Feos pronósticos

Los representantes más prudentes del Gobierno son conscientes de que el PP solo podrá presentarse a las próximas elecciones a finales de 2015 (si estas no tuvieran que adelantarse, lo que no contemplan) con un avance esquelético en el mejor de los casos: que el ciudadano se diga que en ese momento el futuro es mejor para él que cuatro años antes. No podrá esgrimir ni cifras de crecimiento robusto en la economía, ni una cifra de parados mucho menor de los seis millones de personas.

Para que algo tan modesto ocurra deberá mejorar la coyuntura de las estaciones intermedias, este año y los dos próximos. Esos mismos representantes del Gobierno opinan, por ejemplo, que no se cumplirá el consenso de los servicios de estudio ni de los pronósticos recién presentados por la Comisión Europea de que la economía decrecerá este año un 1,4%. Tampoco el Ejecutivo habrá acertado poniendo un -0,5% en su cuadro macroeconómico. A la vista del desarrollo de los dos primeros meses del ejercicio, el Gobierno cree que la economía tendrá en 2013 un crecimiento negativo de “solo” el 1%.

También tendrá que cumplirse una segunda condición: que Bruselas no estrangule más el crecimiento potencial de la economía española exigiendo unas tasas de déficit público tan imposibles de cumplir como las que están vigentes (4,5% de déficit público máximo en 2013, 3% en 2014). El Gobierno cree que si no hay accidentes por el camino (que la Comisión ponga en duda el déficit de 2012 que ha presentado España, el 6,7%, sin computar las ayudas perdidas a la banca), Bruselas aceptará una moratoria de alrededor de un año y medio para llegar al 3% de déficit público máximo de una economía de la zona euro.

Esta versión más modesta de los pronósticos sobre la economía española choca con los últimos datos de la realidad pasada y con los datos proporcionados por la Comisión Europea. Según la información de la Contabilidad Nacional, del Instituto Nacional de Estadística (INE), y del Boletín Económico del Banco de España, la recesión se acentuó en el último trimestre de 2012. El INE indica que la economía retrocedió en ese periodo un -0,8% (lo que significa un -1,42% en el conjunto de 2012), y se perdieron ese año 805.000 puestos de trabajo. En ese trimestre, la remuneración de los asalariados disminuyó un 8,5%. Más allá, el Banco de España afirma que creció el número de parados de larga duración, hasta los 3,3 millones de personas. Por último, la Comisión Europea pronostica que en el año en curso el número de parados crecerá en otro medio millón de personas más, acercándose a una cifra global insostenible de 6,5 millones de desempleados (por cierto, en 2012 se redujo el empleo público en 240.000 personas, el 8% del total).

Si esa auditoría de la realidad (“hoy el futuro es mejor que al principio de la legislatura”) se tuviese que hacer hoy, estaría muy alejada de la realidad.