A ver si lo entiendo: por qué 150.000 personas se han gastado más de 1.000 euros en un aparato de cocina
Un periodista sin Thermomix se cuela en una convención de Thermomix: "Solo he visto este fervor casi religioso en los fans de Mac"
La primera impresión. Un auditorio lleno en sus tres cuartas partes mira arrobado los movimientos de quien podría ser una estrella del rock, dada la amplitud y decoración del escenario, pero es Samantha Vallejo-Nájera, la conocida chef y presentadora de televisión. Los móviles que la graban convierten el patio de butacas en un mar rizado con olas oscuras de picos luminosos. Tras la cocinera hay una pantalla gigante alimentada por dos cámaras de vídeo y una grúa con travelling. Sumido en un momentáneo desconcierto, y mientras busco asiento cargado con una bolsa promocional de tela que me han dado a la entrada —esconde, no se vayan a creer, un par de folletos y una lista de precios—, la primera frase que escucho me tumba: "El arroz lo tenemos en la mariposa".
La misión. En BuenaVida me han encargado que asista a la convención Mundo Thermomix y cuente lo que vea. No me han preguntado si tengo uno de estos artefactos, pero es que quizá no hace falta. A lo mejor salta a la vista que no puedo permitírmelo, como así ocurre. Tampoco es que me lo haya planteado alguna vez. O, peor aún, puede que transmita una imagen de tipo algo descuidado que no sabe ni freír un huevo, de modo que lo que se busque sea el maquiavélico contraste entre la tecnología de laboratorio y la bochornosa ignorancia culinaria de este periodista. En realidad no se me da mal la cocina: mi especialidad es abrir una lata de guisantes y echarlos en una sartén (con un poco de ajo y jamón, eso sí). Pero lo del contraste puede que sea cierto: me siento tan fuera de contexto como si estuviera en una convención de odontólogos.
La investigación previa. Como no sé nada de este artilugio, realizo un trabajo de campo entre la gente de mi entorno. Resulta que varios amigos tienen una Thermomix. Por ejemplo, David la compró de segunda mano: "La uso anárquicamente. Si pone que le eche perejil, y lo que tengo es hierbabuena, pues le echo hierbabuena. Y en las cantidades que a mí me parece. Pero me soluciona la vida”, dice. Loren también dispone de una, y la compró por el método tradicional: unas señoras fueron a su casa y le hicieron la demostración, como las de Avon y el tuppersex. "Fue muy divertido, y tuvimos comida para una semana". Mi tocayo Miguel Ángel no la tiene, pero sí su padre. "Solo la ha usado una vez, para hacer unas lentejas. Le digo que la venda en Wallapop", me informa. No entra en los planes de María hacerse con una. "Es para gente que o bien no sabe cocinar y así puede hacer platos que de otra manera no haría, o bien le gusta hacer platos diferentes. Pero a quienes nos gusta cocinar de manera tradicional, pues no". Y remata, categórica: "Todas las que se han comprado la Thermomix, en los primeros meses engordan". Este ingenio te invita a hacer salsas, explica, que de otro modo no te plantarías elaborar.
Los datos. La Thermomix es un robot de cocina, desarrollado en Alemania en 1960 y comercializado por la empresa suiza Vorweck, que realiza 12 funciones: pesa, mezcla, pica, cuece al vapor, muele, tritura, cocina, amasa, bate, emulsiona, remueve y calienta. Del modelo TM5 (su buque insignia) se han vendido en España 400.000 unidades desde su lanzamiento en 2014. Cada día salen de sus fábricas 2.000 unidades, tras un proceso de montaje que dura 15 minutos. La ironía es que el precio (alrededor de 1.200 euros) sugiere un halo de exclusividad que realmente no existe: está presente en el 12% de los hogares españoles (más de 150.000), cuota nada desdeñable.
La clase magistral. En el auditorio no hay diversidad de opiniones. Todo lo que dice Samatha Vallejo-Nájera, mientras prepara un par de platos con la ayuda de su equipo, es celebrado con moderado entusiasmo por una audiencia formada en un 95% por mujeres, todas aparentemente de 45 años. Están entregadas a la causa. En teoría han venido a aprender recetas y trucos —la convención incluye también talleres y charlas—, pero uno diría que están aquí para sentirse parte del universo Thermomix, para celebrar que forman parte de un selecto grupo de personas que tienen en casa lo más parecido a un cocinero profesional a su servicio 24 horas. El fervor casi religioso que dedican a la marca solo lo he visto en los incondicionales de Mac.
