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Una razón más para detestar los días grises y lluviosos

La exposición al sol permite que sus niveles de vitamina D sean óptimos. Cinco cuestiones básicas sobre el micronutriente de moda

1. ¿Qué cantidad de vitamina D necesita el organismo?

Varía a lo largo de la vida, aunque la edad crítica para esta vitamina es a partir de los 50 años (cuando la salud ósea y la fuerza muscular pueden flaquear). En general, los límites oscilan entre 400 y 800 UI (unidades internacionales), equivalentes a una cantidad de entre 10 a 20 microgramos al día (un microgramo es la millonésima parte de un gramo). Pero, “a partir de los 70 años es cuando hay que llegar a los niveles máximos de 20 al día”, indica Franco Sánchez Franco, especialista en Endocrinología y Nutrición.

2. ¿Para qué es necesaria?

“Aunque es esencial para el desarrollo óseo, sus funciones van más allá”, dicen los investigadores en Inmunonutrición Francisco Pérez Cano y Margarida Castell, de la facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona. “La vitamina D actúa sobre células del sistema inmunitario. Por un lado, potencia la formación de moléculas necesarias para la defensa innata contra infecciones (sobre todo respiratorias) y, por otro, se puede asociar a la prevención de enfermedades autoinmunes (artritis reumatoide, esclerosis múltiple, etcétera)”.

3. ¿De dónde la obtenemos?

El 90% de la exposición al sol, y el 10% de la dieta. Los alimentos que contienen mayor cantidad son: los pescados grasos, la yema del huevo, y la leche siempre que esté suplementada. “Para sintetizarla a través de la piel hay que exponerse al sol en la vida cotidiana”, explica el endocrinólogo. ¿Cuánto tiempo? La Biblioteca Nacional de Medicina de EE UU dice que de 10 a 15 minutos de exposición al sol tres veces a la semana son suficientes para producir los requerimientos corporales.

4. ¿Cuándo se considera que hay déficit?

“Si los niveles están entre 30 y 20 nanogramos (un nanogramo es la mil millonésima parte de un gramo) por mililitro de sangre hablamos de deficiencia, pero si bajan de 20 se considera defecto”, indica Sánchez. Un análisis de sangre es suficiente para conocer el nivel (más del 70% de los españoles de todas las edades lo tiene bajo). Está demostrado que tenerlo por debajo de lo normal favorece la osteoporosis y las fracturas óseas. Además, algunos estudios asocian su deficiencia con el cáncer de colon, páncreas, próstata, ovario y mama. El investigador Jesús Gil, de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), señala que con niveles por debajo de 20 nanogramos, “aumentan de un 30% a 50% las probabilidades de padecer alguno de esos cánceres”.

¿Vale cualquier fórmula?

La opinión de los especialistas es unánime: los suplementos deben ser siempre de vitamina D3 (colecalciferlo). Para el endocrino Sánchez Franco, "los preparados verdaderamente útiles son los de 2.000, 5.000 y 10.000 UI", y los que mejor se absorben son "los que se presentan en forma de geles o dilución".

5. ¿Cuándo hay que tomarla en forma de suplementos? ¿Son seguros?

“Por debajo de 30 nanogramos por mililitro de sangre hay que suplementar”, afirma Sánchez Franco, que insiste en que “los suplementos de vitamina D son eficaces”. También hay que dárselos a los niños, “desde que nacen hasta los 2 o 3 años, y a las embarazadas en las que los niveles bajos afectan al desarrollo fetal”. Pérez Cano y Castell añaden que los suplementos pueden mejorar a los afectados de esclerosis múltiple, y recuerdan su eficacia “en el tratamiento de la psoriasis”. Recomendar suplementos de esta vitamina a personas con enfermedades autoinmunes es, en opinión del inmunólogo Jesús Gil, “imprudente, porque los estudios son contradictorios, incluso los hay que concluyen que a la larga, en 5 o 10 años, la ingesta de suplementos podría ser contraproducente”.

Y en esa línea indice una reciente revisión de artículos publicada en la revista médica JAMA, que afirma que los suplementos vitamínicos no han demostrado su efectividad en el tratamiento de las enfermedades óseas (principal motivo de prescripción), amén de que su abuso podría ser dañino no solo para el sistema inmunológico, sino también para el circulatorio. Continúa la investigación al respecto.

 

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