Óscar Jaenada resucita a Cantinflas
El actor catalán huyó de España tras convertirse en 'Camarón' y desde entonces busca su gran actuación Mientras rueda 'Cantinflas' en México se pregunta si la habrá encontrado
Mediados de junio. Cuarto exterior izquierda. Jaenada lucha desde el salón de su casa contra la invasión de mariposas plusia –idénticas a las polillas– que atraviesa Madrid en su camino del calor de África al frescor escandinavo. Las cortinas recogidas en un nudo, el periódico en la mano. ¡Plaf! De una pared cuelga un lienzo de dos metros por metro y medio que muestra a un monstruo bicéfalo negro arrebujado en sí mismo. Cuesta distinguir sus fronteras, sus muslos. El animal devuelve una mirada inquietante. El autor es un artista italiano en alza en Los Ángeles, el arrebatador Marco Perego (actual pareja de Zoe Saldana, amiga y compañera de Jaenada en Los perdedores). El actor calcula que se ha revalorizado hasta los 100.000 euros. A su lado, en el suelo, reposa un circuito lleno de coches de juguete que contrasta con la mole bicéfala. Son de su hijo. “Al tener un crío, se crea una cuerda de oro maravillosa”, dice el actor. “Te ata. Te estira. Te atrapa. Es duro trabajar fuera sin el calor del chaval. Intento que no pase más de 15 o 20 días sin mí. Sí, tengo muchos puntos de Iberia Plus”.
Más cuadros adornan el salón: uno de su hermano, Víctor Jaenada; otro del padre de su expareja y madre de su hijo, Bárbara Goenaga. Del techo cuelgan dos tiras mexicanas de papel picado color fucsia, violeta, celeste, amarillo. En una mesita junto al sofá ha montado un altar dedicado al país latinoamericano: mariachis, esqueletos tocados con sombrero de charro, una botella de tequila. Y el protagonista: una miniatura de Cantinflas. Pero algo falla. Su cabeza reposa a sus pies. “Lo ha decapitado mi hijo”, gruñe Jaenada, que enseguida sonríe. La pregunta sale sola: ¿y esto? “Estoy a punto de empezar el rodaje de Cantinflas y mi mente tiene que concentrarse, estar allí”.
Me pregunto qué
queda de la persona tras crear un papel como Cantinflas"
Su rostro curtido, huesudo y de color aceituna parece el de alguien con muchos años de vivencias. Sin embargo, su cuerpo escurrido parece tener menos edad. Va plagado de joyas; recuerdos de sus 38 años de vida. Enroscada a la muñeca lleva una gruesa cadena de plata con forma de serpiente que le regalaron unos amigos músicos “porque cuando les ayudo y grabo sus conciertos me arrastro por el suelo; me cuelo en todas partes”. También luce un anillo coronado por una gran calavera y otro con una piedra azul turquí “para recordarme que no es un camino de rosas llegar hasta aquí”. Hoy luce estas. Mañana serán otras. “Me siento desnudo sin mis pequeños tesoros. Uno se forja su vida. Recibo nuevas de regalo y al día siguiente tiro un anillo al Sena. Me parece muy rock and roll”.
El actor ha buscado él mismo esta entrevista. Voló desde México para pasar una semana con su hijo y con el objetivo marcado por los productores de Cantinflas. Al día siguiente volará de nuevo a México y empezará el rodaje de la película (la maleta sin terminar espera abierta en medio del salón). El papel lo consiguió hace cinco años, cuando era una producción estadounidense, pero pinchó antes de empezar a rodarse. Ahora ha vuelto con un nuevo guion más concentrado y convertida en una producción mexicana de presupuesto medio: 2,4 millones de euros.
“Tanto entonces como en esta ocasión he tenido que ganarme el papel”, remarca Jaenada. “No me lo dieron por mi cara bonita. Esta vez me pidieron que preparara una escena de su película Si yo fuera diputado. Y lo conseguí”.
El simpático peladito Cantinflas, con su peculiar sentido del humor, su cordón atado al cinto y su fuerte acento mexicano, se convirtió en un héroe nacional y pronto acabó acuñando un nuevo verbo reconocido por la Real Academia Española: cantinflear (hablar mucho sin decir nada). Su fama se extendió a toda Latinoamérica y España gracias a las películas que el actor Mario Moreno Reyes, muy distinto de su personaje, rodó entre 1936 y 1981.
