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Tribuna
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Por qué la ciencia funciona en EE UU (y no en España)

Investigadores españoles en EE UU reclaman el aumento de la financiación, el fomento de la excelencia de nuestros investigadores e instituciones y la implementación de una gestión más eficaz para mejorar la ciencia en España

Mariano Rajoy escucha a un investigador durante una visita al Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares.
Mariano Rajoy escucha a un investigador durante una visita al Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares.Pool Moncloa

La fragilidad del actual modelo socioeconómico en España ha quedado patente en la última década, y cada vez se oyen más voces reclamando un papel relevante de la investigación y la innovación en el modelo productivo. La realidad sin embargo, es que la ciencia en España está en crisis. ¿Por qué? Los científicos españoles han demostrado estar plenamente capacitados para asumir los retos que la sociedad les asigne. Solo a modo de ejemplo, en Estados Unidos, cuyo liderazgo científico está fuera de toda duda, la Asociación de Científicos Españoles en EE UU (ECUSA) cuenta con más de mil investigadores españoles repartidos en cerca de cien centros de investigación a lo largo de todo el territorio estadounidense. Sin embargo, España no cuenta con un sistema que sepa atraer y retener ese capital humano, de forma que asistimos con impotencia a la salida de gran parte de una generación de científicos españoles que, en numerosas ocasiones en contra de su voluntad, tienen que buscar acomodo profesional en sociedades más receptivas, y con mayor número de medios y financiación para desarrollar su labor.

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Desde el grupo de trabajo de política científica de ECUSA, y como investigadores españoles en EE UU, vemos con preocupación esta situación. Desde la perspectiva que da desarrollar nuestra actividad científica en una sociedad como la estadounidense, hemos tratado de sintetizar algunos de los cambios más relevantes que creemos deberían ponerse en marcha en España para que la ciencia, la innovación y la tecnología generen el conocimiento necesario y sirvan de motor para un nuevo modelo productivo. En nuestra opinión, la mejora del sistema científico en España debería sostenerse en tres pilares: el aumento de la financiación, el fomento de la excelencia de nuestros investigadores e instituciones, y la implementación de una gestión más eficaz.

La ciencia en España se encuentra objetivamente infradotada. La inversión en España en I+D+i en 2017 fue de 1,19% de su PIB, incluso menor que la del 2015 (1,22%), mientras que la media europea se encuentra en torno al 2,03% y Estados Unidos al 2,7% del PIB. Esto demuestra una clara falta de compromiso por parte de los sucesivos gobiernos con la ciencia y la investigación. Por lo tanto, el primer paso en la implementación de cualquier reforma del sistema de investigación español tiene que pasar por dotar a la I+D+i española de una financiación mayor, que debería converger con la media europea. Este significativo aumento de financiación debería estar apoyado en un consenso de los principales grupos políticos, de forma que no esté sujeto a cambios de gobierno. Además de la financiación pública, es necesario favorecer la participación de financiación privada. Esta interrelación entre el sector público y privado ayuda a crear el contexto adecuado para que la ciencia y la tecnología se desarrollen plenamente, desde su investigación más fundamental hasta su aplicación e impacto social. Sin embargo, es muy importante señalar que la financiación pública es la base fundamental del desarrollo científico de cualquier país, especialmente en lo que a ciencia básica se refiere. Incluso en EE UU, donde la actividad privada tiene una importancia fundamental en el funcionamiento del país, su ciencia, que es líder mundial, descansa fundamentalmente en fondos públicos que son entendidos como una prioridad nacional, con gran respaldo de todos los grupos políticos.

