Hallada una nueva especie de simio en una antigua tumba real de China
Un cráneo enterrado hace aproximadamente 2.300 años pertenece a un género extinto de gibón
En la ciudad oriental de Xi’an descansa el ejército de terracota, construido para custodiar la tumba de Qin Shi Huang —el primer emperador de China— cuando este murió en el año 210 antes de Cristo. A pocos kilómetros de ahí existe otra sepultura que, según varios arqueólogos, pudo pertenecer a la Dama Xia, abuela paterna del emperador. Ella murió durante el sangriento periodo de los Reinos Combatientes, antes de que China quedase unificada bajo el Gobierno de su nieto. Su tumba también cuenta con un séquito funerario que la acompañaría a la otra vida, pero el suyo no es de arcilla cocida, sino de hueso. En una sucesión de 12 fosas excavadas desde 2004 han aparecido restos de leopardo, lince boreal, oso tibetano, grullas y otros animales domésticos. Entre ellos, un equipo de biólogos ha descubierto el cráneo de un gibón, ya extinto pero recién descrito en Science como el único representante de un nuevo género y especie, que han nombrado Junzi imperialis.
Los gibones son simios que viven en selvas, donde se alimentan de frutos y pequeños invertebrados. Actualmente se encuentran solo en el sur de China y el Sudeste asiático, pero su distribución pudo haber sido mucho mayor en la antigüedad. “Se sabe que en China los gibones se cuidaban como mascotas por lo menos desde la época de la Dinastía Zhou (1046 – 256 a.C.)”, dice el investigador de la Sociedad Zoológica de Londres Samuel Turvey, que es el primer autor del estudio. “Aunque no podemos saberlo con seguridad, es posible que matasen a los animales para el enterramiento”, explica.
El equipo no ha obtenido permiso de las autoridades chinas para extraer ADN de los restos, pero gracias a un análisis detallado del cráneo y de los dientes aún conservados en la mandíbula superior, los autores han podido determinar que el gibón es de una especie y género (la categoría taxonómica superior a la especie) nuevos para la ciencia. “Probablemente Junzi no era muy distinto de los gibones actuales en cuanto a su comportamiento y ecología”, opina Helen Chatterjee, zoóloga de University College London y coautora del estudio. “Junzi es tan distinto a los gibones actuales como los demás géneros de gibón lo son entre sí. Aunque hemos observado algunas distinciones en el tamaño y la dieta, la mayor parte de las diferencias se encuentra en las vocalizaciones y el pelaje, características que no se conservan en los fósiles o huesos”, explica la investigadora.
Hasta ahora, no había testimonio histórico de la extinción de un simio por la actividad humana directa, pero los científicos creen que este gibón desapareció por la caza y destrucción de su hábitat, las mismas amenazas a las que se enfrentan otras especies de gibón hoy en día. “Junzi imperialis vivió en China central, el lugar de nacimiento de la civilización China y una región que ha soportado densidades de población humana altísimas durante milenios. Esta región ha perdido una gran parte de su biodiversidad autóctona por las presiones persistentes de los humanos en el ecosistema local. [...] De hecho, el mamífero más raro del mundo es el gibón de Hainan, que ha quedado reducido a una población de 26 individuos por la deforestación y la caza para la medicina tradicional”, lamenta Turvey.
Este descubrimiento apunta a la posibilidad de que Asia central fuese el hogar de otros simios que se han extinguido por la actividad humana sin que ahora tengamos constancia de ello. Los investigadores destacan registros históricos que describen la captura de gibones cerca de la actual ciudad de Xi’an hasta el siglo X y la presencia de gibones en la provincia de Shaanxi (de la cual Xi’an es la capital) hasta el siglo XVIII. Los animales descritos en estos documentos podrían pertenecer a especies desconocidas que han desaparecido muy recientemente.
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