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Hay una razón inequívoca para dejar su trabajo y no es su jefe (aún)

Es la principal causa para abandonar un trabajo, pero antes de tomar la decisión pruebe con estos consejos

En el contexto laboral en el que nos encontramos, es difícil dar el paso de dejar un empleo que no nos gusta. Pese a todo, según el informe ¿Por qué se van? del Future For Work Institute, en los dos últimos años, el número de personas que ha dejado voluntariamente su puesto de trabajo se ha multiplicado por cinco en España. Pero ¿son aguantar o dimitir las dos únicas opciones que tenemos cuando no estamos a gusto en nuestro puesto? Muchos expertos aseguran que no.

Simon Sinek es uno de ellos. Este autor de best-sellers tiene una misión: ayudar a líderes y organizaciones a lograr "un mundo en el que la mayoría de las personas se levanten cada día sintiéndose inspirados, seguros en su trabajo y satisfechos al final del día". En ese contexto, propone varias medidas que tomar antes de entregar la renuncia, aunque, en primer lugar, advierte: "Si su jefe o su ambiente de trabajo son abusivos, abandone su empleo de inmediato".

¿Cuánto tiempo debería esperar antes de abandonar un trabajo?

El profesional insta a pasar más de seis meses en un puesto antes de dimitir, que es el tiempo que, en su opinión, se necesita para aclimatarse a un nuevo empleo. De hecho, hay varios estudios que apoyan su visión: el llevado a cabo por Starcke y Brand, por ejemplo, asegura que, en circunstancias de estrés —y comenzar un nuevo trabajo conlleva siempre una alta carga de tensión—, las personas tienden a tomar decisiones arriesgadas y poco inteligentes.

Olivia Fontela, directora de marketing de InfoJobs, también opina que es mejor esperar, y asegura que numerosos informes han evidenciado que el cerebro puede tardar semanas o meses en adaptarse al cambio. "Desde InfoJobs recomendamos tomarse, al menos, tres o cuatro meses para evaluar el propio grado de adaptación al nuevo puesto, sin dejar de estar atento a señales que pueden darnos pistas de que debemos abandonar: falta de motivación, irascibilidad constante, sensación de no dar ‘lo mejor de uno mismo’, falta de valoración por parte de superiores o compañeros o altos niveles de estrés", explica.

Además, avisa de que cambiar de trabajo con demasiada asiduidad puede tener efectos negativos para nuestro currículo. "Desde el punto de vista de un reclutador, existen dos tipos de personas: aquellos que no 'duran' en un puesto por su falta de competencias o de compromiso (lo cual es muy negativo en una candidatura), o aquellos profesionales que lo hacen por iniciativa propia (hecho que puede ser interpretado de formas distintas según la empresa y su filosofía)".

Así, la directora asegura que, para ciertas compañías, un candidato que busca continuamente nuevos retos y oportunidades puede suponer un problema, pues valoran positivamente a los trabajadores comprometidos y prefieren invertir sus recursos en formar personal que va a poder aportar beneficios durante un largo periodo de tiempo. Eso, por supuesto, sin contar los costes que supone para la organización la alta rotación de empleados, que, según el Future For Work Institute, deteriora el desempeño general de la misma.

Por todo ello, en palabras de Fontela, "antes de abandonar ese puesto que quizás nos haya costado tanto esfuerzo conseguir, puede ser útil preguntarse: ¿qué puedo hacer yo para mejorar mi situación en la empresa?". Eso es precisamente lo que nos anima a cuestionarnos Sinek, que opina que lo primero es chequear la propia actitud. "Hay quien acude a su puesto pensando: ‘El trabajo es sólo trabajo, y mi realización personal la hallo en otros lugares’, lo que significa que llegan desganados y nada comprometidos: actúan como si su empleo sólo fuera el medio para conseguir un fin. ¿Adivina cómo los van a tratar?".

No obstante, si considera que su actitud no es el problema, es hora de tener en cuenta otras posibilidades: "Descubra qué es exactamente lo que no funciona: ¿son sus compañeros? ¿Su jefe? ¿El propio puesto?", se pregunta el experto. Según el estudio del Future For Work Institute, la respuesta suele ser una combinación de todas las anteriores, pues, en la gran mayoría de los casos, las salidas voluntarias del trabajo en España tienen que ver con la calidad del liderazgo, con la falta de desarrollo profesional, con consideraciones éticas y, en menor medida, con el salario.

La relación con el jefe: una cuestión delicada

La relación que se tenga con el superior es uno de los motivos principales por los que se abandona el empleo, pero incluso en el caso de que esta esté deteriorada, Sinek anima a practicar la empatía: “Cuando un jefe es particularmente duro en una reunión, grita a la gente o se muestra antipático con ellos, siempre puede entrar en su oficina, cerrar la puerta y decir: ‘Oye, has estado un poco seco en la reunión. ¿Estás bien?'.

No tiene por qué usar estas palabras, pero lo que debe transmitir es que sabe que está actuando de una forma que no concuerda con su carácter y que quiere comprobar cómo se encuentra. A veces, esto les hace abrirse. Quizá no suceda de forma inmediata, y quizá no se abrirá con usted, pero puede servirle de impulso para que lo haga con alguien".

De hecho, el profesional nos insta a tratar a nuestro superior "como una persona, en lugar de como un problema". Para hacerlo, propone, por ejemplo, preguntarle por cuestiones de su vida fuera de la oficina; vale con un simple: "¿Qué ha hecho este fin de semana?". "Podemos ser muy rápidos a la hora de criticar a los malos líderes, pero también son humanos y les gusta sentirse escuchados, sentir que pertenecen. No sabemos por qué son malos líderes: quizá estén bajo una gran cantidad de estrés o presión, quizá ni siquiera saben que son malos, o quizá son simples bastardos, pero tenemos que otorgarles el beneficio de la duda".

Si eso tampoco funciona, Sinek propone que nos convirtamos nosotros mismos en el líder que desearíamos tener, aunque acabemos de llegar a la empresa. Nuestra misión debe ser "ayudar a que nuestros compañeros se vayan a casa satisfechos, que se sientan escuchados, que sientan que alguien les apoya". Si lo hace, según la experiencia del profesional, su actitud acabará por afectar a la del resto de la organización.

Fontela se muestra de acuerdo con este enfoque, y añade: "Resulta de utilidad realizar una lista de las cosas que podrían mejorarse, en orden de importancia, y exponerlas al equipo o los superiores para intentar implementarlas. No hay nada que perder y mucho que ganar. Incluso los más pequeños cambios, día tras día, pueden producir grandes beneficios en un equipo".

No obstante, pese a que sea posible conseguir progresos en nuestra situación, el experto asegura que hay que armarse de paciencia y comprender que el proceso no dará frutos de la noche a la mañana. Y, si pasado un tiempo, nada de lo sugerido funciona y todavía quiere marcharse, insta a concentrar toda la energía en crecer en lugar de en albergar resentimiento. Por ejemplo, mientras esté en su puesto, puede aprovechar para observar y aprender acerca de lo que no debe ser un jefe, para no cometer esos mismos errores en el futuro.

Ahora bien, según el profesional, hay una línea que no se debe cruzar: "Nunca se conforme con un empleo que sea sólo 'lo suficientemente bueno'", declara Sinek. ¿La razón? Ya que vamos a pasar más tiempo trabajando que haciendo cualquier otra cosa, lo mínimo que deberíamos hacer para llevar una vida feliz es encontrar un puesto que nos encante.

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