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EL PULSO
Columna
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Un mártir de Internet demasiado frágil

Aaron Swartz mantuvo una lucha por mantener Internet libre. Se suicidó con 26 años, un documental lo recuerda

Karelia Vázquez
Aaron Swartz, en 2006.
Aaron Swartz, en 2006.Chris Stewart (Corbis)

Un auténtico líder de Internet se cuelga en su habitación de Brooklyn con un cinturón, allí lo encuentra su novia en medio de la noche. Tenía 26 años, pedigrí de genio y un largo historial en defensa de la libertad de Internet. Su muerte, en enero de 2013, marca el fin de la inocencia. Después del entusiasmo generado en 2011 por la primavera árabe, los indignados españoles y el movimiento Ocuppy Wall Street, llegó 2012 con una cascada de censuras y espionajes varios, luego el suicidio de Aaron Swartz acosado por los poderes convencionales. Todo suena a final de época.

Aaron Swartz trabajó en la creación de las RSS y el Creative Commons, fue cofundador de Reddit y tuvo la suficiente audacia para venderla a Condé Nast y convertirse en millonario con 19 años. A partir de entonces su reto intelectual fue una lucha, a veces temeraria, por mantener Internet transparente y libre. Al menos dos veces jugó a desafiar los poderes establecidos con sus virtudes de hacker libertario, y una de ellas fue investigado por el FMI, pero aún no era una cabeza de turco. Su delito fue conectarse a la wifi del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) con su contraseña de estudiante de Harvard y copiar cuatro millones de documentos de la biblioteca digital. Nada de valor, por ejemplo las ediciones de 1942 del Journal of Botany. Sucedió en septiembre de 2010, cuando lo hizo ni siquiera intentó esconderse demasiado. Aaron no creía estar robando, y realmente nunca hackeó la red del MIT, abierta a los que como él tenían la contraseña. Después de su arresto devolvió toda la información y asunto zanjado. Sin embargo, el MIT y el fiscal general de Massachusetts insistieron en darle un escarmiento.

Lo acusan de 13 cargos y él se declara inocente. Sus defensores aseguraron que solo merecía ser acusado de violar las normas de uso de la Red, le impusieron una multa de un millón de dólares y 35 años de prisión.

Así lo cuenta el recién estrenado documental The Internet’s Own Boy, de Brian Knappenberger, que defiende la tesis de que las leyes creadas para protegernos en la Red no solo fracasan en su cometido principal, sino que además tienen el potencial de aniquilarnos. La pieza sugiere que Aaron fue tan antipático porque sus ambiciones políticas lo convertían en un espécimen peligroso: sería el primer político en comprender del todo el funcionamiento de Internet, podría proteger realmente a los usuarios de la censura. Además, el carisma del chico no casaba con el estereotipo del geek torturado, inhabilitado para ejercer un cargo público. En el documental dice su padre: “Aaron fue asesinado por el Gobierno”. Su exnovia Nick Norton remata: “Era el dueño de Internet y el viejo mundo lo mató”.

Una tesis estimulante, digna de un mártir, pero que no explica del todo las causas de su muerte. Gente cercana a la familia asegura a The New Yorker que se agarran a la idea del héroe como a un clavo ardiendo, pero en su fuero interno no se la creen.

Aaron tenía una personalidad depresiva. En 2007, mucho antes de que las cosas se complicaran, escribió en su blog: “Siento que mi existencia es una imposición al planeta”. Padecía colitis ulcerosa, una enfermedad crónica que en muchos pacientes cursa con depresión. Nadie duda de que los fiscales del caso, Garland Scott y Stephen Heymann –este último implicado en el suicidio de otro programador en 2008–, se ensañaron. También es cierto que se le acababa el dinero con tanto juicio, pero casi toda la prensa estadounidense coincide en que la versión cinematográfica de Aaron Swartz es demasiado épica para ser seria. Ya es el héroe de los programadores –cuando Anonymous hackeó la web del Departamento de Estado declaró: “Aaron, esto es para ti”–, no era necesario cargar más la leyenda. En los tiempos que corren es perfectamente aceptable que un superhéroe sea frágil, depresivo y tenga el intestino inflamado.

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Sobre la firma

Karelia Vázquez
Escribe desde 2002 en El País Semanal, el suplemento Ideas y la secciones de Tecnología y Salud. Ganadora de una beca internacional J.S. Knigt de la Universidad de Stanford para investigar los nexos entre tecnología y filosofía y los cambios sociales que genera internet. Autora del ensayo 'Aquí sí hay brotes verdes: Españoles en Palo Alto'.

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