La bomba de riego nepalí que se usa hasta en España
Los agricultores del país asiático, escaso de agua para regar aunque con una de las mayores reservas del mundo, se benefician de este invento hidráulico y ecológico también instalado en lugares de África y Asia
El agua fluye sin descanso. Desde las nevadas cumbres del Himalaya y entre la orografía irregular, mana a borbotones en forma de rápidos. Circula en suaves meandros para acumularse en lagos. Imperceptible, se filtra y brota desde dentro de las escarpadas como manantiales calientes. O en zigzag, discurre en ríos escoltados por cordilleras. También se contonea y se derrama desde las canicas rebosantes sobre las cabezas y caderas de sus porteadores. Miles de litros de agua son transportados a diario por mujeres, hombres y niños. Granjeros que encuentran dificultades para dar beber a sus cultivos pese a que Nepal, con más de 6.000 ríos, está entre los países del mundo con mayores reservas del líquido elemento.
Los sistemas de almacenamiento y distribución de agua escasean en el país del Himalaya. Según el experto del Departamento de Irrigación, Manoj Pantra, ni el 1% de los 2,6 millones de hectáreas cultivables tienen sistemas de riego. Esto supone un obstáculo para el mantenimiento de cultivos, dependientes de una climatología expuesta a fenómenos extremos como el monzón y las sequías.
“El terreno complica el trabajo en los campos. Así que compartimos los costes de bombas eléctricas y de gasolina”, explica el agricultor Madhav Prasad, del distrito de Nuwakot, a 70 kilómetros de Katmandú. La del campesino de 73 años no es una situación excepcional. La falta de inversión pública y privada en canales de riego obliga a los granjeros a invertir en este tipo de maquinaria contaminante para bombear agua a sus cultivos. Así, en muchos pueblos de Nepal, el gruñido de estas máquinas pesadas acompaña el murmullo de los torrentes que bañan sus tierras. “La 'bomba Barsha' [nombre comercial de la bomba hidráulica] facilita la tarea y ahorra en costes. Porque no funciona con electricidad, ni gasolina. Tampoco necesita de mantenimiento”, explica Madhav, mientras posa orgulloso – el agua del río hasta las canillas – junto al invento. La máquina, que permite bombear el agua usando como energía la fuerza de la corriente de ríos y canales, ya se ha instalado en 22 distritos para cubrir 35 hectáreas y beneficiar a más de medio millar de labriegos nepalíes.
“El sistema es simple. No hemos descubierto nada nuevo. Solo hemos encontrado una solución para un problema concreto con una tecnología que ya existía”, explica Pratap Thapa, padre del invento. Ingeniero industrial de 30 años y cofundador de la empresa aQysta, encargada de producir la 'bomba Barsha', creció viviendo los problemas de los campesinos nepalíes. Hijo de agricultores, Pratap nunca comprendió por qué no se usaba del agua de los ríos para regar los campos. Una vez acabados sus estudios de postgraduado en Holanda, él y otros amigos crearon la empresa con la que comercializar su invento. “Básicamente, la corriente del río hace rotar una rueda/molino. La innovación que hemos introducido son las espirales adjuntas a ambos lados; donde el agua se almacena y la presión se acumula. De forma que las columnas de aire comprimen a las columnas de agua, hasta que adquiere presión suficiente”, explica.
El invento permite bombear cerca de 40.000 litros diarios y es más económico que las máquinas solares
El invento permite bombear cerca de 40.000 litros diarios. Además de la clara orientación ambientalista de un sistema que no requiere consumo eléctrico ni combustión alguna – lo que le ha valido varios premios que ayudaron a arrancar la empresa – , la bomba Barsha ahorra costes a largo plazo. Sin componentes electrónicos y solo formada de dos partes ensambladas, la invención permite un ahorro del 70% de su importe, según explica el equipo de aQysta. “Es incluso más económica que las bombas solares. Comparando el coste total de las diferentes bombas, el de la 'bomba Barsha' es de 200 euros al año. […] Mientras que el de la solar es de hasta 400 € porque la inversión inicial es mayor”, explica Pratap Thapa desde la oficina regional de aQysta en Katmandú.
