuestro objetivo de acercar la ciencia al público?
Somos distintos a las editoriales comerciales
R. Tienes razón. Hay una revisión europea del modelo de publicación; se está debatiendo el Plan S [que propone publicar en open access, o gratis, las investigaciones financiadas con dinero público]. Hay opiniones encontradas sobre ello, creo que estamos todos en un viaje hacia la fórmula mágica de la publicación científica. Estamos totalmente abiertos a debatirlo, pero es un proceso de transición. Por otra parte, somos distintos a las editoriales comerciales porque todos los beneficios de nuestras revistas se invierten en la misión de la Royal Society, por ejemplo para pagar actividades de participación ciudadana en la ciencia.
P. ¿Cuál es su “misión” para la Royal Society?
R. Promover, apoyar y reconocer la excelencia en la ciencia, allá donde se encuentre, ya sea reconociendo a los mejores científicos como socios u otorgando becas de investigación. Esa es nuestra constante. Además, quiero que nuestras relaciones internacionales sean tales que la Royal Society pueda continuar trabajando con científicos de todo el mundo, al margen de la dinámica política del momento. Creo que es muy importante que la ciencia se vea como una herramienta diplomática.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Más información
Archivado En
- Referéndum
- Investigación científica
- Prensa
- Europa occidental
- Elecciones
- Derecho
- Unión Europea
- Ideologías
- Europa
- Organizaciones internacionales
- Revistas divulgación
- Medios comunicación
- Comunicación
- Política
- Justicia
- Ciencia
- Brexit
- Academias científicas
- Referéndum UE
- Unión política europea
- Política científica
- Revistas
- Centros investigación
- Reino Unido