Una de las diferencias más evidentes en las instituciones de investigación estadounidenses frente a las españolas es el sistemático reconocimiento y apoyo al talento y la excelencia investigadora. El sistema estadounidense logra que el talento sea reconocido personal y públicamente. Esto se lleva a cabo a través de un sistema de investigación muy competitivo, que adopta medidas de fomento de la calidad. En España, sin embargo, el modelo regulatorio de las universidades públicas españolas fue diseñado con fines diferentes y no favorece la competitividad entre las universidades sino la homogenización. Esto puede ser positivo respecto a la misión educativa de las universidades públicas, pero puede estar perjudicando la calidad de la investigación. Además, el actual sistema de incentivos a investigadores en España es insuficiente para reconocer y fomentar la excelencia de forma adecuada. Por lo tanto, respetando la esencia del modelo actual, es necesario profundizar en medidas que permitan un reconocimiento de las instituciones más productivas en investigación, y fomentar una excelencia científica real, y no simbólica, tanto de investigadores como de las instituciones, mediante un adecuado sistema de incentivos.

Asistimos con impotencia a la salida de gran parte de una generación de científicos españoles que, en numerosas ocasiones en contra de su voluntad, tienen que buscar acomodo profesional en sociedades más receptivas, y con mayor número de medios y financiación para desarrollar su labor

Un paso clave en el fomento de la excelencia de investigación es la búsqueda y captación de talento. Este aspecto es especialmente relevante para la universidad española, puesto que por su tamaño representa la institución con mayor capacidad de contratación y generación de estabilidad laboral en España. Si queremos que la calidad de la universidad capte talento y crezca en excelencia es imprescindible revisar profundamente los criterios y los mecanismos de captación, y equipararlos en transparencia y flexibilidad con los utilizados en instituciones de otros países. Esto es especialmente importante en el caso de plazas de ayudante o contrato doctor que actualmente representan el paso inicial de entrada hacia una carrera académica más estable.

Cuando se compara con instituciones internacionales similares, resulta sorprendente la falta de divulgación y publicidad de las plazas abiertas a concurso, así como el cortísimo plazo de solicitud para las mismas y, en general, el rígido sistema altamente burocratizado del proceso de selección. Sirva como ejemplo que con el actual sistema, un hipotético científico que haya sido galardonado con el premio Nobel no podría presentarse a una plaza en la universidad española al no disponer de la acreditación de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), tedioso proceso de acreditación que puede llevar meses, y que en un contexto internacional resulta inaudito e incluso difícil de explicar a investigadores internacionales que quieran venir a España. En este sentido, es necesario que, a todos los niveles de gestión de la ciencia en España, incluido el uso de fondos de investigación o la contratación de personal, se implementen mecanismos menos burocráticos, más flexibles y que consideren el funcionamiento real de la actividad científica, así como las necesidades de los investigadores.

Creemos que nuestro diagnóstico coincide a grandes rasgos con los realizados por otras entidades, como la Confederación de Sociedades Científicas de España, el Colectivo Carta por la Ciencia, o la comisión de expertos para la reforma del sistema universitario español. Todos estamos de acuerdo en que la ciencia es esencial para el desarrollo económico y social de España, así como para la generación de bienestar. Creemos que además existe un consenso entre los ciudadanos para que así sea. Es hora de que un gran pacto por la ciencia lo haga posible.

Este artículo recoge únicamente opiniones, conclusiones y comentarios de los autores firmantes a título personal, algunas de las cuales se elaboraron tras el debate realizado dentro del grupo de política científica sobre medidas necesarias para la mejora del sistema español. Estos temas se expusieron y debatieron en las sesión de política científica realizada en el 2 Congreso de ECUSA celebrado en Junio 2017, Boston (MIT). El artículo completo elaborado por el grupo de trabajo de política científica de ECUSA se encuentra en la página de ECUSA.

Santiago Cuevas es director del grupo de política científica de ECUSA y Senior Staff Scientist en el Children’s National Health System en Washington (EE UU).

José Daniel Anadón es Assistant Professor en el Queens College, City University of New York de Nueva York (EE UU).

Pablo Villoslada MD es Senior Medical Director en el Late Clinical Development Neuroscience Genentech Inc de San Francisco (EE UU).

Francisco Martin-Martinez es presidente de ECUSA. Es investigador científico del Massachusets Institute of Technology de Cambridge (EE UU).

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