Todo a precio de mercado
El cuerpo de Ana Botella estaba incómodo en la presentación de la candidatura de Madrid 2020, algo que cientos de miles de euros no arreglan
La intervención de Ana Botella ante los miembros del COI ha entrado ya en la historia del humor, como el despido en diferido de Cospedal o los monólogos de Carlos Floriano sobre la vida. Son esas grabaciones que llevas en el coche y que pones en los viajes largos para solaz de la familia. Aquí la ven, en una pantalla gigante que pende, como la espada de Damocles (o de Pericles, que decía el otro), sobre la delegación española, presidida por el Príncipe. La alcaldesa iba impecable. Venía de la pelu, donde le habían hecho un cardado magistral, además de pintarle con Titanlux el rostro para que combinara con el vestido rojo español con el que salió a escena. Un sencillo collar de cuentas, a juego con la blancura de los dientes, servía para evocar un género tan nuestro como la copla: Me voy a hacer un rosario con tus dientes de marfil.
(–Otro no –ruega la víctima cubriéndose la boca).
Todo perfecto, excepto que no consiguieron meterle nada dentro de la cabeza. Significa que pese a los numerosos ensayos, dirigidos por un perito en artes escénicas que nos cobró 220.000 euros, la alcaldesa no logró hablar con el alma, solo con el cuerpo, y se notó. Suele decirse que quien sabe dos idiomas tiene dos almas, pero Botella solo tiene una. Al obligarla a hacer el discurso en el idioma del alma que no tiene, colocó todas las energías en el cuerpo e inevitablemente sobreactuó. Parecía una mujer con dos cuerpos y una sola alma, cuando lo que funciona en el teatro es lo contrario. Tuvimos la suerte, según los organizadores, de pagarlo todo a precio de mercado
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