La ubicuidad de la bomba solar, que se puede instalar en cualquier espacio, es la única ventaja con respecto a la 'bomba Barsha', que necesita un caudal de agua para funcionar. Por otro lado, el coste inicial del invento es el principal obstáculo para los agricultores nepalíes. Desde su comercialización el pasado año, el precio de venta de la bomba hidráulica ronda los 2.000 euros. Por lo que aQysta ha recurrido a autoridades locales y organizaciones no gubernamentales para la distribución piloto de las primeras remesas. “Tendríamos que pedir préstamos bancarios para pagarlas, porque nuestro beneficio anual es de unas 20.000 rupias [174 €] por la venta de hortalizas”, cuenta Madhav Prasad. El granjero nepalí usa la 'bomba Barsha' para su huerta, mientras que sigue pagando el bombeo eléctrico para regar su plantación de arroz, que necesita más cantidad de agua.
El ingeniero e inventor, Pratap Thapa insiste en que hay que fomentar un cambio en la agricultura tradicional nepalí; mutarlo de un modelo de subsistencia a uno más comercial que permita este tipo de inversiones. Manoj Pantra, experto en proyectos de irrigación con tecnologías no convencionales, coincide: “Esta bomba es muy necesaria en Nepal. Pero los granjeros no la pagarán de su bolsillo si no le encuentran rendimiento. Se necesita un estudio de viabilidad geográfica y una campaña de información nacional”. El experto añade los otros escollos para el progreso del campo nepalí: ausencia de redes de transporte y de proyectos de almacenamiento y distribución de agua, así como la necesidad de políticas de identificación de agricultores y uso de tierras cultivables.
Un sistema de riego contra el tarifazo eléctrico español
Además de las instaladas en Nepal, otras unidades de la 'bomba Barsha' también funcionan en Indonesia, Turquía, Zambia y España. “Estamos adaptando la bomba a un riego más modernizado como el riego por goteo. Porque tiene mucho potencial el espacio europeo y en el contexto del ahorro energético, como en España con el tarifazo eléctrico”, cuenta Jaime Michavila Gaspart, en conversación telefónica. Este ingeniero español de 30 años y coordinador técnico de aQysta, intuyó que la bomba Barsha también cubría necesidades en el entorno del regadío español. Además de que su coste (2.000 euros) es asequible en España, la bomba hidráulica es una inversión rentable en un contexto en el que la energía supone más del 40% de los gastos de los agricultores, según la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore).
Así pues, en julio de 2016, la primera 'bomba Barsha' se instaló en Villanueva de la Reina, Jaén. “En la comunidad de regantes del Rumblar se usan moto-bombas diesel y gasolina, y bombas eléctricas, que requieren combustibles o electricidad”, explica en conversación a distancia Javier de la Brena, de 40 años y propietario del único cortijo español regado por la bomba hidráulica. Además del rendimiento económico, Javier hace hincapié en los beneficios ambientales del sistema que abastece sus 2,5 hectáreas de olivar en el parque natural de la Sierra de Andújar: “Otra ventaja importante es que no contamina. Esta y otras medidas, hacen que el cultivo del olivar sea capaz de fijar CO2 atmosférico y contrarrestar el calentamiento global por emisiones”. El impacto positivo de la 'bomba Barsha' ya ha tenido eco en otras comunidades de regantes del norte de España.
La sostenibilidad económica y medioambiental son pilares del invento y razón por la cual otras 200 unidades se estarán fabricando para diferentes países de Europa y América Latina durante el 2017. Jaime Michavila subraya la necesidad de sistemas de este tipo: “España está lejos del objetivo de energías renovables. Hasta el comienzo de la crisis, se hacían proyectos en infraestructuras bestiales que consumían una barbaridad de energía. Ni se acabaron por falta de fondos, ni tampoco eran viables porque nunca se podría haber pagado la factura energética”. Por su parte, De la Brena cuenta que su cortijo recibe visitas de otros agricultores interesados en su uso: “Lo que mas gusta es que es limpia y no consume. Además, es agradable verla girar y relaja el sonido que provocan las aspas al girar con el agua”.
Artículo publicado en colaboración con la UN Foundation.
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