El actual biopic lo financia una pequeña productora y lo dirige Sebastián del Amo, que ha rodado hasta la fecha un único título, El fantástico mundo de Juan Orol, basada también en la vida de un personaje cinematográfico, un director nacido en Galicia y afincado en México. Cantinflas narra la vida de Mario Moreno Reyes hasta 1956, momento en que recoge el Globo de Oro por su papel –como Cantinflas, siempre Cantinflas– en la versión americana de La vuelta al mundo en ochenta días, en la que el maleable personaje se pone en la piel de Passepartout, el mayordomo del señor Fogg.
“En este guion nos centramos en la persona. ¿Qué queda de ella cuando ha creado un personaje tan personal?”, se pregunta Jaenada. “Janis Joplin lo explicó en una ocasión: ‘En el escenario hago el amor a 25.000 personas, pero luego duermo sola’. Y eso tiene consecuencias”.
Jaenada reflexiona sobre la preparación del personaje: “El actor, Mario Moreno, quedaba oculto tras Cantinflas. ¿Cómo era él en realidad?”. “Lo primero que hice fue dividir al personaje en dos”, continúa. “Por un lado está Cantinflas, y prepararlo ha sido un proceso muy repetitivo. Ver y ver películas y otra vez hasta conseguir una representación fidedigna. He necesitado profesor de baile y de dicción. Además, he contratado la ayuda de Celedonio Núñez, su imitador oficial. Pero del otro lado está Mario”, sigue. “Y, por desgracia, existe poco material para prepararlo. Hay algo, pero poquito. Un par de entrevistas y de programas, con lo cual tengo más libertad con la creación. Tengo que buscar elementos de su vida que me ayuden a crear una personalidad lo más real posible”.
Jaenada nació en Esplugues de Llobregat, en el extrarradio de Barcelona. Su madre trabajaba para una sociedad de enfermos mentales, y su padre, en una tienda de artículos de pesca. “Yo era un niño travieso, inquieto, observador y muy estudioso. Un poco turbio. Era demasiado estudioso. Tenía que sacar buenas notas”. Le gustaban las matemáticas. Quería estudiar Aeronáuticas, hasta que un día descubrió el teatro.
“Con amigos nos juntábamos por las noches en la plaza de Cataluña, hablábamos compartiendo una litrona. Un día, cansados de que se mojaran los papeles con la lluvia, pedimos un teatro y nos lo concedieron. Empezamos a hacer obras y más obras”, cuenta el actor. Más tarde decidió liarse la manta a la cabeza y mudarse a Madrid. A probar suerte. La leyenda dice que Jaenada durmió varias noches en la calle de la capital, aunque en realidad fue solo una noche.
Pronto empezó a hacer series (Al salir de clase, Javier ya no vive solo) y en 2003 le llegó su gran oportunidad: Noviembre, su primer papel en cine. Dos años después le ofrecieron interpretar al famoso cantaor en Camarón (2005), su mayor éxito hasta el momento. Pero tras el rodaje y los premios (entre otros, el Goya al mejor actor principal), las ofertas que le llegaban no le convencieron. “En ese momento supe que tenía que dar un paso más adelante y marcharme”, dice el actor. “No lo viví como si estuviese dando el salto a Hollywood, sino como una huida de España. El cine español sufrió un momento raro y vi claro que tenía que irme. No me apetecía vivir en Los Ángeles y me sigue sin gustar; me horripila cada vez más. Es un sacrificio, pero quiero trabajar en otros idiomas, una manera de aprender lecciones de vida y seguir formándome”.
En total, el actor ha rodado 24 películas, desde filmes independientes (Los límites del control, de Jim Jarmush) y megaproducciones (como la cuarta entrega de Piratas del Caribe, donde interpretaba a El Español) hasta, inmediatamente después, un filme español de 30.000 euros, Arteros.
Su carrera ha sido irregular. Con altos, bajos y más desaciertos que aciertos. Cantinflas supone –quizá– una nueva oportunidad de hacerse con un papel “redondo” en una película “redonda”. El sueño de Jaenada. De todas sus películas, considera que solo una es redonda: Noviembre. Ni siquiera Camarón, que obtuvo buenas críticas y éxito de público (647.000 espectadores).
