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La horrible razón por la que acabamos con los ojos rojos después de la piscina

Lo achacamos al cloro, pero se debe a otro elemento mucho más desagradable. Modos de prevención

Vídeo: Cristóbal Herrera Martín

Se da por inaugurada la temporada piscinera y, con ella, las partidas de cartas al sol, las siestas a la sombra y los refrescantes remojos. Hasta ahí, todo suena de maravilla. Pero, lamentablemente, el pack también incluye otros aspectos no tan bienvenidos, como la rojez de ojos. Y no culpe al exceso de cloro. La verdadera causa que explica esta molestia son las cloraminas, un compuesto químico que se genera por la presencia de orina y sudor en el agua. "Las cloraminas se forman cuando el cloro libre reacciona con compuestos ricos en nitrógeno, y ocurre que orina y sudor son ricos en este elemento. De modo que, cuando el cloro libre entra en contacto con ellos, su producción se acelera", explica el investigador del Internet Interdisciplinary Institute (IN3), de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Hug March.

Ducha, antes y después

El doctor Emilio Dorronzoro Ramírez, oftalmólogo del Hospital Universitario de Sanitas La Moraleja, advierte de que "a mayor exposición a este tipo de elementos, un creciente riesgo a sufrir afectaciones oftalmológicas". Su recomendación no pasa solo por limitar el tiempo que pasamos bajo agua, sino por tomar medidas que minimicen los efectos de la cloramina, como usar gafas de natación en la piscina o ducharse siempre antes y después de meterse. El experto, además, recuerda: "Los niveles de cloramina son más elevados en las piscinas cubiertas. Y las altas temperaturas y la falta de higiene de los bañistas son dos de los principales motivos por los que su concentración puede aumentar".

A la rojez de los ojos, el investigador del IN3 añade: "Las cloraminas, especialmente bajo la forma de tricloramina, pueden provocar irritación en la piel y también problemas en las vías respiratorias".

El olor las delata

Ahora bien, ¿sabe si el nivel de cloraminas de su piscina se ha disparado? O, dicho de otro modo, ¿cree que la buena educación de sus vecinos cumple con los mínimos necesarios para mantener a raya el cloro combinado? Tiene dos formas de averiguarlo: una a posteriori, es decir, cuando los efectos de las cloraminas ya son visibles y se han manifestado en forma de ojos rojos; y otra, por el olfato. El típico olor a piscina que sentimos como una tremenda bofetada y adjudicamos a una administración inadecuada de desinfectante, es, en realidad, una combinación de orín y cloro, como se recoge en los análisis realizados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CSC), organismo integrado en el Department of Health and Human Service de EE UU.

El exceso de cloraminas, según narra el científico del IN3, repercute en una menor presencia de cloro libre, cuyo poder desinfectante es muy superior al de aquellas, por lo que la cantidad de gérmenes en la piscina se incrementa. "Si la piscina huele demasiado fuerte, deje el baño pata otro día. Y dé prioridad a las que hacen uso del agua del mar", concluye Hug March. Por supuesto, para necesidades íntimas, use siempre el baño.

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