Beneficios de la paz
Colombia disfruta ya de los efectos de la derrota de las FARC y del diálogo para el acuerdo final
El proceso de paz iniciado en Colombia, con las conversaciones que desde septiembre de 2012 mantienen en La Habana el Gobierno y la guerrilla de las FARC, es un óptimo ejemplo de los beneficios que la sola perspectiva de normalización puede tener en la vida social y económica de un país y en su imagen internacional.
Sin duda la diferencia más evidente es el número de vidas humanas salvadas por la simple baja intensidad de las hostilidades paralela a las negociaciones. Un informe presentado la semana pasada en Bogotá por la Fundación Paz y Reconciliación calcula que solamente durante 2014 se ha evitado que 5.000 colombianos resultaran muertos o heridos. Es una gran noticia para el conflicto armado más antiguo de Latinoamérica, que en medio siglo ha costado más de 220.000 vidas y millones de desplazados.
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En paralelo, la consolidación del proceso de paz está teniendo un claro reflejo en la economía del país, que presenta un crecimiento sostenido en torno al 4%, y eso a pesar de las repercusiones que el hundimiento del precio del petróleo tendrá en las cifras macroeconómicas. Una sociedad en vías de reconciliación que ha sufrido un largo conflicto es optimista respecto al futuro, como lo son las previsiones de crecimiento que aventuran un gran salto adelante tras la liberación de energías que ese conflicto ha maniatado.
El tercer aspecto en el que se aprecia un notable cambio a mejor es en el creciente papel de referente que juega Colombia en la comunidad internacional y su capacidad de cooperar en la solución de otros enfrentamientos, aunque sean muy distintos en origen y evolución. Lo que importa es el ejemplo de voluntad de diálogo: por eso el ofrecimiento hecho por el presidente Juan Manuel Santos —presente hoy en Madrid en el Foro por la Paz en Colombia, organizado por EL PAÍS y la Fundación Buen Gobierno, patrocinado por Telefónica, BBVA, Ferrovial, Alcaldía de barranquilla y Avianca — para facilitar una mediación en Venezuela no debería caer en saco roto ni ser interpretada como una injerencia. Es una oportunidad real de aprovechar la experiencia adquirida en la resolución de conflictos.
Todavía queda lo más importante: culminar el proceso. “Falta lo más difícil, y los procesos se rompen en los puntos más difíciles”, advertía ayer con enorme cautela el presidente Santos en una entrevista con este periódico. Pero Colombia está en el buen camino: antes de alcanzarla del todo, ya conoce los beneficios de la paz.
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