Quienes la comercializan la cogen directamente de un manantial y no está sometida a ningún control ni tratamiento químico ni por filtrado. Barato, barato. Exactamente lo mismo que cuando paseamos por el campo y bebemos de un arroyo, pero pagando. ¿Puede ser malo (además de para nuestro bolsillo y nuestros derechos fundamentales…?)
"El agua cruda, como la que consumimos cuando vamos a la montaña, no ha sido procesada o analizada para asegurar su potabilidad. Su seguridad depende del grado en que pueda haber existido contaminación de las aguas subterráneas", aclara Baladía. "Pensar que lo natural supera a lo tratado a veces no es correcto. El agua de algunos sitios maravillosos, por muy limpia y virgen que parezca, puede estar expuesta a muchos patógenos o minerales tóxicos. Además, su precio es elevadísimo [algo más de 30 euros una garrafa de 9,5 litros]. Mejor no consumirla", sostiene la dietista-nutricionista Escorihuela.
Beber agua sin depurar causa miles de enfermedades y muertes al año, según la Organización Mundial de la Salud. Por esto, a Natalia Funes, coordinadora del área del agua de Ecologistas en Acción le parece que esta nueva moda, nacida en Silicon Valley, tiene como objetivo principal "sacar beneficio económico vendiendo agua sin tratar y a precios desorbitados. Es un absurdo que lo único que consigue es colaborar con la comercialización de un derecho fundamental".
No se deje impresionar por la palabrería. Por si no lo sabía, Baladía recuerda con cierto humor que el agua que consumimos "siempre es cruda, ya que los procesos por los que pasa hasta que llega a nuestros grifos no implican tratamiento térmico, como los de la leche, por ejemplo".