La experta. "Es un pequeño microclima de sabor". Así describe Samatha Vallejo-Nájera el producto. "El sabor se queda dentro y las cosas salen muy ricas". Y añade: "La usan quienes saben cocinar y quienes no, porque si siguen paso a paso las recetas el plato les queda perfecto".
Las fans. El pequeño sondeo que realizo entre los asistentes ratifica su total rendición. Algunos tienen tan asimilado el concepto de grupo que hablan en plural, como Paz. "Me compré la primera en 1999, y ahora poseo el T5, con el que tenemos 2,7 litros de capacidad. Te aseguras de que lo que vas a cocinar sale bien. Comes bien y fuera del sota, caballo y rey". Marisol asiste con una amiga, ambas muy elegantes. "Tenía una desde hace 22 años, se me ha roto la semana pasada y me he comprado otra. La anterior al final la usaba más de picadora, porque la velocidad ya no funcionaba. Lo mejor es que no necesitas 30 cazuelas. ¿Alguna pega? El precio", explica.
El contrato. Todo relato tiene un momento de tensión, y este se produce en un espacio anexo donde se desperdigan stands de delegaciones locales de Thermomix y de firmas de electrodomésticos y alimentación. La mayoría exhibe en sus mostradores bandejas con pequeñas porciones de comida y cuando, como buen representante de mi profesión, me abalanzo sobre una de ellas, antes de que pueda llevarme el pedazo a la boca me aborda una comercial curtida y bien entrenada, quien, sin tocarme, me lleva en volandas dentro de su caseta y, de repente, me veo sentado a una mesa hojeando un folleto con promociones. La Thermomix más económica (1.249 euros) puedo conseguirla pagando cómodos plazos de 53,60 euros al mes durante dos años, sin intereses. Con el modelo superior, la cuota asciende a 55,75 euros. Irresponsable de mis actos, procedo a dar mi nombre, mi dirección, mi teléfono y a firmar el formulario, que, totalmente ofuscado, no sé a qué me obliga. A punto de sacar la tarjeta de crédito, en un acceso de lucidez me levanto tambaleándome y salgo huyendo de allí. Del edificio, quiero decir.
El desenlace. La comercial que me engatusó me llama a la mañana siguiente para concretar la venta, y aunque le digo que no voy a comprarla, vuelve a llamarme un día más tarde para, pese a todo, venir a mi casa para hacerme una demostración. Logro quitármela de encima, pero me quedo con la duda de si debería haber aceptado, y ser así uno más en ese pequeño ejército de personas que presumen de tener en su encimera el santo grial de la gastronomía.
Los cinco aprendizajes más llamativos
Los defensores de Thermomix aseguran que el aparato no deja de sorprenderlos, ya sea por su rapidez, eficacia, limpieza o la calidad del resultado. El asombro empieza con el primer uso, pero en los talleres de Mundo Thermomix se impartieron lecciones que maravillaron hasta a los más veteranos compradores. Beatriz Rodríguez, mánager de I+D en Thermomix España, resume los más impactantes.
"Nunca pensé que podría preparar una cena para 10 en una hora". "Aprendiendo a combinar el Thermomix con el horno se puede preparar un menú con aperitivo para untar, un ajoblanco de avellana con manzana confitada, una tarta de queso salada con tomate, un plato de salmón con brócoli y un postre, para 10 raciones en una hora. Siguiendo con fe ciega la receta, se puede", dice Beatriz Rodríguez.
"Puedo hacer platos vegetarianos". "Recurriendo a cereales, verduras y legumbres se pueden obtener unas recetas sabrosísimas y nada extrañas. Es una cocina bastante cercana a nuestra cultura", explica la experta. "En el fondo es perderle el miedo".
"Me sale un roscón mejor que el de pastelería". Según Rodríguez, la gente "alucina" con este típico postre de Navidad, que ahora puede tomar todo el año porque lo elabora en casa. "Sale más barato que en un obrador y tiene un éxito increíble. Ocurre lo mismo con la masa de pizza", añade.
"Los macarrones los preparo en un solo paso". "No tienes que cocer la pasta, escurrirla, echar los ingredientes… Aquí pones todos los ingredientes en el vaso y en 20 minutos tienes unos macarrones al dente con chorizo y tomate espectaculares".
"Hacer el pan en casa es más fácil de lo que creía". Tradicionalmente lo compramos en la panadería, pero la corriente foodie nos ha hecho ver que podemos hacerlo en casa. "Es inevitable dejar reposar la masa —dice Beatriz Rodríguez—, pero con la Thermomix puedes hacer panes de cacao con arándanos, de cúrcuma…, en una hora en total".
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