Qué gesto más bonito el de los alumnos que negaron la mano a Wert. Qué gente más inteligente y con valor"
“Prefiero que la película sea buena a que lo sea el personaje. Prefiero que gane el equipo a meter un gol”, dice el actor. La llamada de Achero Mañas concediéndole el papel de Alfredo en Noviembre “fue posiblemente uno de los momentos más felices de mi vida, un punto de inflexión en mi carrera”, continúa. “El paso del tiempo te da objetividad. Un buen producto, una buena película, se ve tras los años. Noviembre sigue en las tiendas de DVD. En Chile me paran para pedirme un autógrafo por esa película. Mi sueño es que convivan ambas cosas: personajes redondos y películas redondas. Pero eso solo lo saben los astros”, dice mirando el techo y media sonrisa.
El día anterior a la entrevista, Jaenada –enroscado en anillos y pulseras– llega a un estudio para hacerse las fotos. Diez días antes de empezar el rodaje, el actor lucía un bigote clásico, distinto del típico bigote de Cantinflas con vello sobre las comisuras de los labios y que ya ha lucido en el pasado. Jaenada rodará con postizo para olvidarse de problemas en los cambios que manda el plan de rodaje.
A pesar de su exilio autoimpuesto (que ahora le ha llevado hasta México), el actor sigue muy pendiente de España y está viviendo con indignación las noticias relacionadas con el caso Bárcenas y la corrupción del PP. Tampoco le han gustado muchas de las decisiones adoptadas por el Gobierno, como la subida al 21% del IVA de los productos culturales. “Qué gesto más bonito han tenido los premiados fin de carrera al negarle la mano a Wert”, dice Jaenada mientras le maquillan. “Ves eso y dices: ‘Qué gente más inteligente y con más valor”.
Una vez elegida la ropa, el actor se pone a las órdenes del fotógrafo. Obedece y dice que sí a todo. Está tranquilo. Le piden que menee el abrigo y lo agarra de las solapas y lo revuelve bruscamente. Se dibujan bonitos caracoles que estampa el flas. Menos de dos horas después, fotógrafo y estilista miran el reloj extrañados. “Qué pronto hemos terminado”, murmuran.
Al ver una escena, se me achicó la piel. Es igualito", dice
el hijo de Cantinflas
En México, donde no existe otro personaje ficticio tan querido como Cantinflas, la elección de Jaenada no ha gustado al público. ¿Un español haciendo de mexicano? Jaenada encoge los hombros y baja la mirada: “Es normal”. Una respuesta que se habituó a dar tras el rodaje de Camarón (2005). “A la gente que no está muy acostumbrada al mundo del cine le cuesta apostar por una persona que huye del personaje a interpretar. Pero ese escepticismo previo es bueno para mí como actor… La mujer de Camarón, la primera vez que me vio, me dijo que le recordaba más a Raimundo Amador”, dice. “Cantinflas era muy mexicano, me parece lógico que no guste mi elección, lo entiendo. Pero llevo mucho tiempo fijándome en él y tengo muchas ganas ya de salir a grabarlo”.
Mario Moreno Ivanova, el hijo juerguista que Mario tuvo tras un amorío con una joven estadounidense (aunque su hermano declaró que en realidad es hijo de otro hombre y lo compró a la joven), ha manifestado su escepticismo por la elección de Jaenada. Apenas tres semanas tras la muerte de uno de sus hijos (que se suicidó a los 22 años horas antes de que se iniciara el rodaje), Mario responde al teléfono: “Yo tenía muchas dudas con su elección para representar a mi papá”, empieza. “Yo no conocía a Óscar y no creía que pudiera personificar a un icono como lo es Cantinflas. Siempre he sentido que es un carácter muy difícil de interpretar, sobre todo en esta película en la que se cruzan sus dos personalidades”, cuenta.
“Una semana previa al rodaje, cené con Óscar y le pedí que hablara como mi papá”, continúa Mario. “¡Y no quiso! Yo le decía: ‘Ya te preparaste bien, te sientes seguro, siquiera quítame esa incertidumbre’. Y nada. A la primera semana de rodaje tuve un problema familiar importante [se refiere al fallecimiento de su hijo] y no pude asistir. La segunda semana fui y me mostraron una escena de Óscar. Y digo: ‘¡A ver, a ver, esta escena está doblada!’. ‘No, es en directo’, me contestan. ¡Y se me achicó la piel! El ritmo, el tiempo, el modo de acomodar las palabras, el conjugar cantinflesco, el timbre de voz… Me impresionó de tal manera que no lo creía. ¡Es igualito!”.
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