"Comer helado nos hace más inteligentes"
A ver quién se quejaba entonces del calor, sabiendo que mitigarlo a lengüetazos resultaría en un cerebro mejor. Esta es la historia de un estudio que nadie ha leído
Pocas cosas nos gustarían más que fueran verdad. "Los que desayunan helado tienen una mayor actividad cerebral que los que no lo hacen". Que la noticia apareciera en una web japonesa (excite.co.jp) no traducida (y que ahora ha retirado o ha cambiado su URL) y sin acceso directo al estudio en cuestión (práctica necesaria para facilitar que el lector que quiera sea capaz leerlo y sacar, si puede descifrarlo, sus propias conclusiones), no evitó que gran parte de la prensa inglesa, algunos medios estadounidenses y un par de españoles se hicieran eco para darnos, supuestamente, la alegría del año.
Demasiado bueno para ser verdad. De la buena. Los unos referenciaban a los otros. Y pocos habían leído el estudio (por no aventurarnos a decir que ninguno excepto The Telegraph, aunque tampoco incluye el enlace). Nosotros lo hemos intentado, también sin éxito.
Si cree que un titular aparentemente inocente, como invitar a tomar un helado para desayunar con el fin de engordar su inteligencia, no hace daño a nadie, piénselo dos veces. Business Insider publicó un muy buen post en el que, además de recordar los riesgos de consumir azúcar, apela a la responsabilidad de los periodistas de salud y señala que este tipo de noticias no verificadas degradan la profesión periodística y, lo que es más grave, hace más difícil que los lectores construyan un buen criterio.
Lo sabe bien Emilio de Benito, periodista de EL PAÍS especializado en salud, y presidente de la Asociación Nacional de Informadores de la Salud: "Los ensayos clínicos son, en teoría, la fuente más fiable para un periodista: los resultados se han revisado por expertos y los publica una revista, lo que es una garantía. Pero eso no quiere decir que estén exentos de riesgos. Quizá el primero sea que son complejos de leer, por lo que muchas veces se acude a resúmenes ya preparados por la propia publicación u otros medios, y eso ya supone un sesgo. A veces es inevitable: en una publicación científica se admite un titular de tres líneas con 40 palabras y lleno de siglas; en una publicación generalista eso debe resumirse en 12 palabras".
Hace unas semanas, las redes se llenaban con la notícia de que dos cervezas eran más efectivas que el paracetamol para acabar con el dolor. Una vez más, sonaba demasiado bien. Y aunque el estudio en cuestión no decía exactamente eso, se publicó en medios de todo el mundo. Ha pasado con la carcinogenicidad del café (o del agua caliente, mejor dicho), los campos electromagnéticos que generan antenas y móviles, o los peligros asociados a la carne procesada. "Había demasiados matices en la fuente, que en los titulares quedaron eliminados", explica el periodista. Sean muy críticos con lo que lean. Y más si no se menciona (o no se enlaza) el estudio original.
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