El mayor error de la ‘operación bikini’
El planteamiento de que cuidar la dieta es algo localizado en el tiempo, con principio y fin, es una equivocación
Llega el calor y con él la manga corta, el recuerdo del verano, la playa y…¡hay que ponerse a dieta!
Cualquiera que se dedique a la nutrición sabe que en fechas primaverales hay un pico de demanda de dietas de pérdida de peso. También lo sabe la industria que casualmente en primavera empieza a promocionar productos quema grasas, adelgazantes, drenantes, bloqueadores de calorías o cualquier otro nombre que invoque menos kilos, de venta en farmacias, eso sí. Franquicias de pérdida de peso y pseudodietistas hacen caja con planes novedosos que anuncian usando una foto de una playa paradisiaca con una chica en bikini. Revistas enfocadas al público femenino sacan sus especiales “vientre plano” y la dieta definitiva para perder diez kilos antes de vacaciones. Alguna marca de yogur promociona algo más light todavía para mezclar con unos cereales que prometen un cuerpo fitness mientras te meten en la caja un 20% de azúcar, y empiezas a cenar fruta, porque lo que más engorda es la cena.
Lo importante es la reeducación alimentaria, enseñar a gestionar la alimentación y, por encima de todo, conseguir adherencia al tratamiento
Nótese, aunque no sea el tema del artículo, que toda esa artillería pesada desplegada apunta exclusivamente al sector femenino de la sociedad. Pueden sacar conclusiones al respecto, son bastante obvias. Yo las saqué hace tiempo.
Retomemos el tema que nos ocupa: perder peso en primavera para tener un cuerpo lo más parecido posible al que marcan los cánones de belleza publicitarios allá por julio-agosto. Voy a repetir lo de “cánones de belleza”, que nadie piense que esto va de salud.
¿No se han dado cuenta de que no funciona?
Y es que si con cada operación bikini una parte de la población asumiera un peso más saludable, estaríamos, pese a todo, ante una buena noticia. Pero no, lo cierto es que las tasas de obesidad y sobrepeso, lejos de disminuir un poquito cada verano, van en aumento.
A decir verdad, no tenemos la solución definitiva para perder peso. Es así, y está bien admitirlo. También está bien que sepáis que aquel que os diga que sí la tiene, o que os venda un producto con ese fin, os está mintiendo. Esto no es nuevo, ya os lo dijo el dietista-nutricionista Juan Revenga.
¿Cómo que no existe la solución definitiva?
Lo importante es el peso que se haya perdido y mantenido a los tres años, a los seis y a los diez, cuando ya ni se acuerda del nombre de su dietista-nutricionista
Pues no. Sabemos algunas cosas, la principal, que lo importante es la reeducación alimentaria, enseñar al paciente a gestionar su alimentación en cualquier circunstancia y, por encima de todo, conseguir adherencia al tratamiento.
Explico mejor esto último: cuando se trata un sobrepeso o una obesidad, lo importante no es el peso que el paciente haya perdido a los tres meses, eso no da ninguna indicación del éxito del tratamiento, es más, es extremadamente fácil hacer que alguien pierda bastante peso en poco tiempo (salvo casos muy excepcionales). Lo importante es el peso que haya perdido y mantenido a los tres años, y a los seis y a los diez, cuando ya ni se acuerda del nombre de su dietista-nutricionista.
Ahí es cuando el tratamiento dietético ha funcionado, porque el paciente ha podido mantenerlo a lo largo del tiempo. Ahí es donde además verá mejoras de salud, no solo un número menos en la báscula durante unas semanas. Ahí es donde habrá aprendido a comprar, a elegir, a distinguir la comida saludable de verdad de los productos envueltos en marketing engañoso, a que no le tomen el pelo.
Y entonces, ahí es donde tenemos a un consumidor informado y crítico, ahí es donde habrá aumentado su esperanza de vida y los boletos para tener una buena calidad de la misma, ahí es donde probablemente habrá transmitido parte de todo ello a su familia, que también comerá más sano. Especialmente si hay niños.
Toda esa artillería pesada desplegada apunta exclusivamente al sector femenino de la sociedad
Ah, pues eso suena mucho mejor que lo de la dieta del caldo depurativo…
Sí, ¿verdad? Choca de frente con el planteamiento tipo “operación bikini” cuyo propio nombre indica que es algo localizado en el tiempo, con principio y fin. Unos tres meses en los más previsores que empiezan en Semana Santa, y una o dos semanas en los que se les echa encima el calendario. A menos tiempo, más agresiva la estrategia. Y probablemente más inútil. Sólo para que lo sepáis.
El hecho de que un planteamiento para perder peso ignore la única cosa que sabemos que es imprescindible en este tema (el mantenimiento del cambio de conducta a largo plazo), ya nos da pistas de que no es la elección acertada. Es una prioridad conocer que tipo de intervenciones favorecen más la adherencia a un estilo de vida saludable, y aunque falta investigación, sí que sabemos que la dieta del pollo y la piña no ayuda precisamente a ello, ni nada que no sea mantenible en el tiempo y compatible con una vida normal.
Dicho esto, elegid vosotros. Recordando que solo son libres las elecciones informadas.
Y cuando en mayo del año que viene estéis peor que hoy, no digáis que no os avisamos.
Lucía Martínez Argüelles, es dietista-nutricionista, máster en nutrigenómica y nutrición personalizada, TSD y bloguera en www.dimequecomes.com
NUTRIR CON CIENCIA es una sección sobre alimentación basada en evidencias científicas y en el conocimiento contrastado por especialistas. Comer es mucho más que un placer y una necesidad: la dieta y los hábitos alimenticios son ahora mismo el factor de salud pública que más puede ayudarnos a prevenir numerosas enfermedades, desde muchos tipos de cáncer hasta la diabetes. Un equipo de dietistas-nutricionistas nos ayudará a conocer mejor la importancia de la alimentación y a derribar, gracias a la ciencia, los mitos que nos llevan a comer mal.
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