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Ocho cadáveres desvelan la historia de los primeros humanos que conquistaron el Himalaya

Hace más de 3.000 años, una estirpe de comerciantes colonizó los valles más altos del planeta gracias a una genética especial

Nuño Domínguez
Un alpinista en el Himalaya
Un alpinista en el HimalayaJean Baptiste Rabouan

Los valles del Himalaya son uno de los últimos puntos del planeta que fueron colonizados por los humanos, hace apenas 3.150 años. El origen de aquellas gentes, su capacidad de adaptación a este hostil entorno y su relación con los habitantes actuales, adaptados genéticamente para vivir como si nada a 5.000 metros, era un misterio.

Esta semana se ha publicado un estudio que ha secuenciado el genoma completo de ocho cadáveres hallados en el Área de Conservación del Annapurna, la reserva de Nepal que incluye en su territorio la montaña más peligrosa de la Tierra. Los restos mortales corresponden a tres culturas diferentes que habitaron la zona hace entre 3.150 años y 1.250 y su ADN se ha comparado con el de los habitantes actuales y también con el de tibetanos y sherpas.

Todos los cadáveres analizados se encontraron en sepulturas rituales. Junto a los muertos había diversos objetos, algunos llegados de China, India, Kirguistán e incluso Irán. En los dos milenios largos que abarca el estudio, los ritos funerarios cambiaron mucho. La última cultura analizada adoptó la práctica de descarnar completamente los cadáveres antes de darles sepultura, una tradición que entronca con la antigua religión zoroastriana que se practicaba en Persia.

Uno de los cráneos de los que se ha extraído ADN
Uno de los cráneos de los que se ha extraído ADNC. Warinner

Por lo que sabemos hasta el momento, la mayoría de los grandes cambios culturales de la prehistoria han ido asociados a un reemplazo de la población más o menos violento, más o menos radical. Nuevos grupos de humanos llegaban a un territorio y borraban las huellas de sus anteriores habitantes. Por eso, los resultados del nuevo estudio, publicados esta semana en la revista científica PNAS, son sorprendentes. El genoma de los ocho cadáveres desvela que el perfil genético de los habitantes del Himalaya apenas ha cambiado desde hace más de 3.000 años y que los actuales siguen llevando un ADN casi idéntico al de sus ancestros remotos. A pesar de los profundos cambios culturales que vivió la zona, fue un mismo grupo humano el que los asimiló sin mezclarse apenas con otros pueblos.

“Los enterramientos están cerca de un paso montañoso, pensamos que esta era una ruta comercial y que ellos la controlaban”, explica a Materia Christina Warinner, antropóloga de la Universidad de Oklahoma y coautora del estudio.

El análisis genético, en el que también han participado investigadores en Suecia, Suiza y otras dos universidades de EE UU, reconstruye la espectacular migración de los conquistadores del Himalaya. Según su genoma, llegaron del Este de Asia, probablemente del altiplano tibetano. Desde allí, comenzaron a adentrarse en los valles que descienden desde las cumbres más altas. La geografía ayudó, pues el desnivel es mucho menor por esta cara que por la sur. Esto, dice el trabajo, les permitió ascender de forma progresiva hasta altitudes medias, aclimatarse y, sobre todo, dejar que la evolución hiciese su trabajo. Todos los antiguos habitantes de la zona desarrollaron dos mutaciones en sendos genes, EPAS1 y EGLN1, que les permiten vivir sin problemas a gran altitud y con falta de oxígeno. También los tibetanos y los sherpas tienen esas mutaciones. Los sherpas son una tribu diferente que llegó a la zona mucho después, hace entre 400 y 600 años. Ante estos datos, el estudio argumenta que probablemente estos tres grupos descienden de una misma población originaria del Este de Asia.

El genoma de los ocho cadáveres desvela que el perfil genético de los habitantes del Himalaya apenas ha cambiado desde hace más de 3.000 años y que los actuales siguen llevando un ADN casi idéntico al de sus ancestros remotos

Warinner destaca otro hecho sorprendente. Una de las mutaciones que permiten vivir en altura, la del gen EPAS1, tiene un origen muy remoto. Hace decenas de miles de años, los Homo sapiens se encontraron con los denisovanos, una especie humana arcaica que vivía en Asia. Ambas especies tuvieron sexo, hijos fértiles y una pasó a la otra la variación genética que, muchos milenios después, resultó esencial para poder vivir en una de las zonas más hostiles del planeta.

“No sabemos exactamente cuándo se pasaron esta variante genética, pero sí que en algún momento se volvió tremendamente ventajosa y que, de forma casual, ya existía en algunos humanos”, explica la antropóloga. Rasmus Nielsen, el paleoantropólogo que descubrió los resultados de este insospechado cruce entre especies humanas, señala que “no se sabe si esa variante genética era beneficiosa para los denisovanos, aunque no hay razón para pensar que no lo fuera”. Es posible que la variante permaneciese en el acervo genético durante miles de años hasta que, de repente, resultó clave para conquistar los nuevos territorios del Himalaya, señala.

Unos 1.200 años después de la llegada de los primeros humanos al Himalaya, en 1953, el neozelandés Edmund Hillary se convirtió en la primera persona en escalar el Everest. A su lado iba un sherpa, Tenzing Norgay.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.

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